jueves, 11 de junio de 2020

Preguntas que no pueden quedar en el vacío









Víctor Hugo Prado


Dos semanas suman ya las protestas en Estados Unidos y el mundo tras la muerte de George Floyd, un hombre negro desarmado que resultó muerto por asfixia cuando un policía blanco le puso todo el peso de su cuerpo a través de la rodilla en el cuello. Las escenas han causado indignación, coraje y desprecio por el excesivo uso de fuerza ante un hombre indefenso que urgía poder respirar. Murió asfixiado, así lo revelan las imágenes que se hicieron virales. Ante los hechos las protestas no se han hecho esperar, en la muerte de Floyd miles de personas han puesto al descubierto fenómenos que creíamos desterrados: discriminación racial y excesos policiales, dos cuestiones que han provocado levantar la voz principalmente a la comunidad afroamericana en Estados Unidos creando más violencia, polarizando las posturas confrontando a instituciones y manifestantes que no se ven representados por sus autoridades.

En tanto eso sucede más allá de la frontera, en México, en Jalisco, en Ixtlahuacán de los Membrillos, salía a la luz la muerte de Giovanni López sucedida hace poco más de un mes, presuntamente asesinado por policías de ese municipio encontrándose bajo la custodia de éstos. Ese reprobable hecho también ha generado protestas durante varios días. Cientos han marchado en las calles principalmente en Guadalajara e Ixtlahuacán reclamando justicia por lo que consideran un crimen derivado del abuso policial.


            La muerte de Floyd y de Giovnni tienen elementos comunes, fueron provocadas por abuso de la fuerza policial excesiva, las unen la indignación, el tono de la protesta, han generado más violencia e intentan llamar la atención de las autoridades urgiéndolos a impedir el abuso policiaco.

En las protestas por el caso Giovanni dos hechos deben explicarse, primero, hubo o no infiltración de simpatizantes de un partido político con el propósito de generar violencia, provocar a las autoridades, crear caos e inculpar al gobierno estatal. El segundo, la detención arbitraria y desaparición forzada de jóvenes manifestantes, infringida por policías ministeriales, llevada a cabo fuera de todo protocolo en hechos que sucedieron en las inmediaciones del edificio de la Fiscalía del estado. 

De cara a estos repudiables hechos caben algunas preguntas que la autoridad está obligada a responder: sobre la primera irregularidad ¿Quiénes son los provocadores? Deben salir a la luz nombres, residencias y tener las confesiones de quienes les pagan para provocar desestabilización. En el segundo caso, si el fiscal de Jalisco no ordenó las detenciones y afirma que hay infiltración de grupos delincuenciales que pudieron provocar las detenciones arbitrarias. Entonces ¿Quién está realmente al mando de la fiscalía? ¿Quién ordenó las detenciones? ¿hasta dónde llega la infiltración? Preguntas que no pueden quedar en el vacío. 


 





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