Fernando G. Castolo*
Don Ramón del Valle-Inclán, el intelectual español, llegó a México en calidad de invitado de honor para asistir a los actos conmemorativos al centenario de la Independencia Nacional. La invitación le llegó directamente del Presidente Álvaro Obregón, a través de nuestro ilustre intelectual don Alfonso Reyes (hijo, por cierto, de una dama zapotlense), entonces encargado de negocios en Madrid de los Estados Unidos Mexicanos. Del Valle-Inclán aceptó de forma inmediata y de buena manera.
A su arribo a la Ciudad de México Del Valle-Inclán se hospedó en el Hotel Regio, y por las noches se trasladaba a cenar a "El Globo", el restaurante de lujo sobre la Avenida Madero; muy asiduo a visitar los cafés españoles como "El Fénix" y "La Flor de México". Además, frecuenta igualmente el café "Los Monotes" donde ofrece interesantes charlas. Se le organizó una delegación de artistas e intelectuales mexicanos para acompañarle durante su estancia en todo momento.
Estando en Chapala (según unas versiones, aunque Arreola dice que puebleó por los rincones del Sur de Jalisco) con Lupe Marín, Del Valle-Inclán le dedica una líneas que han sido captadas por estudiosos de diversas maneras. Arreola las rescata así: "... Y te encuentro en mi camino / cuando ya casi blanquea mi barba de peregrino...".
Esa dedicatoria que leyó Juan José en un libro que conservaba Lupe; fue en franca alusión porque Del Valle-Inclán quedó prendido y enamorado de la sutil belleza de nuestra hermosa paisana. Don Ramón Del Valle-Inclán pasó unos días extraordinarios, pero tuvo que regresar abruptamente a su país, dado que los apuros económicos le obligaron a malbaratar fincas y propiedades que poseía.
*Historiador e investigador.
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