Eduardo Ramírez Ruelas
Cuando
pienso en seres humanos “fuera de serie”, no sé por qué razón
viene a mi mente el proceso industrial con bandas enormes, en donde
se fabrica algo con el proceso de producción, donde paso a paso de
manera repetida y mecánica, se va integrando una manufactura. Al
final son millones de productos totalmente iguales. Así muchos seres
humanos han ido creando su vida siguiendo patrones y moldes
preestablecidos por la sociedad. Garfio se salió de la banda de
producción y fue un hombre diferente.
En vida llevó el nombre
de Rogelio Padilla Gómez, quien nació el 24 de agosto de 1942, en
Teocuitatlán de Corona, Jal. El apodo de Garfio se le dio con sorna
por haber casi perdido la mano derecha en una explosión dentro de un
simulacro de guerra, cuando participaba de joven en el Pentatlón de
Guadalajara. De esa explosión sólo salvó el dedo meñique y la
mano le quedó trunca a manera de garfio. Yo creo que tambn ayudó
al apodo sus enormes cejas negras y su penetrante mirada de
bucanero.
Fue un “fuera de serie” por la vida que llevó.
Sin límites ni restricciones y con un espíritu incansable en todo
lo que se proponía. Fue miembro de AA (Alcohólicos Anónimos) y se
cansó del sistema arcaico y falto de innovación de esas
agrupaciones y por esa razón fundó el CRREAD (Centro de
Recuperación y Rehabilitación para Enfermos de Alcoholismo y
Drogadicción). La frase que distinguió a esta organización: VIVIR
PARA SERVIR. Muchos grupos por toda la República se abrieron gracias
a su incansable labor. En Canadá y Estados Unidos fue objeto de
reconocimiento por su labor altruista.
Pero en este texto
quiero destacar otra labor que realizó dejando huella imborrable en
el sur de Jalisco: me refiero al periodismo. El periodismo del sur de
Jalisco perdió a uno de sus pilares fundamentales en los años
ochenta y noventa. Más de una década pudo darle vida al periódico
“El caudillo”, del que fuera director, redactor y distribuidor;
en medio de todas las dificultades que implica esta labor
periodística. Su impreso se hizo famoso en la región de la ribera
de la laguna de Sayula: Atoyac, Amacueca, Techaluta, Sayula y
Teocuitatlán, pudieron disfrutar de las crónicas y editorial de tan
genial periodista quien no sólo retrataba la vida diaria de estos
pueblos, sino que iba más allá, llegando a la crítica y denuncia
pública.
Según registros del mismo periódico, el tiraje
llegaba a más de mil ejemplares y llegó a tener más de ochocientos
lectores con suscripción pagada. El propio José Luis Martínez,
curador de la literatura mexicana, recibía su periódico que Rogelio
le enviaba por correo hasta su propio domicilio en la Calle de
Anzures de la ciudad de México. Yo mismo fui testigo en Atoyac como
la gente esperaba cada número, como quien espera al panadero que
lleva el pan calientito casa por casa. Su periódico levantaba
críticas, pero nunca dejó de leerse.
Recibí la triste
noticia por parte de su compañera de los últimos años que Rogelio
Padilla Gómez falleció en ciudad Victoria, Tamaulipas el pasado 12
de agosto. Ojalá que los futuros periodistas conozcan el trabajo de
Rogelio Padilla Gómez y tomen el ejemplo de un periodista de verdad
fuera de serie. Descanse en paz mi gran amigo Rogelio Padilla Gómez.
Ahora “El Mariscal Garfio”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario