Salvador Encarnación
Malo ha sido el periodo como presidente del PRI —antes el partidazo—, ejercido por el senador Alejandro Moreno Cárdenas, Alito (Campeche. 25 abril de 1975). Desde su asunción, las pérdidas han sido su sello de presentación. Según informa la página de Internet de su partido, este instituto político sólo gobierna actualmente dos entidades de México: Coahuila y Durango. En el poder legislativo los resultados son bajos. En la cámara de diputados apenas si llega a 68 de 500 miembros y en la de senadores a 13 de 128. Una nada si se recuerda que antes era “el carro completo”. Se agrega que, entre algunos de sus miembros quizá aún existe el síntoma de “la desbandada”.
Alito, el más visible priista de México, tiene una larga experiencia política. Ha sido dirigente de partido, legislador, más unos años como gobernador de Campeche. Unas voces le agregan el calificativo de porro como sello distintivo. La suma de estas responsabilidades lo tiene ahora en la boca de la ciudadanía.
En días pasados, Alito organizó un zafarrancho en la clausura de los trabajos de la cámara de senadores. Los videos registraron como, sin respetar la entonación de las letras del Himno Nacional Mexicano, subió al estrado para hacerle un reclamo a Fernández Noroña y al término tundirlo a empellones. La prensa empresarial hizo víctima al agresor. Como nunca, o mejor dicho, ya sin máscara, defendieron a Moreno Cárdenas como si fuera uno de los suyos. Y condenaron a Fernández Noroña. Los resultados no fueron los esperados. Los diputados y senadores de Morena (oh, milagro) se agruparon en defensa de Noroña; también entre la ciudadanía, con un leve porcentaje a favor, gana el morenista.
Fue Alito a Washington, con los gringos, para buscar apoyo a su causa. Él, allá entrevistándose, tal parece que en los pasillos con la congresista republicana María Salazar, en tanto acá, en México, el Secretario de Estado Norteamericano, Marco Rubio, afirmó: “No hay gobierno en este momento que esté cooperando con nosotros más en la lucha contra la criminalidad que el gobierno de México” (Edward Wong. The New York Times). Sus decires causaron menos impacto que el verlo planchar su camisa. De inmediato lo memes brotaron hasta el cansancio. —“Pero, ¿a qué fue a Washington?” Fue la pregunta. —“A planchar su camisa”. Fue la respuesta.
Se
comentó, líneas arriba, que entre los priistas estaba el síntoma
de “la desbandada”. En la visita de Claudia Sheinbaum a Durango,
el 6 de septiembre, el gobernador sostuvo: “Soy Claudista”, entre
otras arengas. En la jerga política esas exaltadas palabras
significan que está “más para allá que para acá”. El tiempo
lo dirá. El senador Alejandro Moreno asegura que el PRI está más
vivo que nunca; en la práctica, sus militantes son cada vez menos.
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