Fernando G. Castolo
En
"La feria" conviven elementos estructurales tan diversos
que resultan cohesivos en el relato. Uno, al final, entiende la
historia de la comunidad, sentada y asentada a partir de este parto
literario. Juan José revisitó viejos papeles, viejas consejas y
viejos recuerdos, entrelazando así su propia interpretación sobre
los sucesos y sucedidos de este rincón geográfico jalisciense.
Así,
el autor del "Confabulario", adquiere la personalidad de
San José, de Juan Tepano, del pueblo en general que, en un
espectáculo dantesco, convierten la plaza principal en la gran sala
confesional; los pecados se ventilan y aquello parece una
multiplicación bíblica de voces ahogadas que se liberan angustiosas
en el gran terremoto de la existencia. Sea como narrador o como
protagonista, Arreola cuenta la historia de Zapotlán desde la parte
más íntima, lo que solamente se sabía a susurros, y la magnifica
en una alegoría matizada de cierta forma festiva. Aquí no hay
líneas nostálgicas, aquí es la pura celebración; la celebración
de la identidad a partir de una solemnidad juramentada, en donde
todos coincidimos y sabemos cuál es el papel que representamos en la
comparsa de la vida.
Juan
José Arreola logra juntar y conjuntar la historia de Zapotlán,
logrando así una resignificación para entender nuestra presencia y
nuestra circunstancia en el imaginario universal.
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