Pedro Vargas Avalos
Los Estados Unidos Mexicanos, -nombre oficial de nuestra patria-, comúnmente conocidos como México, tienen una relevante relación con su vecino del norte, los Estados Unidos de Norteamérica, sencillamente Estados Unidos (EU) y vulgarmente identificado con el alias “Tío Sam”.
Para darnos idea de esa intensa conexión, diremos que en EU residen alrededor de cuarenta millones de mexicanos, -muchos de ellos maltratados, acosados y explotados- en tanto que en la tierra azteca moran entre 1.5 y 1.6 millones de estadounidenses, de los cuales cerca de 800,000 tienen calidad migratoria matriculada y los demás viven entre nosotros de modo irregular, pero muy apapachados y generalmente sin restricciones. Por cierto, en Jalisco, tenemos núcleos de vecinos septentrionales muy numerosos, destacando Chapala (en su ribera y el pueblo mágico de Ajijic) y el paradisíaco Puerto Vallarta, los cuales disfrutan a sus anchas nuestro clima y nuestra hospitalidad.
Por lo que ve a los trabajos que desempeñan la mayoría de compatriotas en tierras del Tío Sam, son de señalar el ramo agrícola, el restaurantero, la construcción, el ámbito manufacturero, el de alojamiento y los servicios incluyendo las tareas en ventas minoristas, así como el cuidado y la asistencia social.
En cuanto a la economía, las transacciones entre los dos países son extraordinarias, a tal grado que México es ya el primer socio comercial de Estados Unidos, superando a Canadá y China. Y esto nos de ayer, sino que se ha mantenido por varios años, impulsada dicha economía, por el dinamismo comercial de ambas naciones del norte, su proximidad geográfica, recalcando cadenas de suministro como las que imperan en el sector automotriz y el renglón manufacturero.
En razón de lo anterior, es que haya la
imperiosa necesidad de tramitar visas por los habitantes de entrambas
naciones vecinas. Este documento regulatorio, es la autorización que
el gobierno de un país otorga a una persona extranjera para ingresar
a su territorio con un propósito concreto: turismo, trabajo, estudio
y hasta inversión o residencia. Ordinariamente puede consistir en un
sello en el pasaporte, pero en el caso de los colindantes norteños,
es todo un documento que denominamos para distinguirlo de la visa de
otros Estados, “visa norteamericana”. Desde luego que, si de
clases de visas hablamos, los EU tienen dos principales: para
inmigrantes y para no inmigrantes: Cada una de estas categorías se
subdivide en múltiples tipos, como visas de trabajo, visas de
visitante, etc., según se acredite a los ojos escrutadores de
los oficiales consulares, los cuales laboran en alrededor de nueve
oficinas que pueden expedir esos documentos en nuestra república
mexicana.
Cada año, y especialmente cada que hay nuevo
presidente de EU, suelen modificar sus administraciones los
requisitos para expedir visas norteamericanas. Y podemos afirmar que
cada vez son mayores esos requerimientos, comenzando con su elevado
costo: hasta septiembre de este año de 2025, costaba $185 dólares,
y a partir de octubre, se elevó a la cantidad de $435 dólares,
advirtiendo que pagar tal suma -por elevada que sea- no garantiza se
otorgue la visa, sino solo tener una cita en el consulado de EU para
gestionarla; si no se concede, no hay devolución alguna.
Los
oficiales consulares, son penetrantes indagadores y si sospechan que
el solicitante no es apto para visitar EU, niegan la autorización
respectiva: ellos suelen creer que muchísimos mexicanos utilizan la
visa de turista para quedarse a trabajar en el país de las barras y
las estrellas, lo cual en no pocas ocasiones así es, pero esa
característica es típica de todos los pueblos.
Tanto nuestra
nación como la de los gringos, son grandes potencias turísticas. De
allí que tengan que expedir visas de ese ramo. Sin embargo, ni
costos ni tratos son recíprocamente igualitarios. Para los mexicanos
es todo un calvario obtener la tarjeta o visa americana, dificultosa,
tarda y onerosa, mientras que, para los visitantes yankis, todo es
facilidad y baratura.
Un grave problema para los viajeros de
México hacia el extranjero (EU o cualquier otro destino
internacional) es que muchas líneas aéreas, hacia los cuatro
vientos, despegan de territorio estadounidense y por lo tanto se
exige la visa correspondiente. De no tenerse, debe hacerse
costosísimo y largo rodeo. La cuestión se agrava si lo que se desea
es realizar algún viaje crucero, o sea en barco, ya para conocer
lugares caribeños, centroamericanos o del lejano viejo mundo: todos
los puertos de salida están domiciliados en EU. Hasta hace tres o
cinco años, de México salían esos cruceros, siendo los más
típicos apostaderos Cozumel o Puerto Progreso, cercas de Mérida.
Pero aduciendo precaria infraestructura portuaria, dizque
insuficiente para los grandes barcos, la siempre nociva burocracia
política, la inseguridad y la implementación de nuevos impuestos
encarecedores del turismo, pero sobre todo el interés de las
navieras en otros puertos, se acabaron las salidas desde nuestros
mares. Eso sí, muchos puntos de gran turismo siguen siendo visitados
por los cruceros: Cancún y Puerto Vallarta son ejemplo de
ellos.
Existen programas en diversas naciones, para que, sin
necesidad de visa, se pueda transitoriamente entrar en los países
que los practican. México tiene un programa y no es difícil
utilizarlo. Los Estados Unidos también lo poseen, le llaman Programa
de Exención de Visa (VWP por sus siglas en inglés: Visa Waiver
Program), administrado por el Departamento de Seguridad Nacional
(DHS) en consulta con el Departamento de Estado. Por medio de este
sistema, se permite a las personas de países designados viajar a los
Estados Unidos para estadías de hasta 90 días sin visa. A cambio,
esos países deben permitir que los ciudadanos y nacionales
estadounidenses viajen a sus países por un período de tiempo
similar sin una visa con fines comerciales o turísticos. El programa
fue creado en 1986.
La pregunta que se hace el mexicano es
porqué ese sistema, convertido en una especie de mutualidad con
muchos de los aliados más cercanos de Estados Unidos, no incluye a
México, el principal socio comercial de ese país, su vecino y la
nación con más connacionales residiendo en dicha potencia, además
de otorgarle a los ciudadanos de EU un trato preferente. La respuesta
debemos buscarla, ya sea porque nuestros gobiernos no se han
preocupado por ser parte de ese grupo de naciones (entre ellas
España, Alemania, Francia, Italia, Portugal, Reino Unido, Grecia,
Hungría, Irlanda, Países Bajos, Polonia, Suecia, Suiza y Chile). O
la segunda contestación, es porque fieles a su frase de que “Estados
Unidos no tiene amigos, sino socios”, nosotros solo les convenimos
de agremiados desiguales, en cuyo caso -contrariando la fraternidad y
sentido solidario-la desconfianza es común denominador para regular
nuestros vínculos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario