miércoles, 10 de noviembre de 2021

100 años de la SEP


 

 

Víctor Hugo Prado

 

 

Apenas hace unos días la Secretaría de Educación Pública cumplió 100 años de vida, de acuerdo con el decreto de creación publicado en el Diario Oficial el 3 de octubre de 1921. La Secretaría de Educación Pública se funda durante el periodo posrevolucionario, como respuesta a las demandas por llevar educación a todo el pueblo mexicano, y así incluir a quienes nunca habían tenido acceso a ella.



El primer secretario de educación fue José Vasconcelos, quizá uno de los más grandes hombres del México postrevolucionario.  Una de sus magnánimas aspiraciones era enseñar a leer y a escribir a una población mayoritariamente rural, la que en 1910 alcanzaba el 74 por ciento de analfabetismo. Comparando esta tasa con 2018, según datos de la UNESCO, estamos en menos de cinco por ciento.


La herencia de José Vasconcelos, como tantas otras figuras  de nuestra historia ha sido el cultivo del ser humano hacia su trascendencia, sustentado en el respeto a la lectura, a la escritura, al conocimiento, al arte, y a todos los instrumentos que nos ofrecen la educación y la cultura para conocer y disfrutar el mundo que nos rodea; para captar los problemas del país y buscar soluciones imaginativas y audaces; para comunicar y entender a los demás; para aprender a apreciarlos en nuestras coincidencias y en nuestras diferencias, y para mirar hacia adelante, libre de las ficciones del pasado.





Escribe Soledad Loaeza, en la revista Nexos del mes de octubre, que Vasconcelos, “desde la Secretaría de Educación Pública, que se creó gracias en parte a su insistencia, lanzó una cruzada alfabetizadora que sacó de la oscuridad a miles de familias que hasta entonces sólo podían saber lo que les contaba el párroco, el jefe político, el patrón o el presidente de la República”.  Señala “A esos personajes, les convenía que la gente no supiera leer o escribir, que fuera ignorante del mundo exterior –no fueran a comparar–. Vasconcelos apoyó a los muralistas, se empeñó en divulgar a autores clásicos. La Ilíada y la Odisea fueron textos con los que aprendieron a leer cientos de mexicanos. La educación era un valor en sí misma, no era el vehículo de una ideología, y mucho menos una mala costumbre. Se aspiraba a que quienes dirigían las instituciones de educación y de cultura fueran líderes en esa comunidad, que no estaban en competencia con los líderes políticos”.


José Vasconcelos, un apóstol de la educación pública y gratuita, que, trascendiendo el tiempo, sabía para que era la educación de la sociedad. Hoy se recrimina que las personas se preparen, y en mayor medida, si aspiran a una maestría y doctorado fuera de nuestras fronteras.

 



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