Fernando
G. Castolo
Desde
tiempos inmemoriales el valle de Zapotlán se ha visto sometido a los estragos
de la madre naturaleza, estragos que invaden la fragilidad de la comunidad
asentada en su suelo. Severas sequías que han logrado secar el vaso lacustre de
la Laguna; fuertes precipitaciones que han puesto en zozobra al vecindario al
verse afectados por las inundaciones; lluvias de arena que han cubierto a la
ciudad de un fino polvo gris plateado, aparentando las dunas de un planeta
extraño.
