Fernando
F. Castolo*
Cuando se tiene un camino trazado y una
edad canóniga al ser humano le empiezan a llegar los reconocimientos
que, quizá, anheló tener en un momento determinado. Se ha dejado
una estela plena en el oficio, en la pasión, en la vocación, en la
erudición… Eso es justamente lo que experimenta nuestro celebrado
cuchillero jalisciense don José Ojeda Larios.
Cuando se recorren las huellas de este personaje y se retorna sobre sus pasos, entonces comprendemos sus aportaciones, producto de una sincera entrega a un compromiso adquirido consigo mismo. Lo mejor de todo ello es que se deja herencia, inspiración y trascendencia para las actuales y futuras generaciones.
Don José Ojeda Larios es un
personaje que merece ser celebrado todos los días, porque no hay
nada mejor que demostrar lo mucho que nos importa su vida y su obra
mientras aún permanezca físicamente entre nosotros.
Después,
nos deshacemos en prolongar esas querencias ofrendando homenajes
póstumos que ya no se disfrutan porque aparece el fantasma de la
ausencia. En días pasados este maestro metalúrgico fue celebrado en
las instalaciones de la V Región Militar, con sede en Sayula,
Jalisco, donde fue objeto de un merecido homenaje, al considerarse su
persona como un legado cultural vivo, no únicamente para México
sino también para el mundo.
El respaldo de su artesanal labor
lo debe a las generaciones que le antecedieron; sin embargo, él fue
el gran artífice en generar las condiciones que le han dado una
proyección inusitada a Sayula, a Jalisco y a México en el
maravilloso arte de la herrería artística convertida de bellos
objetos de cuchillería.
Don
José Ojeda Larios es, sin lugar a dudas, el último gran hombre
ilustre vivo de Jalisco y, por ello, nos sentimos muy orgullosos de
tenerlo todavía entre nosotros, de escuchar su palabra prodigiosa y
de estrechar las manos que han manufacturado las emblemáticas piezas
que son su legado y su trascendencia.
*Consorcio del Capítulo Sur de la BSGEEJ.

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