Pedro Vargas Avalos
En una nación de vocación democrática, los intereses de sus
habitantes deben ser sustanciales y por lo tanto efectivos. No como
ahora, que a título de que se representa a la ciudadanía, lo que
pasa es que las cúpulas partidistas se despachan a su antojo y a las
cámaras arriban los consentidos, por lo general sin mayor arraigo
popular y desde luego, sin haber hecho campañas a ras del pueblo, lo
que ocasiona que sus labores no sean a favor de la sociedad.
Muchas
reformas en materia de elecciones se han llevado a cabo en el país,
pero por lo general lo que priva es el interés de las camarillas que
dirigen los partidos políticos. Varios son los temas fundamentales
de una reforma electoral, aunque sobresalen los concernientes al
costo elevado que actualmente tienen los procesos comiciales,
incluyendo en tal ramo los enormes recursos que se asigna a los
institutos partidistas; en otro renglón, resalta la manera de como
se representa a las minorías. Claro que hay otros temas, como la
integración del organismo que se encarga de esos procesos de
elección y el hecho de que haya duplicidades entre el instituto de
índole nacional con sus correlativos de carácter estatal, lo cual
redunda en derrochar caudales.
En febrero del año pasado,
entre las iniciativas que anunció el entonces mandatario federal, se
encontraba la trascendental reforma electoral, también conocida como
el plan D. Allí se planteaba, asegurando el respeto al voto y la
legalidad, que las autoridades administrativas (el INE y las de orden
estatal) así como las jurisdiccionales (los tribunales del ramo,
tanto federal como local) fuesen imparciales, lo cual supone que
actúan al margen de la lucha por el poder, y de esa manera se
garantiza la libertad política de que deben gozar todos los
mexicanos: aquí se sugería debatir sobre si era benéfico que los
integrantes de esas organizaciones fuesen electas. Otro aspecto, se
refería a la instauración de un ambiente favorable para la
participación no solo de partidos, sino también de aspirantes
-candidatos- independientes. Todo lo predicho, regulado por el
principio de austeridad. Además, se propone una elección
transparente de las máximas autoridades mediante voto secreto,
directo y universal.
Lo anterior se complementaba con un
capítulo muy importante: el relativo a la eliminación de diputados
federales plurinominales, incluyendo a los senadores, lo que
implicaba evidente reducción del financiamiento a partidos. Incluso,
se proponían cambios en materia de la revocación de mandato y
consultas populares.
Como ya se sabe, la sucesora de López
Obrador optó por aplazar esta reforma electoral y señalar
finalidades que debería abarcar. El 9 de enero de este año, expuso
tres puntos: “Uno, disminuir los costos de las elecciones sin poner
en riesgo su transparencia y su legalidad y legitimidad. Segundo, la
disminución del financiamiento a los partidos políticos. Tercero,
generar un esquema en donde las minorías puedan tener representación
sin las listas plurinominales. No estamos de acuerdo con las listas
plurinominales”. Por lo pronto presentó iniciativas sobre no
reelección y para combatir el nepotismo, mismas que ya fueron
aprobadas.
En diferentes momentos posteriores a la mañanera de
ese mes de enero, la primera magistrada nacional aludió a esa
reforma, consignada en sus cien propuestas de gobierno que tiene
suscritas. El 25 de junio así lo afirmó y agregó descartar “que
la reforma electoral que presentará como parte de los 100
compromisos de Gobierno busque la eliminación de la autonomía del
Instituto Nacional Electoral”. Sin embargo, destacó la importancia
de que se revise el tema de los plurinominales, para que los
legisladores que lleguen a una curul lo hagan por trabajo en terreno,
no por favoritismo.
Al respecto especificó que, debe tenerse
reconocimiento de las minorías por el segundo lugar de una elección,
a fin de que este acceda al espacio correspondiente a un partido
político, y no arribe alguien por el simple favorecimiento de haber
sido anotado en una lista, como actualmente se hace, lo cual es
contrario a la idea de que, ningún político que deje el país -como
Ricardo Anaya- luego regrese como legislador gracias a la figura
plurinominal. En consecuencia, se pretende que “todos los
aspirantes vayan a territorio a presentarse con la ciudadanía a
hacer campaña” y de esa manera, quien sea representante popular,
tiene a su favor haber hecho actividad territorial.
Así las
cosas, en la mañanera del reciente 4 de julio, precisó la
presidenta Claudia Sheinbaum Pardo (CSP): la Reforma Electoral que
prepara el poder Ejecutivo plantea la reducción al financiamiento
público de los partidos políticos y del costo de los procesos
electorales, así como la modificación de la representación
proporcional en el Congreso de la Unión. "Algunos de los temas
que más nos interesan son: que no haya tanto recurso público
destinado a los partidos políticos. Que las elecciones no sean tan
caras en nuestro país”.
Sobre lo oneroso que es para los
mexicanos cada proceso electoral, CSP informó: En el año 2024, el
presupuesto para el proceso electoral ascendió a 22 mil 322 millones
879 mil 716 pesos. Ese monto no incluyó el financiamiento público
federal a los partidos, que fue de poco más de 10 mil 444 millones
de pesos. Ambas sumas, son exageradas y acreditan lo carísimo que
son estos procesos. (El Heraldo de México, 2025-07-05).
Concluyendo
sobre este tema, la jefa del gobierno de México enunció: “Que no
haya tanto recurso público destinado a los partidos políticos.
Que las elecciones no sean tan caras en nuestro país. Que se
generen los mecanismos para que sean transparentes, que se realicen
adecuadamente, pero que no se requieran tantos recursos.
Que la
representación proporcional de los partidos políticos se genere de
una manera distinta, que no sean las listas de plurinominales.
En
fin, todo esto es lo que estamos discutiendo como eje sustantivo…
ya lo de los consejeros, es también parte de ver… si también son
electos o qué esquema se seguiría”.
No cabe duda de que
tiene mucha razón la mandataria: los diputados que lleguen a San
Lázaro (y en las Entidades federativas a sus respectivos Congresos
locales) deben ser en primer lugar los que obtienen la mayoría de
los sufragios, pero en cuanto a la representación de minorías, debe
ser quien haya salido en segundo lugar, porque eso de las listas de
plurinominales que hoy se estila, ya demostró que no es bueno para
la República.
Y por lo que ve a los municipios, también se toca el número de
regidores que debe integrar su ayuntamiento, y CSP señaló que en
muchos se contemplan demasiados munícipes, y eso no debe continuar,
son derroche de recursos y simples cuotas a favor de partidos y sus
mal acostumbrados políticos.
Terminamos afirmando que la
reforma electoral, que se presentará en el siguiente periodo de
sesiones de las Cámaras federales, indudablemente es indispensable y
de suma importancia, para beneficio de la democracia, la República y
de todos los mexicanos.
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