domingo, 5 de octubre de 2025

La única moneda acuñada en zapotlán hace más de dos siglos

 



Fernando G. Castolo


El primer Ayuntamiento Constitucional de Zapotlán el Grande se instala formalmente el 29 de junio de 1813. Estamos en la antesala de los acontecimientos de la guerra de Independencia y todavía nos encontramos a merced del reino de España; sin embargo, el hecho histórico permitió encauzar iniciativas para consolidar viejos anhelos en la sociedad zapotlense.


Por principios de cuentas, es nombrado como primer Alcalde el facultativo don José Mariano Fernández de Castro y Barreda, un personaje nativo de Zacatecas y radicado en esta población con motivo de tener bajo su responsabilidad la Administración de Diezmos. Seguramente, este oficio le hizo cavilar sobre la posibilidad de contar con una moneda que permitiera un comercio más fluido y vital en la comunidad dado que, a escasos días de tomar las riendas municipales, ordena la fabricación de una moneda local.

La encomienda se le hizo al primer Procurador Síndico del propio Ayuntamiento, el general de milicias don José María Anguiano y Estrada, a quien se le autoriza la acuñación de cuartillas y tlacos, en plata y en cobre, respectivamente. Se montó una rústica maquinaria, con fundición, prensa y troqueles. Se realizó un diseño simple con la leyenda "Zapotlán 1813", en tres líneas, grabado solamente en el anverso, y el reverso se quedó con el campo liso.

Se autorizó la fabricación de 3 mil pesos. Don José María Anguiano, hizo lo propio pero dio malas cuentas al final, según lo evidencian las respectivas actas de Ayuntamiento redactadas en 1814, dado que se distraía constantemente por sus responsabilidades militares. Se habla de una fuerte suma de dinero de la que no se pudo esclarecer su destino final.

Este militar, por cierto, llegaría a ser Alcalde de la ciudad en 1815, así como mayordomo de las solemnidades josefinas, fiestas llevadas a cabo en octubre, y en ese mismo año, en el mes de diciembre, murió en batalla. Como mayordomo, y pensamos que con el dinero que no pudo comprobar su destino final, compró y donó al pueblo de Zapotlán la imagen de Nuestra Señora del Rosario que acompaña actualmente las procesiones públicas del Señor San José.

Hoy en día aún se conservan, como celoso patrimonio, algunas piezas de esta moneda acuñada en Zapotlán el Grande hace más de doscientos años (una de ellas se puede apreciar físicamente en el acervo resguardado por el Archivo Histórico), como testimonio de una época en que la comunidad ya se encontraba a la altura de las más importantes poblaciones del fenecido virreinato de la Nueva España, gracias a su vitalidad en materia comercial.



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