viernes, 30 de junio de 2023

Fichas sobre los inicios del Capítulo sur

 



 

Salvador Encarnación

 

Cuando ingresé al Capítulo sur de la entonces Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco (el título de Benemérita se le concedió años después), eran cinco los miembros más asiduos: Juan S. Vizcaíno, Ramón Villalobos Castillo Tijelino, Ernesto Neaves Uribe, Enrique García González y Federico Munguía Cárdenas.



            Las reuniones del Capítulo sur sirven para el intercambio de ideas, libros, documentos; además de incrementar la amistad. Recordar esas convivencias es grato. Lo haré en este momento de esos cinco miembros, de los cuales, cuatro de ellos concluyeron su paso terrenal y viven por su legado.    

              
















Se festejó en Zacoalco, octubre de 1989, el 125 aniversario de la instalación de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco. Don Federico Munguía Cárdenas leyó un texto sobre la historia de esa población. Lo acompañan en el presídium, miembros de la Directiva Estatal, del H. Ayuntamiento de Zacoalco y del Capítulo sur. Foto: Baudelio Llamas. Archivo: SE


1         

Don Juan S. Vizcaíno, el cronista de Zapotlán, según los díceres, se metió al archivo municipal a rescatar un sinfín de documentos entre ellos algunos del Siglo XVIII. Cuando por fin salió todo él era un garapiñado por las infecciones. Tiempo después le pregunté sobre la veracidad de ese comentario. “Sí, es verdad —contestó—. Me metí a la brava, sin condón y sin nada”.

            Lo conocí en el archivo de Zapotlán. Corría, quizá, el año de 1983. Alguien me comentó que él tenía el libro Zapotlán de Guillermo Jiménez. “Así es”. Aseguró. De un estante extrajo el libro y me lo permitió al mismo tiempo que dijo: “No permito fotocopiarlo. Si quiere pasarlo a mano, lo puede hacer”. Y se sentó en la mesa para cuidar el libro.


            Años después encontré a don Juan formando parte del Capítulo sur. Era, por decirlo así, el mismo: pantalón verde, camisa café a cuadros y tirantes; boina en la cabeza. Siempre busco motivos para salirse con la suya. Aunque no siempre lo lograba. Una vez nos informó, vía telefónica, que el restaurante Las Palomas, el sitio de la junta en Zapotlán, iba a estar cerrado. Por lo tanto la reunión se trasladaba a su casa en calle Mariscal. Acudimos. Al término, se presentó Lupita su esposa y nos dijo: “Ahora sigue el pozole. Pasen por favor”. 

 

2

Juan José Arreola en su cuento Tres días y un cenicero escribió: “Lo cierto es que ahora se presentó en mi casa Ramón Villalobos Tijelino, el escultor de Zapotlanejo…” fue una sorpresa el mirar a un personaje de un cuento de Arreola ahí sentado en la mesa del Capítulo Sur. De vacile fácil, el escultor decía de su persona: “Aunque estoy chaparrito soy de los Altos de Jalisco”.


En una reunión, entre opiniones, Tijelino trabajaba duro con unas tijeras y cartón. Miraba de reojo y seguía con su faena. “¿Qué tanto haces?” Le preguntó don Federico al final. “Acabé —dijo—. Estoy haciendo tres máscaras de estos compas”. Los compas éramos Miguel Ángel Barragán, Adrián Gil Pérez y yo. Solemne se puso de pie y nos regaló la obra. “Perdón —dijo—, olvidé algo”. Me pidió la máscara. Se la llevó a la boca y le dio un soplido inmenso. “Me faltaban los cachetes”, dijo.

 

3

Muy serio y con un aire místico, don Ernesto Neaves Uribe fue coordinador del Capítulo sur. El ilustre teatrero de Zapotlán que le dio vida a Juan Vites, el de La feria de Arreola, estaba ahí, solemne. Era y no exagero, un obispo laico al que sólo le faltaba la mitra. Con su voz de barítono contaba y a veces recitaba las pastorelas de Zapotlán.


Vivía corrigiendo a sus nuevas amistades la pronunciación de su apellido. “Buenos días, maestro Nieves” Lo saludé con respeto. “Ne-a-ves”, me corrigió de inmediato.


            Cargado en años, rejuvenecía “el profe” Neaves” cuando organizaba actividades culturales. Y más si era teatro. Era un muchachote en acción: cargador, acomodador, tramoyista, actor y al final, agradecía el aplauso del respetable.


            A finales del año de 1995, cayó el telón que dio por terminada su vida. 

           

4

Un exbasquetbolista de la selección de Teocuitatlán de Corona es miembro del Capítulo. Él organizaba también el futbol de ese pueblo. Me di cuenta, tiempo después, que era dueño de un museo y autor de dos libros: Gral. José María Donato Guerra y Amado Guadarrama. Su nombre: Enrique García González, de profesión médico cirujano partero, aunque en Teocuitatlán se le conoce como “El doctor” como si fuera su nombre de pila. Por muchos años fue el tesorero del Capítulo. En cada junta nos informaba a cuanto ascendía nuestro tesoro y agregaba: “Y aquí lo traigo por si alguien lo quiere contar”.


            El Ayuntamiento de Teocuitatlán le rindió, en 2022, un homenaje más. Acudieron principalmente sus amigos, miembros de la Directiva de la Benemérita Sociedad más el Capítulo sur. Un mes antes, la Asociación de Cronistas Municipales de Jalisco le otorgó un reconocimiento por su Trayectoria. “No te creas —me dijo—. Los héroes ya están cansados”.

 

5

La presencia de don Federico Munguía Cárdenas fue y es fundamental en la historia del Capítulo Sur. Su amistad recorría todos los ámbitos. Su inmenso archivo estaba a disposición de quien quisiera consultarlo y más, prestaba su fichero personal.


            —Estoy maravillado —me dijo—. Me trajeron unas pastillas para la memoria, buenísimas.

—¿Y cómo se llaman? Le pregunté.


—Se llaman, se llaman… Mira que no me acuerdo…

 

Acudían, don Federico y don Juan, a la reunión mensual de directiva en Guadalajara. Al término llegaban a comprar un pan “sabrosísimo” a una panadería antigua. Una vez, mientras don Federico hacía fila para el pago, don Juan pidió permiso para pasar al baño. De inmediato se  escuchó un grito despavorido: “¡Federico! Avienta ese pan. Aquí hay más ratas que gente”.


            En marzo de 2017 falleció don Federico. Días antes, el Capítulo lo visitó unos minutos. Estaba alegre, de buen semblante. La noticia fue una sorpresa.       

 

6

Esteban Cibrián no participó en el Capítulo por dos razones. La primera, cuando él ingresó a la Sociedad no se habían constituido los Capítulos. Su tema de ingreso fue: “El Gral. Francisco Villa en Zapotlán (1915)”.  Presentado el 15 de septiembre de 1981 en Ciudad Guzmán. La segunda razón por lo avanzado de su edad. Falleció en 1985  cuando el Capítulo estaba en formación. Otro miembro con el que no participé fue la  maestra María del Carmen Orozco Cano. Ella ingresó al Capítulo el 29 de noviembre de 1986 con el tema: “Del silabario a la informática en la educación”. La maestra trasladó su domicilio a Guadalajara y pasó su membresía a esa ciudad, aunque siempre decía: “Yo soy del capítulo sur”.


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