jueves, 26 de enero de 2023

Marketing político en lugar de resultados


 


Luz María Luna Mojica


En los tiempos que corren, ya se ha vuelto el pan de cada día enfrentarse con la indiferencia de las autoridades quienes, a pesar de tener dentro de sus obligaciones el coadyuvar en mejorar las condiciones de vida de sus gobernados, no lo hacen. En su momento fue severamente criticado el comentario inapropiado e insensible del presidente Andrés Manuel López Obrador quien declaró que la pandemia “caía como anillo al dedo”. 






Lo cierto es que aunque esta abierta declaración (brusca, pero no menos real) sintetizó el sentir de políticos arribistas que en el fondo vieron en el enclaustramiento de la mayor parte de la población y la psicosis social fomentada al retardar la vacunación y padecer el desabasto de medicamentos, una oportunidad única para evadir las responsabilidades que como administradores de poder público adquieren una vez que forman parte de las instancias gubernamentales.

Durante casi dos años de pandemia severa escuchamos el argumento de que no había recursos pues se estaba atendiendo una pandemia y medio año después simplemente no hay recursos, las obras siguen estancadas, no existen programas de apoyos y nuestro sistema de salud sigue sin recibir el apoyo necesario para ser eficiente en la prevención y atención de enfermedades ya comunes entre la población más vulnerable, eso sí, nuestros flamantes políticos han descuidado toda su responsabilidad excepto el seguir promoviéndose como figuras públicas y destapando a sus posibles sucesores. 

Ejemplos de esto sobran y van desde las corcholatas para la sucesión de los cargos federales hasta del más pequeño municipio de la república,  es decir, la pandemia detuvo todo, menos los amarres políticos.
Pero ante este desborde de cinismo cabe la pregunta ¿Por qué los candidateables y sus partidos actúan tan naturales y confiables de que, a pesar de sus constantes incumplimientos, los mexicanos seguirán dispuestos a escuchar el nuevo torrente de promesas y finalmente votarán por ellos? ¿Por qué están tan seguros de que apresar de que su indiferencia ha ocasionado la muerte de miles y cientos de mexicanos (léase las víctimas por la pandemia y recientemente los accidentes del medro de la CDMX como ejemplos más claros) los ciudadanos acudirán felices y contentos a emitir su voto favorable para encumbrarlos nuevamente a ellos y su partido?





La respuesta es más que clara, si alguien tiene medida la pobreza real de nuestro país son precisamente los políticos de siempre, los que mutando de partido o de puesto público siempre han estado dentro del aparato de poder, ellos saben perfectamente que estados y que zonas son la más lamentables, pero también saben y esto lo tiene bien medido, que la pobreza en que tienen sumida al electorado los hace más susceptibles a la manipulación, saben que un pueblo con hambre vende su conciencia a cambio de una despensa, que un pueblo que no dimensiona su poder de acción, fácilmente entrega su credencial o vende su voto a cambio unos cuantos pesos.

Así se explica que la camarilla de políticos que invade y se expande como plaga en nuestro sistema, tenga como denominador común pocos resultados en la realización de obras, inversión en espectáculos que lo único que buscan es mantener en la vox pópuli al personaje que promueve dichos eventos, apoyos asistencialistas que en nada mejoran las condiciones de vida pero si encumbran a los funcionarios y les ponen la etiqueta de ciudadanos sensibles”a los que se tiene que seguir manteniendo en el puesto, pues de lo contrario se quedarían sin su protección, y por último un exagerado trabajo o mejor dicho inversión en términos publicitarios o como se le conocen dentro de las empresas especializadas una calculada proyección de imagen o marketing político, imagen en lugar de resultados.

El pueblo trabajador tiene que saber que las cosas no van a cambiar si ese mismo pueblo no se decide a hacer valer sus derechos más elementales, si no se organiza y educa en torno a luchar por una sociedad más justa y equitativa, si no entiende que mientras no se vuelva más digno y siga aceptando soluciones parciales o a medias a sus problemas más elementales seguirá siendo blanco fácil de la política clientelar que tiene sumido a nuestro país la pobreza e ignorancia.




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