Salvador Encarnación
Once años. La fecha: 26 de septiembre de 2014 para amanecer del día 27. Esa eterna noche que, por la injusticia, aún viste de luto a todo el país. Días antes, era el comento nacional la noticia de otra matanza ocurrida en Tlatlaya en donde hubo acribillados. Y se suma Ayotzinapa.
Lo sabemos todos. Al principio
la prensa reportó una balacera en contra de los estudiantes de la
Escuela Normal “Raúl Isidro Burgos” que viajaban en autobuses.
Se sumó la agresión a otro autobús que trasladaba a un equipo de
futbol donde hubo un deportista muerto. La cifra de agredidos subía
o bajaba dependiendo el informante. La prensa dio a conocer
narraciones de los sobrevivientes; eran todas de horror.
La primera página del periódico
La Jornada
(domingo 28 de septiembre de 2014) informó las dos masacres: la de
los normalistas de la normal de Ayotzinapa ocurrida en Iguala y la de
Tlatlaya, sucedida días antes.
Las marchas exigiendo justicia
surgieron por todo el país. “Vivos se los llevaron vivos los
queremos” fue el grito de una sociedad adolorida. Al paso de los
días, la cifra se precisó a 43 estudiantes desaparecidos.
Inepto, por decir lo menos, fue
el gobierno priista de Peña Nieto para resolver este problema. La
lentitud de las investigaciones, la falta de resultados, la
desaparición de pruebas, alteración de las pruebas, “la verdad
histórica”, y la clásica “darle largas para ganar el olvido”,
en su suma hacen que de inepto se piense en considerarlo cómplice.
La llegada al gobierno de López
Obrador fue una esperanza para conocer la verdad y a los culpables.
El enredo del caso y la desaparición de pruebas (por su negra
eficacia), son prueba que la realizaron manos profesionales. Se
avanzó un poco, aunque se hayan llenado cientos de hojas con los
resultados de las investigaciones. Y, entre los funcionarios de alto
nivel, la detención del ex Procurador de Justicia en agosto de 2022.
Una nada se avanzó porque no se encontraron más culpables o a los
estudiantes, que es el reclamo principal. Y terminó el sexenio.
A once años de la masacre,
estamos ante un nuevo gobierno. Sheinbaum Pardo hereda este problema.
La esperanza de encontrarlos vivos se ha diluido conforme pasan los
años. En sentido contrario, se ha fortalecido el derecho a la
justicia.
Para este año, 2025, se tienen
previstas, en la Ciudad de México, al menos tres manifestaciones. La
más importante está programada para el 26 de septiembre, cita en el
Ángel de la Independencia para marchar hacia el Zócalo.
El grito de “¡Vivos de los llevaron vivos los queremos!” se suma a otros que, como brasas, son parte de la historia de México. Otros, para ejemplificar: “Dos de octubre no se olvida”, “Paz con justicia y dignidad”, “Voto por voto casilla por casilla”. Lejos está en su cumplimiento el principio: “La justicia debe ser pronta y expedita”. Desde hace once años por este caso y más tiempo por otros, está en entredicho.
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