Fernando G. Castolo*
Coincidir con él es toda una experiencia, maravillosa por cierto.
Guarda la proporción de su pasión por el ministerio de su
responsabilidad diocesana y su gran carisma de padre, hijo, hermano,
amigo... Es poseedor de una personalidad con una altura humana nada
ordinaria.
Tiene la "sangre liviana", dirían
algunos, porque inmediatamente se da a querer entre la comunidad que
ha tenido la oportunidad de convivir con Su Excelencia. En la
Diócesis de Ciudad Guzmán existe una feligresía que es agradecida,
en donde los corazones conservan, con aquel celo, los recuerdos de la
tarea pastoral de sus Obispos.
Brevemente recordamos a don
Leonardo Viera Contreras, quien acompañó nuestros primeros pasos
por cinco años. Vendría después el recordado don Serafín Vázquez
Elizalde, un personaje que se ganó la admiración y el respeto
durante los casi veinte años que caminó con nosotros. Luego,
vendría el gran y noble don Braulio Rafael León Villegas, hombre
bueno y generoso que gobernó la mitra por 17 años, ganándose el
corazón de todo el territorio guzmanopolitano.
Enseguida
llegó como ráfaga la regia personalidad de don Óscar Armando
Campos Contreras, que estuvo entre nosotros por siete años.
Finalmente, y como se suele decir en la vox populli, "no
hay quinto malo"; y, en efecto, nuestro quinto Obispo don
Hércules Medina Garfias posee el don de cualidades como la
longanimidad, porque es un hombre extenso, que viene a vitalizar los
espíritus contritos de esta porción de la Iglesia Universal, de una
geografía Josefina que ha puesto sus ojos en este nuevo Pastor que
hace un año llegó. Personaje que, por sus dotes intelectuales, está
invitado a trascender en nuestra comunidad, como ya ha pasado con
todos sus antecesores.
Debemos de reconocer, frente a las
especulaciones que tornaron su llegada, que Monseñor Medina Garfias
es algo bueno que nos ha pasado. No estamos dejados de la mano de
Dios, al contrario, en cada Pastor que nos ha enviado, ha demostrado
lo mucho que quiere a este Sur de Jalisco. Estamos bendecidos y nos
alegramos de tener entre nosotros a don Hércules. Celebremos y
honremos su palabra con nuestras acciones cotidianas y siempre
pensando en el bien del semejante más necesitado.
*Historiador e investigador.
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