lunes, 6 de octubre de 2025

La Feria de Zapotlán

 




Fernando G. Castolo


En la feria de Zapotlán confluyen una serie de elementos que, por su presencia y representatividad, son considerados icónicos. Obviamente, el escenario es único: una ciudad que se reviste cada mes de octubre para celebrar la protección de Señor San José ante los embates de índole natural. En esta solemnidad interactúan los sonidos de la música, la pirotecnia y las campanas; confluyen, igualmente, las delicias gastronómicas como el pozole, la sopa de arroz, la cuachala y, por supuesto, la birria, siempre acompañadas de ponches de frutas, elaborados a base de mezcal, alcohol o tequila.


Hay una gran significación y sentido de pertenencia en los llamados Sonajeros, la danza que le ha otorgado una trascendente identidad a la comunidad. La elaboración de los Enrosos, también pertenece a un culto netamente de raíces indígenas que empatan su sincretismo con tradiciones europeas, como esas alegorías que hacen eco a las antiguas procesiones de pasos.




A la par de estas manifestaciones de carácter religioso tenemos las del orden profano, cuyo principal atractivo es la elección de la reina, antes a través del voto y, ahora, a través de un certamen. También está la convocatoria de los tradicionales Juegos Florales... Sin embargo, a estas actividades artísticas y culturales, se suman las atracciones de los juegos mecánicos, los convites, las terrazas y los conciertos que vienen a otorgar un sentido lúdico y diversificado a la feria de Zapotlán que, en el ámbito católico, conmemora su 276 aniversario; mientras que en el ámbito profano cumple su primer centenario.

Y nosotros salimos ganando porque la feria de Zapotlán se hizo famosa y trascendió épocas y fronteras... evocaría Juan José Arreola.


*Historiador e investigador.


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