Estamos convencidos de que la
humildad, expresada por el anonimato, es la mayor protección que
Alcohólicos Anónimos jamás pueda tener.
Ya que en A.A. no
hay reglas, yo me sitúo donde más me conviene, así es que escojo
el anonimato. Quiero que mi Dios me utilice a mí, humildemente, como
uno de sus instrumentos en este programa. El sacrificio es el arte de
dar de mí generosamente, permitiendo que la humildad reemplace a mi
ego.
Con sobriedad, yo reprimo el deseo de gritar al mundo, “yo soy
miembro de A.A.” y experimento alegría y paz interior. Permito que
la gente vea los cambios en mí y espero que ellos me pregunten qué
me sucedió. Pongo los principios de espiritualidad antes de juzgar,
de buscar faltas y de criticar.
Quiero amor y cariño en mi
grupo para poder desarrollarme.
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