Mariano Cariño
Méndez
Enrique
González Martínez, escritor jalisciense, escribió en 1911 en su
poema “Busca en todas las cosas”:
“Busca en todas
las cosas un alma y un sentido
oculto; no te
ciñas a la apariencia vana;
husmea, sigue el rastro de la verdad arcana,
escudriñate el ojo y aguzado oído.”
Desde entonces,
González Martínez hacía un llamado a buscar más allá de la
forma, más allá de la simple manifestación de los fenómenos, que
buscáramos qué hay detrás, qué los origina, que insistiéramos
hasta poder descubrir las causas. Hoy, los problemas nacionales,
variados y en cantidad exigen que sigamos el razonamiento del poeta
jalisciense: llegar a la causa que los origina. En agosto del
presente año, cientos de personas se manifestaron en las principales
ciudades de los estados de Jalisco, Oaxaca, Guanajuato, Tabasco,
Ciudad de México, Quintana Roo, Estado de México, Aguascalientes y
Michoacán; al unísono exigían al gobierno federal que encabeza la
presidenta, Lic. Claudia Sheinbaum Pardo, medicamentos y tratamientos
para el cáncer, ya que existe desabasto de medicamentos de manera
sistemática en el sector público de salud del país.
El
desabasto de medicamentos oncológicos tiene repercusiones de gran
alcance, ya que suspender un tratamiento por insuficiencia del
medicamento necesario, incluso por una semana, pone en riesgo la vida
del paciente y reduce la probabilidad de que salga avante de la
enfermedad; es decir, hay una delgada línea entre la vida y la
muerte por esta acción. Hablar de la salud pública, desde la
realidad que padecen miles de familias a lo largo y ancho del país,
implica hablar de su dolor, de las madres que recorren hospitales con
desesperación por no encontrar lo necesario para curar a sus hijos,
de la consternación por no tener el dinero suficiente para poder
adquirir medicamentos urgentes y necesarios para poder curar a sus
seres queridos. Todo esto, aunque se esconda y se intente confundir a
los mexicanos, tiene sus causas en las malas políticas públicas del
gobierno federal que encabeza el Movimiento de Regeneración Nacional
(MORENA), políticas que empujan a los enfermos a mendigar por su
vida. Veamos.
A lo largo de los años, el sistema de salud
mexicano ha buscado optimizar la adquisición de medicamentos e
insumos a través de la instrumentación de compras consolidadas.
Esta acción agrupa, desde hace poco más de dos décadas, las
necesidades de diversas instituciones públicas, buscando
transparencia, eficiencia y la búsqueda de mejores precios en el
mercado farmacéutico. Durante este periodo, el esquema de compras
consolidadas involucraba una coordinación centralizada de la
investigación de mercado, la celebración de licitaciones públicas
y la adjudicación de contratos. Se fomentaba la participación de la
industria farmacéutica. La figura del distribuidor jugaba un papel
relevante en la agregación de la oferta y en la eficiencia del
sistema de abastecimiento. Debo decir que, sin echar las campanas al
vuelo, se venía aplicando una visión científica para cubrir este
frente tan importante para el país. Pero a la llegada de la
administración del expresidente Andrés Manuel López Obrador, las
cosas cambiaron y empezó la decadencia que más adelante se
manifestaría en el desabasto de medicamentos que padecen miles de
familias en el territorio nacional.
Desde 2019, el sistema de
compras de medicamentos vive en una crisis permanente. Primero se
acusó, sin pruebas, a los distribuidores de ser “intermediarios
encarecedores”, sin entender que los laboratorios no tienen la
capacidad logística para entregar en miles de lugares. Luego se
excluyó a los grandes operadores logísticos, lo que provocó una
escasez de más del 70% de los medicamentos. Después vino el
experimento fallido con el efímero INSABI. El sexenio pasado terminó
con la puesta en marcha de una “megafarmacia” que más parece un
elefante blanco que una solución funcional. Por último, el 22 de
diciembre de 2023 y mediante decreto presidencial, se le facultó a
la empresa estatal Birmex (Laboratorios de Biológicos y Reactivos de
México, S.A. de C.V.) de comprar, fabricar, preparar, transportar,
distribuir, almacenar, comercializar, junto con la importación y
exportación de productos químicos farmacéuticos, reactivos,
medicamentos e insumos para la salud. Toda una empresa
omnipotente.
Pero la realidad no tardó en desenmascarar la
“omnipotencia” de la empresa estatal, y una vez más se ratificó
que las tareas se asignaron con el menor rigor científico, tomando
en cuenta que su tarea era la de garantizar el abasto a la población
mexicana. Se tomaron decisiones al vapor con repercusiones directas
en la vida de millones de mexicanos, se aplicó y se sigue aplicando
el “método de ensayo y error”, solo que los errores cuestan
vidas de miles de mexicanos. La “justificación” de la aplicación
de dicho método es el tan sonado y traído “combate a la
corrupción”, pero oh sorpresa, en febrero de 2025 se denunció por
parte de la Secretaría de Salud a Birmex de corrupción en
licitaciones de medicamentos por 13 mil millones de pesos. Aquí
viene el verdadero culpable del desabasto.
Según datos de la
Secretaría de Salud, en palabras de Eduardo Clark, subsecretario de
Integración y Desarrollo de la misma Secretaría, debido a los
sobrecostos por un total de 13 mil millones de pesos, la compra
consolidada 2025-2026 de medicamentos e insumos médicos se tuvo que
suspender. Así como lo lee, sin tomar consideraciones de ningún
tipo, se detuvo una compra por culpa de las propias instituciones del
gobierno en turno, pausa que significa la muerte para millones de
personas en el país, ya que serán privados de su dosis media
necesaria. Y sin embargo, ¿qué mantiene tan tranquilo al partido en
el poder, a pesar de los escándalos? Porque recordemos que se han
vuelto el centro de atención nacional los escándalos de los
morenistas, desde los viajes de Andy López Beltrán hasta las peleas
en el Senado de Gerardo Fernández Noroña. Siempre que se le
cuestiona al poder en turno, utilizan de escudo la “gran”
aceptación popular y los más de 30 millones de votos obtenidos
desde el sexenio pasado. ¿En realidad los gobernantes que están
dejando morir a miles de niños por falta de medicamentos merecen
gobernar? ¿O se sigue votando por las “ayudas” de los programas
de transferencia monetaria a cambio de la salud de los mexicanos?
¿Qué cambiamos a cambio de qué?
Para Jalisco la cosa es
grave; según datos del titular de la Secretaría de Salud Jalisco
(SSJ), Héctor Raúl Pérez Gómez, el desabasto de medicamentos
oncológicos se ha agudizado en el estado. Tan solo en lo que va del
año, el Gobierno Federal solo ha surtido el 15 por ciento de las
claves de medicamentos como Anastrozol, Exemestano, Letrozol,
Capecitabina, Oxaliplatino y Temozolamida, claves esenciales para
diversos tipos de cáncer. Dejando en el abandono a las familias, ya
que el costo de los tratamientos contra el cáncer puede superar los
350 mil pesos al año, cifra incansable para miles de jaliscienses
que se tienen que resignar a morir por las malas políticas públicas
federales; en el estado mueren 17 jaliscienses diarios a causa de
esta enfermedad mortal.
La escasez de medicamentos oncológicos
en México significa una crisis constitucional de proporciones
colosales, ya que el artículo 4.º establece la obligación del
Estado para garantizar la salud de las personas, y hoy no se cumple.
Recordemos la valentía de los que gobiernan de errar y errar sin
ninguna repercusión, a sabiendas de que las transferencias
monetarias les garantizarán la perpetuidad en el poder. ¿No es
momento de soltar dichas prebendas?, ¿de valorar más nuestro oro y
no cambiarlo por vidrio? Llegó el momento, y la realidad nos lo
exige todos los días, de dejar las cuentas de vidrio y conservar
nuestro oro. Mañana puede ser muy tarde. Que conste.
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