Pedro Vargas Avalos
La
vida nacional no se puede pensar sin la participación de las
instituciones de crédito que comúnmente conocemos como “Banco”
y que en la república son decenas de organismos. Ya sabemos que los
mayores son BBVA Bancomer, Santander, Banorte, Banamex, HSBC,
Scotiabank e Inbursa; actualmente, el Banco del Bienestar, de índole
gubernamental, es quien tiene más sucursales (rebasa las 3000) en la
república. A todos ellos supuestamente los vigila la Comisión
Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), misma que autoriza, regula,
supervisa y sanciona a los diversos sectores y entidades que integran
el sistema financiero mexicano en protección de los intereses del
público.
Ese sistema financiero se integra por numerosas entidades que se encargan de proporcionar financiamiento (que debe ser idóneo) a las personas físicas y morales que son su clientela, además de coadyuvar para optimizar las actividades económicas de la nación. En consecuencia, tiene numerosas leyes y reglamentos para que se logre tan importante objetivo, estando a cargo de varias entidades reguladoras (como el Banco de México, la Secretaría de Hacienda, la CNBV, el SAR, etc.) la responsabilidad de cumplir esos fines.
Todo lo anterior tiene en la médula, el servir desde el
ámbito económico, al país y a los derechohabientes, por lo que es
de destacar que para alcanzar tal cometido se creó el ente
denominado Comisión Nacional de Defensa de los Usuarios de Servicios
Financiero (CONDUSEF). Aquí se puede además entablar las quejas que
los usuarios de la Banca tengan contra esta, aunque sus trámites no
son lo fáciles que sería menester. Lastimosamente, el
funcionamiento de esta dependencia, no es sencillo y mucho menos
eficaz.
Las utilidades de los Bancos “mexicanos” son
enormes: La tasa de crecimiento de sus ganancias es 9 veces superior
a la de la economía mexicana, que en el primer trimestre de este año
avanzó 0.6 por ciento respecto al mismo lapso del año pasado. (La
Jornada 15-05-2025). El margen financiero, que principalmente resulta
de la diferencia entre los intereses cobrados a los deudores y los
pagados a los ahorradores, se situó en 221 mil 390 millones de pesos
al concluir marzo, cifra 5.4 por ciento superior respecto a los 202
mil 338 millones obtenidos el año pasado, según el diario antes
citado. Al cierre del primer semestre de 2025, los 52 bancos que
operan en México registraron utilidades por 152 mil 476 millones de
pesos.
En cuanto a las comisiones que cobran estas
instituciones crediticias y de múltiples aspectos económicos, son
exageradas. Por ello vienen a ser una de las principales fuentes de
sus utilidades. Estos cobros resultan de la anualidad, mantenimiento,
administración o cancelación de servicios y productos financieros.
Entre enero y septiembre del 2023 el valor de dichas comisiones
cobradas fue de 153,792 millones de pesos (de acuerdo con cifras de
la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). El renglón que
mas rinde en tal ámbito es el de las tarjetas de crédito (TdeC), o
sea lo que conocemos como “dinero de plástico”.
Para
darnos una idea de lo que obtienen los Bancos, el 30% de los ingresos
por comisiones tuvo su origen en lo que pagan los usuarios por el
concepto de anualidad de las TdeC. El crédito en cambio se sujeta a
tan severos requisitos, que como dice un adagio, le prestan para
adquirir sombrilla a los que no se mojan. En cuanto a los intereses,
son tan variables, que van del 18 por ciento -los menos- hasta el
150%, estando la mayoría entre a medias de esos porcentajes. En
cambio, los intereses que pagan a los ahorristas, son ridículos y ni
a quien acudir.
Ahora veamos lo referente a la atención que
prestan los Bancos a los usuarios. Si comenzamos con el número de
sucursales, estas han ido disminuyendo, al paso que se automatizan.
Esto desde luego va en detrimento del empleo, pues la digitalización
que se registra hace que se ocupen menos personas, y eso sumado a la
cancelación de sucursales, arrojan crecimiento casi nulo de plazas.
Solo el gobierno federal se preocupó por atender poblaciones de
cualquier tamaño y a todo género de individuos. El sector de la
Banca privada solo se preocupa por obtener rendimientos, por lo que
no atiende ni pueblos menores ni grupos débiles económicamente.
Una
sucursal bancaria, además de que solo trabaja de las 9 am hasta las
3 de la tarde, -limitando a los trabajadores asistir a ellas- no
ofrece servicios sanitarios, a pesar de que en ciertos trámites se
vuelven tortugas y los usuarios deben soportar largas esperas. Por lo
tanto, deberían tener turnos vespertinos y como todo negocio, por
pequeño que sea, brindar servicios higiénicos. Empero no sabemos
porqué a los Bancos se les exime: quizás porque poderoso caballero
es don dinero.
Para resolver la problemática numerosa que en
el tema bancario se presenta, resulta que ahora casi todo se debe
hacer telefónicamente. Pero los Bancos, en este renglón, no se
esmeran y en muchos de ellos (Hsbc, Santander, etc.) hacen esperar
hasta una hora para contestar: solo atinan a decir, que no se cuelgue
porque es muy importante para ellos atender al cliente, lo que en los
hechos es franca mentira. Y cuando se obtiene una respuesta, todo
queda en “haga una aclaración”; pero si esta no es favorable, se
aplica otra comisión por lo que a veces mejor es desistir de tal
medio.
En los cobros indebidos que son muy repetitivos, todo
queda (si se tiene paciencia para pedir telefónicamente una
resolución) en manos de los mismos Bancos: ellos son dueños de
tiempos y formas. Incluso, si se va a pagar una deuda, se debe uno de
encomendar a los santos para que no se vaya la línea, sino habrá
que buscar otra sucursal o caer en mora y por tanto ser víctima de
más exacciones.
Las personas con limitaciones, así como las
de la tercera edad y discapacitados, de plano son ignorados, aunque
algunos Bancos tienen la leyenda de darles atención especial, misma
que en los hechos son falsedades. Desde luego, si un solicitante de
TdeC tiene mas de 70 años y sobre todo de 75, vale más que se
olvide de obtenerla; esto no obstante que sea sujeto de alta
solvencia.
En fin, son muchísimos los menosprecios que los
usuarios reciben de la Banca; exagerados los tiempos en que se les
atiende: en las sucursales, de 5 a 8 ventanillas, solo suelen
funcionar dos o tres, por lo que los tiempos para atender suelen ser
enormes. Los Bancos de menor dimensión, no tienen este problema,
pero como su nombre lo indica, su minoría de asuntos hace que tengan
realmente pocos usuarios.
Los gobiernos emanados de la Cuarta
Transformación (4T) se han preocupado por subsanar viejas carencias,
resolver extremos problemas e implantar servicios para la gente.
¿Cuándo se decidirán a meter en cintura a los banqueros? El
anterior mandatario nacional, no se animó a reformar las leyes que
regulan los servicios bancarios, no obstante que se formularon
iniciativas sobre modificar las comisiones de la Banca y meter en
cintura a ese sector; pero estos, que son amos del dinero, y sus
aliados -los prianistas, sobre todo- se han opuesto férreamente.
Con
la actual gobernante seguimos igual, pues no se ven muestras de que
pronto se encarará ese delicado asunto, el cual parece ser una
excepción al vetusto principio que asegura: no hay mal que dure cien
años, ni cuerpo que los aguante.
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