jueves, 5 de mayo de 2022

Corredor interoceánico, viejo propósito del mercado mundial

 



Eduardo Campos Flores*

 

 

No se habla mucho de la obra ferroviaria del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, seguramente porque los daños medioambientales o los sobrecostos no son de la dimensión del Tren Maya en la que se llevan talados alrededor de ocho millones de árboles y cuyo costo original se contemplaba en 120,000 millones de pesos, pero tras las modificaciones en su ruta y mecanismo de vías, el precio ha ascendido a los 230,000 millones de pesos.



Así como en sus otras mega obras el presidente presume que traerán grandes beneficios al pueblo de México, para el caso del Corredor Interoceánico no es la excepción. En sus supervisiones a las obras ferroviarias del sureste mexicano, asegura que también va a significar la creación de fuentes de empleo destinadas a los mexicanos y así evitar la migración al norte, “Son como cortinas de desarrollo”. Por lo que es importante informarnos más respecto al tema, pues los recursos invertidos en esta mega obra, al igual que en todas las grandes obras de esta administración federal, son a costa de dejar sin recursos a rubros tan importantes y urgentes como salud, educación, servicios básicos, obras carreteras entre otras a todo el país. Veamos.



En recientes publicaciones de diversos medios de comunicación, entre ellos milenio.com se dio a conocer, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec se le prepara no sólo para ser un complemento del Canal, también para desfogar el mercado marítimo y crear uno propio que beneficie a algunos de los estados más pobres. México quiere ir por su pedazo de mercado interoceánico. Esto, pese a que tiene enfrente a un mastodonte: el Canal de Panamá, por donde cruzan a diario unos 30 buques, lo que al año significa el 6 por ciento del comercio marítimo mundial, equivalente a ganancias de 3 mil millones de dólares anuales.


No se puede comparar con el Canal de Panamá. En el Istmo usarán tren y un medio terrestre nunca competirá con la economía a gran escala que ofrece el Canal al comercio mundial. Mientras un buque transporta 15 mil contenedores, un ferrocarril puede llevar 2 mil. El Corredor no es un reemplazo ni una competencia para el Canal, pero sí es un complemento. Ayudará a despejar parte del tráfico marítimo, pero su potencial no se verá hasta dentro de tres décadas, por lo menos. O sea, 30 años.


Esto mientras que el pueblo oaxaqueño de esa parte de la geografía estatal, tras plantear infructuosamente, públicamente, la cancelación del megaproyecto y canalizar los recursos para apoyar obras de agua potable, infraestructura, hospitales, servicios públicos, establecer universidades que no existen en la región Norte del Istmo. Manejo de aguas residuales, desechos sólidos, bueno toda una serie de servicios que carece la población, que son prioritarios. Y también el apoyo a sectores productivos tradicionales, como son los artesanos, artesanas en este caso, los pequeños comerciantes, los pescadores, los ganaderos, los productores de maíz, de ajonjolí. Es decir, casi exactamente las mismas carencias que sufren sus hermanos del resto del país.





Se debe hablar claro y fuerte. El Corredor Interoceánico, es un proyecto neoliberal del presidente Andrés Manuel López Obrador. Académicos de la UNAM aseguran, en lo referente al proyecto que tuvo lugar hace 18 años su autoría no es nacional, sino que forma parte de los viejos proyectos geoestratégicos de Estados Unidos.


Además, una investigación del colectivo GeoComunes publicado en abril 2020 titulado Análisis General del Proyecto de Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec revela: Desde años muy tempranos de la época colonial se han realizado proyectos y exploraciones para identificar pasos interoceánicos en el continente americano y, particularmente, en su región ístmica central, donde se identificaban muy tempranamente tres posibles pasos: en la zona del Darién, en Nicaragua y Tehuantepec.


Hernán Cortés fue el primer encomendado para explorar la existencia de ríos navegables en el Istmo de Tehuantepec por donde pudieran cruzar navíos y, ante la ausencia de éstos, se presentaron proyectos para la construcción de un canal que posibilitara este tránsito. Los proyectos que imaginaban la construcción de un canal siguieron surgiendo a lo largo de los siglos XVII y XVIII, pero fue hasta el siglo XIX, con el surgimiento del ferrocarril, que los proyectos de comunicación transístmica para esta zona se han elaborado con base en una idea de paso interoceánico seco.





El colectivo asegura. Esos proyectos buscan funcionar de manera articulada para permitir la extracción y mercantilización de recursos como el petróleo (84 % de reservas probadas de petróleo a nivel nacional están ubicadas en esta zona), los minerales, el agua, la tierra, la biodiversidad etc.; su tránsito (tren de carga del Tren Maya + Tren Transístmico); y su exportación hacia los mercados asiáticos, estadounidense o europeos.


Nada más con esta breve reseña, queda demostrado que el Corredor Interoceánico, es un viejo propósito del mercado mundial. Esta mega obra también desenmascara la trillada frase de López Obrador del “Primero los pobres”, pero al mismo tiempo deja ver la necesidad de cambiar el modelo económico neoliberal, por otro que ponga en primer lugar las necesidades de los que producen directamente con sus manos la riqueza de este país y además no destruya irracionalmente los recursos naturales.

 

*Dirigente Estatal del Movimiento Antorchista en Jalisco.

 



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