Brasil Acosta Peña
¿Qué es la muerte? Un estado
inherente a la vida. Pero ¿qué hay después de la muerte? Una vez
que el ser humano cobra conciencia de lo que representa la vida,
sueña con vivir eternamente: Religiones como el judaísmo, el
cristianismo, el islam, el budismo y el hinduismo difieren en sus
creencias sobre lo que hay después de la muerte. Unas creen en el
juicio final, la resurrección, la vida en el purgatorio, el cielo y
el infierno. La resurrección es la restauración de la vida después
de la muerte y la reencarnación es la vuelta a la vida en un cuerpo
distinto al anterior. En la filosofía, la vida después de la muerte
se ha abordado desde diferentes perspectivas, entre las que destaca
el dualismo, cuyo postulado sugiere que la mente o alma puede existir
separada del cuerpo físico.
En muchas culturas hay creencias y
prácticas relacionadas con la vida después de la muerte que se
expresan a través de rituales dedicados a honrar a los antepasados
como espíritus o almas. De los pueblos del México prehispánico
heredamos la tradición de honrar y rendir culto a nuestros muertos
cada dos de noviembre, así como comprometernos a seguir luchando por
las causas que defendieron.
He invocado estas creencias por
varias razones: recordar a las madres de los antorchistas caídos en
pie de lucha; que el maestro Aquiles Córdova alguna vez dijo que
“toda madre que ha dado un hijo para la lucha es una gran mujer”
y que doña Margarita Morán, su madre, hizo a un lado la concepción
de la vida “normal” (en el sentido social y capitalista de la
palabra), cuando su hijo tomó el rumbo revolucionario y decidió
convertirse en una activista muy consciente y muy aplicada al trabajo
diario de Antorcha Campesina.
Hoy, muchos antorchistas
reconocen que se acercaron a la organización gracias a ella. Doña
Margarita tuvo que cambiar su mentalidad campesina pueblerina que
mantenía la ilusión de que sus hijos se convirtieran en grandes
personajes del sistema político, pero cuando se dio cuenta de que
“nosotros estábamos contra el sistema y que eso nos ponía en
grandes peligros, siguió la llama del antorchismo hasta el último
momento”. Un abrazo a las madres de nuestros mártires, estén con
nosotros o ya no nos acompañen.
Veneramos a nuestros caídos
porque entregaron su vida a la causa revolucionaria por muerte
natural, por accidente o por el ataque despiadado de los enemigos del
progreso. Realizaron los méritos suficientes para que su memoria
forme parte permanente de nuestras actividades y es por eso que los
seis de junio de cada año nos reunimos para recordarlos, rendirles
agradecimiento y pleitesía.
En esta fecha conmemorativa
marchamos por las calles de Tecomatlán con la participación de
comisiones de todo el país; hacemos un llamado a la unidad nacional,
porque es muy importante que cuiden y fortalezcan los avances que han
logrado de la mano del Movimiento Antorchista. Este año se invitó a
todos los antorchistas para que sigan desarrollando a Tecomatlán y a
México con base en una labor colectiva, ya que sólo un pueblo
unido, educado y organizado logra sus objetivos revolucionarios. El
ingeniero Aquiles Córdova Morán, nuestro Secretario General, nos
llamó a convencer al pueblo de la necesidad de cambiar las cosas de
raíz, es decir, que estudiemos la realidad de manera científica,
que conozcamos a fondo las cosas; que comprendamos el entramado
político y mediático con el que se manipula a los mexicanos, entre
cuyas madejas destacan las tarjetitas de dádiva monetaria, las redes
sociales, la televisión, la radio, el cine, la música, etc.
Un
entramado que está pensado para que los ciudadanos no vean los
problemas de fondo y piensen que, con la lucha por el medio ambiente,
la salud del planeta, los animales, etc., van a cambiar las cosas.
Pero eso no es así, porque al margen de su validez limitada, estas
propuestas son distractores para desviar su atención del problema de
fondo: que el trabajador, el creador de la riqueza, no disfrute de
ella, sea acumulada en unas cuantas manos y que ello sea vea “normal”
y “correcto”.
En el marco de esta
celebración cobró relevancia el 80 aniversario de la Victoria del
Ejército Rojo sobre los alemanes nazis, quienes fueron derrotados
por los rusos. Con una puesta en escena de la novela La Joven
Guardia, se mostró cómo grupos de jóvenes valientes, durante las
noches y madrugadas sabotearon a los alemanes con varias acciones:
derramando el combustible de camiones-cisternas y prendiendo fuego a
camiones con armamento, víveres y otras vituallas.
Varios de
ellos fueron detenidos, torturados y otros asesinados; pero los
jóvenes no se abatieron física ni moralmente, siguieron luchando y
finalmente vencieron al enemigo. Hay que decir que La Joven Guardia
está basada en la realidad histórica y que actuó en tierras de lo
que hoy es Ucrania y que, en ese país, que entonces formaba de la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), existió un
monumento dedicado a la memoria de sus integrantes, que el gobierno
nazifascista de Volodymir Zelensky mandó derribar.
El mundo
está hoy en serias dificultades, pero no podemos hacernos a un lado.
y tenemos que tomar partido en favor de los más desprotegidos. Pero
en México, para lograr un cambio revolucionario hay que cortar el
árbol de raíz y no irnos por las ramas. Esto implica que tomemos
consciencia y que formemos un partido del pueblo que no sea como los
que hoy existen y que sólo buscan alcanzar puestos políticos.
Un
partido que, como dijo el ingeniero Aquiles en su discurso, nazca del
pueblo, que organice al pueblo y tenga como objetivo revolucionar la
sociedad desde sus raíces; cambiar la actual situación en la que
unos cuantos disfrutan de la riqueza sin trabajar y otros, la inmensa
mayoría, trabajan sin recibir más que una mísera parte de la
riqueza que producen. Son nuestros mártires un recordatorio
permanente de que estamos obligados a trabajar hasta alcanzar los
propósitos revolucionarios.
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