Víctor
Hugo Prado
Hace
un par de semanas fui invitado por Andrea Gutiérrez, subdirectora
regional de Radio Universidad en Ciudad Guzmán, a presenciar el
documental Juan José
Arreola. El actor del conocimiento.
Fue una pieza de casi una hora, realizada con motivo del centenario
del natalicio de Arreola y proyectada en una de las salas de la
cadena de cines que opera en nuestra ciudad. El evento contó con la
presencia de Magali Casillas Contreras, presidenta municipal de
Zapotlán el Grande; Gabriel Torres Espinoza, director general del
Sistema Universitario de Radio, Televisión y Cinematografía; Dante
Jaime Haro Reyes, rector del Centro Universitario del Sur; además de
autoridades municipales, académicos y representantes del ámbito
cultural local.
El documental ofrece una semblanza amplia y
respetuosa que recorre las múltiples facetas del escritor
jalisciense, orgullo de Zapotlán: narrador, editor, maestro de
talleres legendarios, fundador de la Casa del Lago, conversador
insaciable, y animador cultural. También lo muestra en sus pasiones
cotidianas —jugador de ping-pong y ajedrez— y en sus apariciones
televisivas, donde cosechó elogios y críticas por igual. Entre las
voces que lo retratan destacan familiares, escritores y especialistas
que resaltan, además, su memoria prodigiosa.
Estoy convencido
que este documental debería llegar a escuelas primarias, secundarias
y bachilleratos; su formato ágil y cercano es una herramienta
perfecta para acercar a las y los estudiantes a la obra de uno de los
más destacados escritores mexicanos. Producido por TV UNAM y Canal
44 y dirigido por Gabriel Santander, está filmado en locaciones de
Ciudad de México, Guadalajara y Ciudad Guzmán, y construye un
retrato íntimo desde la mirada de quienes convivieron con el
maestro. Por cierto, el documental lo puede encontrar en YouTube con
el nombre de Juan José Arreola. El actor del conocimiento.
Disponible de forma abierta sin costo.
El evento fue un
homenaje emocionado y necesario a un hombre cuya obra provoca la
pasión por el lenguaje, el deleite por la forma y la risa ante el
ingenio. Después de ver el documental lo que sigue es leerlo;
sumergirse en sus textos para descubrir enseñanzas, anécdotas e
ironías que siguen iluminando la vida. A propósito de nuestras
fiestas patronales, leer La Feria de Arreola, es una delicia que
recoge las voces de los propios habitantes de Zapotlán: hablan de sí
mismos, de sus parientes y vecinos, se van y vuelven, y en ese
entramado comunitario se revela también la huella de Arreola en su
tierra.
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