Homero
Aguirre Enríquez
A estas alturas ya se sabe que el
partido Morena, y todos los grupos de poder económico que lo
respaldan en su ascenso al poder político y lo consideran un
instrumento extraordinariamente útil para seguir aumentando sus
ganancias bajo el disfraz de la “Cuarta Transformación”, no
lograron convencer a la opinión pública de que la elección del
Poder Judicial significa un inédito y clamoroso ejercicio
democrático en el que el “pueblo” eligió libremente a jueces,
magistrados y ministros, y los vencedores, “casualmente”,
resultaron ser militantes o incondicionales del partido en el poder,
y también “casualmente” fueron propuestos por la Presidencia de
la República y el Poder Legislativo, ambos controlados por
Morena.
Nadie, salvo los más fanáticos y obnubilados
morenistas se creen esa patraña de que el pueblo eligió a sus
juzgadores. La burda maniobra que desembocó en la elección del
domingo 1 de junio fue más sucia y grotesca que la peor de todas las
puestas en escena que anteriores partidos en el poder pusieron en
marcha en su momento para controlar las elecciones y el Poder
Judicial.
La primera etapa consistió en una serie de trampas
(como abusiva sobrerrepresentación de Morena en la Cámara de
Diputados y la compra e intimidación de diputados y senadores para
que se adhirieran a ese partido) que pusieron en marcha para a toda
costa volverse mayoría calificada en el Congreso y modificar la
Constitución para que fuera posible la elección del Poder Judicial.
La segunda etapa consistió en otorgarles a la Presidencia de la
República y al Poder Legislativo, ambos controlados por Morena,
facultades para nombrar a los candidatos a jueces, magistrados y
ministros, lo que dejó fuera cualquier candidato opositor o
independiente y garantizó que los electos fueran parte de Morena. La
manipulación final del proceso consistió en hacer una lista, una
especie de acordeón, para repartirlos entre millones de personas y
estas, siguiendo las instrucciones de un ejército de operadores,
votaran por los que aparecían en el acordeón, sin importar si los
conocían o no.
La resultante de todos estos chanchullos fue
que la Corte, los tribunales y los juzgados serán presididos por
militantes o incondicionales de Morena, mismos que fueron propuestos
por funcionarios de ese partido, colocados en acordeones y votados
por electores presionados para votar por gente que jamás han visto u
oído en su vida, lo que se evidenció con un abstencionismo del 87%,
el mayor que se ha visto en décadas en una elección a puestos
públicos. Aun así, los morenistas harán válida la elección,
puesto que también controlan los órganos electorales
nacionales.
Conviene preguntarse, entonces, cuáles serán las
consecuencias para los mexicanos, particularmente para los marginados
y explotados, que forman la inmensa mayoría de nuestros
compatriotas, ahora que Morena podrá juzgar judicialmente, entre
otras cosas, sobre la libertad y el patrimonio de mucha gente que
tenga la desgracia de ser sujeto a un juicio penal o de otro tipo.
Si el Poder Judicial era el elemento que le faltaba conquistar
a Morena para dominar los “tres poderes” de los que habla la
teoría liberal del Estado (Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y
Poder Judicial), no cabe duda que el morenismo ha concentrado el
poder político en sus manos. ¿Morena enseñará a los mexicanos,
ahora sí, lo que es ver actuar a un Estado que tiene como consigna
matriz aquella de “primero los pobres”?
“El Estado
democrático-liberal es la forma de Estado que corresponde al modo de
producción capitalista -escribió en el 2022 el ingeniero Aquiles
Córdova. Pero bajo sus cambios de forma, y gracias a ellos, el
Estado ha conservado su carácter de forma organizada del poder y de
la fuerza de la clase dominante, incluso en la sociedad capitalista,
en la sociedad organizada como una máquina productora de
mercancías”. Entonces, de acuerdo con eso, ¿qué Estado es el que
vemos actualmente en manos de Morena? ¿Acaso un Estado al servicio
de los más pobres, que se alejará paulatina y radicalmente de su
papel de Estado al servicio de los más ricos, o sea de los
capitalistas, a los que dejará de servirles? ¿La elección del
Poder Judicial tuvo ese propósito transformador del Estado y nadie
se había dado cuenta de que estamos ante un hecho y un procedimiento
revolucionarios nunca antes visto?
Nada de eso, ya ha pasado
suficiente tiempo de Morena en el poder como para darnos cuenta de
que no hay, ni en la teoría, si es que alguna base teórica común
tienen, ni en su práctica como gobernantes, la menor intención de
hacer modificaciones radicales, es decir, que se propongan afectar la
raíz de los problemas económicos, políticos, culturales y de todo
tipo que sufrimos los mexicanos, principalmente la proporción en que
se distribuye la riqueza generada por los trabajadores y concentrada
escandalosamente por los dueños de los medios de la producción. Al
contrario, según analistas nada sospechosos de comunistas, como la
Oxfam, en el México de la 4T han crecido, casi al doble en algunos
casos, las fortunas de los multimillonarios, lo que indica que esa
raíz sigue intocada y celosamente cuidada hasta ahora por el Estado
presidido por Morena.
¿Y si no es una transformación
radical que beneficie a millones de mexicanos y los saque de la
pobreza, la marginación y la ignorancia, para qué requieren los
políticos agrupados en Morena la maquinaria judicial a su servicio y
sin necesidad de cabildeos y rodeos? Para que quienes dominan el
Estado, ahora en Morena pero antaño en otros partidos, y los que
dominan y se benefician a manos llenas de la Economía mexicana,
sigan dominando décadas o siglos y se vuelvan más poderosos y
millonarios. Para que los que se opongan a ese dominio enfrenten una
maquinaria judicial que hará parecer cuento de niños lo sufrido por
Josef k. el personaje de Kafka sometido a un proceso infernal,
absurdo e interminable en su novela El Proceso, para lo cual los
modernos atormentadores han confeccionado un catálogo con decenas de
delitos que ameritan prisión preventiva, es decir, basta ser acusado
por alguien para ser encarcelado por los jueces… y resulta que
ahora los jueces también son de Morena.
Como muchas cosas que
se hacen en contra del pueblo, la elección de juzgadores servirá
exactamente para lo contrario de lo que se dijo. En vez de ser una
herramienta de control democrático del pueblo sobre sus verdugos,
será una herramienta más afilada contra ese pueblo que por
desorganización, desconocimiento y falta de líderes revolucionarios
en cantidad y calidad suficientes, ha sido engañado nuevamente. Y
así seguirá, hasta que se desarrolle una cabeza colectiva
suficientemente numerosa, preparada, valiente y audaz para educar y
organizar a los trabajadores, tomar el poder del Estado y arrancar
esa raíz empobrecedora y manipuladora. ¿Difícil? Sí, como lo es
todo lo grande y trascendente.
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