Ing.
Francisco Javier Sánchez Gómez*
Frente
a los tiempos idos, el arte forma un ancla que perpetúa hasta que el
material y el cuidado lo permiten, jirones de tiempo, instantes
históricos y hazañas épicas que comulgan con el lienzo o la forma.
Pero cuando estos hechos se trasladan a la palabra escrita, la
imaginación; en su empeño, trata de modelar los sucesos propuestos
por el autor, muchos de estos de una belleza tal, que nos conmueven
como si fuesen una obra de arte.
Fray
Antonio de Ciudad Real nace en 1551 en una provincia de Castilla la
Nueva, región de la mancha denominada Ciudad Real, y se conoce que
en 1566 ingresa a la orden franciscana a la edad de 15 años. Se
“puede entonces afirmarse que Ciudad Real llegó a Indias a los 22
años de edad y que allí permaneció 41 años durante dos periodos
discontinuos, uno de 16 años y el otro de 25, es decir, de 1573 a
1589 el primero, y de 1592 a 1617 el último”1.
En 1584 Fray Alonso Ponce de León, el cual tenía los títulos de
"confesor y predicador de la Provincia de Castilla" y
guardián del Convento de Nuestra Señora del Castañar", fue
designado comisario general de la Nueva España, por lo que en unos
meses se prepara para viajar a nuestro territorio, “A principios de
octubre de este año fray Antonio de Ciudad Real se encontraba en
Tetzcoco convaleciendo […] y teniendo de él noticias el padre
comisario le envió llamar, mandándole por obediencia que fuese a su
presencia a México. Hízole así el fray Antonio, y llegado allá,
Ponce. Le mandó por la misma obediencia que le acompañase y fuese
su secretario y luego le entregó el sello de su oficio"2.
Recorrido
de Fray Antonio de Ciudad Real con Fray
Alonso Ponce de León en el
occidente de México. 2018.
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Históricas.
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/156_01/tratado_curioso.html
Es así como Fray Antonio de Ciudad Real comienza su andanza
con Fray Alonso Ponce de León, de 1584 a 1588, visitan innumerables
conventos franciscanos desde Nayarit en nuestra patria hasta el país
de Nicaragua. Llegando al convento de Tuchpa en el año de 1587, y
realizando esta extraordinaria narración que denominaré un
mural
de trazos vivos:
“Había
muchas ramadas y en ellas puestos altares, y en cada ramada había
mucha gente, indios e indias, a las puertas de las casas tenían
levantadas en lo alto muchas banderillas de lienzo blanco, y de
mantas de algodón muy labradas de muchas labores; junto al convento
estaba el cuerpo de la gente del pueblo, con música de flauta y
chirimías, y entre la gente había como doscientas indias doncellas,
de las de la doctrina, puestas todas en procesión en dos órdenes o
rengleras, la mitad a una parte y la otra mitad a la otra, todos con
tocas largas, muy blancas, y sobre las cabezas puestas guirnaldas de
flores, iban estas doncellas cantando Te Deum Laudamus en lengua
mexicana, con tanta devoción”3.
La
imaginación nos trasporta a un cuadro plástico impresionante, los
indígenas de Tuxpan con ese elemento devocional en flor de piel, las
notas del náhuatl dibujando los colores del entorno, los rostros
ataviados de historia viva, la vestimenta tradicional, las calles
polvorientas engalanadas, las flautas y chirimías sustentando el
movimiento y los muros de piedra del convento naciente, todo esto es
digno de que prevalezca en la posteridad.
*Consocio
del Capitulo Sur de la Benemérita Sociedad de Geografía y
Estadística del Estado de Jalisco.
1-
Ciudad Real A. (2019). Tratado curioso y docto de las grandezas de la
Nueva España. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto
de Investigaciones Históricas. p. LXXV
2.-
Ibid. p. LXXVII
3.-
Ortiz M. (2009). Tuxpan su historia. H. Ayuntamiento Constitucional
2007-2009 de Tuxpan, Jalisco. p. 43
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