domingo, 28 de septiembre de 2025

La ONU, su aniversario y el señor Trump

 



Pedro Vargas Avalos


El pasado 23 de septiembre con motivo de la 80 asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuya sede está en Nueva York, la ciudad de los rascacielos ubicada en Estados Unidos (EU), se oyeron voces muy significativas. La Carta constitutiva de la institución, se firmó el 26 de junio de 1945 y entró en vigor el 24 de octubre del mismo año; luego se acordaría que su día de conmemoración sería el 24 de octubre. Pero la exposición y debate que se hace sobre el organismo comienza antes, como ahora con la 80 asamblea. Por lo singular de su contenido, nos referiremos a lo que vociferó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.



El discurso del pelinaranja boquiflojo es un fiel reflejo de las peores ínfulas que han ostentado los yankis durante toda su historia: la hipocresía, el amaño, la avidez, el escarnio y el jaleo. Con este personaje se anulan los valores que gran parte del pueblo estadounidense posee, como promotor de los derechos humanos, el progreso y la paz. Si el primer mandato del magnate gringo fue un triste período para gran parte del mundo, este segundo cuatrienio es el más negro augurio para la humanidad. Basta enterarnos no solo de la serie de barbaridades que ha dicho y hecho, sino saber de su embaucadora alocución en la ONU.


Si ojeamos la prensa que narró ese suceso nos daremos buena cuenta de lo acontecido. Dice un diario capitalino: Trump se lanza contra la ONU; “migración es la muerte”. Y luego al desarrollar la nota, explica: El presidente estadounidense, Donald Trump, volvió ayer a la Asamblea General de Naciones Unidas con un discurso incendiario en el que advirtió a los países europeos que están “yendo al infierno” por la inmigración ilegal, un fenómeno a su juicio alentado por la ONU. Enseguida anota lo siguiente: “La ONU no resuelve problemas, sino que genera problemas. Apoya a personas que llegan ilegalmente a Estados Unidos y que luego nosotros tenemos que expulsar”. El cierre de esta actitud que impulsan las Naciones Unidas -predice el arrebatado gringo-, “será la muerte de Europa”. (El Universal, 24-IX-025). O como escribe otro rotativo en primera plana: “Los países se están yendo al infierno por este fracasado experimento de fronteras abiertas, es hora de terminarlo”. (El Financiero, íd. Id.)





El sermón trumpiano debería durar 15 minutos, pero tal como es de impositivo el mandatario norteamericano, se llevó alrededor de una hora. Y hubo necesidad de aguantarlo. Luego de lanzarse contra la migración, también le tocó turno al medio ambiente, enseguida a las guerras que azotan al orbe, al narcotráfico y a otros temas trascendentes. Para El Sol de México del día 24, Trump “Lanza un regaño de 56 minutos en la ONU”.


Sobre el amenazante cambio climático que espanta a la tierra entera, manifestó: “es, en mi opinión, la mayor estafa jamás perpetrada contra el mundo. Todas estas predicciones hechas por las Naciones Unidas y muchos otros, a menudo por razones erróneas, estaban equivocadas. Fueron hechas por personas estúpidas que han costado fortunas a sus países y no han dado a esos mismos países ninguna posibilidad de éxito. Si no se alejan de esta estafa verde, sus países van a fracasar". Trump calificó las fuentes de energía renovables -como la eólica- de "broma patética", afirmando falsamente que no funcionan, son demasiado caras y débiles. (Euronews, AP, 24-09-025). Para los colaboradores de esa agencia noticiosa europea, el discurso del martes, “Incluyó afirmaciones falsas e hizo conexiones que no están conectadas”.






Claro que al narcotráfico le dedicó lapidarias frases. Desde la elevada tribuna que ocupó el señor Donald, condenó al tráfico de estupefacientes y presumió “que borrará del mapa a los grupos del crimen organizado”. (La Crónica de Hoy, 24-IX-025).


Y como en su delirio pretende erigirse en salvador universal y con ello merecer el premio Nobel de la Paz, según lo propuso el genocida judío Benjamín Netanyahu, aludió a varios conflictos bélicos que afligen al globo y sin pudor alguno afirmó que, como la ONU no cumple sus fines de salvaguardar la paz, él lo tiene que hacer (¡!). “Soy yo quien acaba con las guerras, no la ONU”, publicó El Diario de México, y presumió falazmente: “En siete meses yo he puesto fin a siete guerras”. Y como su cohonestador israelí ha sido muy censurado, y mas de una treintena de países han reconocido al Estado palestino, el señor pelinaranja, los reprochó: “Reconocer a Palestina es un premio para Hamás", la organización árabe enemiga de los israelitas y sus aliados, quienes la acusan de haber precipitado en 2023 el estrago de Gaza. No en balde en El Economista se publicó que Trump “Es el enemigo público número uno del multilateralismo”.





Por lo antes dicho, el actual guía gringo sostiene que “El mundo se salva de ir al infierno sólo si trabaja con Estados Unidos” (La Jornada, 24-09-2025). Porque la ONU no sirve para nada, y como en su participación del marte 23, al arribar al edificio del ente internacional la escalera eléctrica tuvo un desperfecto y luego el telepronter falló, se atrevió a exclamar: "Todo lo que obtuve del organismo mundial es una escalera mecánica que se paró a la mitad y un teleprompter que no funciona”, insinuando que eso fuera una intriga contra él.


Desde siempre aprendimos que la ONU tiene como principales metas mantener la paz y la seguridad entre los países; proteger los derechos humanos, fomentar las relaciones pacíficas y lograr la cooperación internacional para resolver problemas generales, como la pobreza, la injusticia, el hambre, la enfermedad y hoy por hoy los efectos del cambio climático. Y así lo sostuvieron los oradores que antecedieron a Trump, -el Secretario General portugués Antonio Guterres y el brasileño Luis Inacio Lula da Silva-. Pero eso al multicitado mandamás norteamericano no le importó y se lanzó en contra. El presidente estadunidense, vanidoso como es, se autocongratuló de sus supuestos éxitos domésticos e internacionales, incluido ordenar el despliegue de tropas en las calles de su capital y las medidas antimigrantes. Una vez más, sugirió que ameritaba el Premio Nobel de la Paz. En sus únicos comentarios sobre América Latina, justificó el bombardeo a las lanchas que, según su acusación, transportaban drogas frente a las costas de Venezuela, lo cual se califica de violación a la ley internacional- pero él, ufano y prepotente, advirtió: “a todo "terrorista" que intente llevar "veneno” a Estados Unidos le “volaremos de la existencia.” Y claro, él es quien califica caprichosamente quien es o no, terrorista.


Es bueno recordar que el gobierno trumpista no ha pagado todas sus cuotas a la ONU, y a contrapelo de sus incumplimientos, se ha retirado del Acuerdo de París sobre el medio ambiente, también de la OMS (Organización Mundial de la Salud), el Consejo de Derechos Humanos, de la UNESCO (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia la Cultura) y otras. Hasta se ha temido que quisiera abandonar al organismo máximo mundial.


Sombrío fue pues el discurso de Donald Trump en la Asamblea del 80 aniversario de la Naciones Unidas. Nos hizo recordar el refrán de “el comal le dijo a la olla”, y también al muy popular dicho de “El burro hablando de orejas”. Causa pena que el gran pueblo estadounidense, en su mayoría, pueda tener un dirigente de la calaña de este camorrista de la ultraderecha.



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