Brasil Acosta
El
pueblo ruso llamó Gran Guerra Patria a la defensa armada de su
territorio cuando el ejército nazi alemán lo invadió en los años
40 del siglo pasado para destruir a la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS). En estas páginas hemos afirmado que
los habitantes de esta gran nación se caracterizan por pertenecer a
una comunidad social y no por ser individuos. Esta concepción de
identidad comunitaria fue confirmada por el analista Christian
Lamesa, quien en su libro La paternidad del mal refiere que, cuando a
un ciudadano ruso le preguntó cómo se llamaba, su respuesta no fue
“me llamo, sino me llaman…” Andréi, Katerina, Ana o Nicolai.
Es decir, para los rusos, como lo han demostrado a lo largo de su
historia, el individuo y sus intereses particulares no son
importantes sino los de su comunidad, su país y los de la
humanidad.
Una primera demostración universal de esta actitud
fue realizada por el pueblo ruso y su ejército cuando, a principios
del Siglo XIX, Napoleón Bonaparte intentó asumir el dominio de su
país; y diseñaron una hábil estrategia militar del general Mikhail
Kutuzov que hizo fracasar estrepitosamente al líder francés. Ésta
consistió en dejarlo entrar a su territorio y llegar a Moscú, donde
no hubo nadie que resistiera a su poderío, que le entregara el
gobierno, proveyera de alimentos a sus soldados y nadie que los
protegiera del crudo invierno. Ante esta situación, Napoleón ordenó
el regreso a Francia y fue entonces cuando aparecieron los rusos, que
en varias batallas lo hicieron perder gran cantidad de efectivos y
estuvieron a punto de atraparlo y matarlo. Esta gran derrota se
produjo en 1812 y se convirtió en antesala de la de Waterloo,
Bélgica, ocurrida en 1815.
Los rusos mostraron nuevamente su
valor patrio cuando el ejército alemán, encabezado por Adolf
Hitler, quiso expandir su territorio, apoderarse de sus riquezas
naturales, acabar con su población originaria y repoblarlo con la
que llamó raza aria, supuestamente superior. Los “aliados” de la
URSS (Francia, Inglaterra, Países Bajos, Estados Unidos) no lucharon
contra los nazis porque supusieron que éstos abatirían al pueblo
ruso y una vez derrotado negociarían con los alemanes. Pero tanto
éstos como los “aliados” calcularon mal y el ejército soviético
no sólo derrotó a los nazis, sino que además liberó al pueblo
germano de estos genocidas y estuvo a punto de atrapar a Hitler,
quien prefirió el suicidio antes que caer en manos de sus
vencedores.
Veintisiete millones de muertos fue el terrible
saldo del pueblo ruso, que jamás se rindió. Con la defensa de su
territorio salvó al socialismo y a la humanidad, su objetivo
principal. El principio del fin de los alemanes nazis fue la derrota
que sufrieron en Stalingrado. Si hoy el mundo no vive bajo la bota
del imperio fascista alemán se debe al gran sacrificio mostrado por
los rusos.
En el Museo de la Victoria de Moscú hay una réplica
de la Puerta de Brandeburgo que se eleva como el fuego eterno; y en
los techos de las salas, donde se exhiben fotografías de los hombres
y mujeres caídos, pueden verse colgadas millones de bolitas de
cristal transparente que simbolizan las lágrimas derramadas por el
pueblo ruso durante la Segunda Guerra Mundial. En la sala principal
se ve a una madre rusa llorando la muerte en batalla de su hijo y
encima de ella hay otra sala majestuosa donde se observa a un soldado
ruso con laudos de victoria quien firme, y con su brazo izquierdo,
indica el camino hacia la bóveda donde se vislumbra una gran
estrella roja: el símbolo inequívoco del socialismo y la URSS.
El
nueve de mayo se celebra el Día de la Victoria. Los mexicanos deben
conocer los sucesos reales en la historia del mundo y agradecer al
pueblo ruso su sacrificio. En los libros de historia se difunde que
el gran triunfador y liberador del mundo fue Estados Unidos (EE.
UU.). Esto es falso, porque su ejército intervino y abrió el
“segundo frente” cuando vio que el Ejército Rojo de la URSS se
acercaba a Berlín y se propuso impedir que los rusos avanzaran hacia
el sur. Películas como La vida es bella y Valent (ésta, de dibujos
animados, destaca el desempeño de las palomas mensajeras en el
intercambio de mensajes entre los ejércitos aliados) invocan a los
estadounidenses como los salvadores del mundo, pero omiten que el
segundo frente y el desembarco de Normandía realmente se produjo
para frenar al Ejército Rojo.
Por eso debemos mostrar las
cosas como sucedieron y no permitir que se tergiverse la historia.
Debemos reconocer que el pueblo ruso está salvando hoy a la
humanidad por tercera vez al frenar el intento del imperialismo
estadounidense y sus aliados por controlar el planeta e impedir que
Ucrania se incorpore a la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN), que tiene el objetivo de golpear, debilitar e invadir
el territorio de Rusia para apoderarse de sus riquezas. El presidente
ruso Vladimir Putin ha actuado con sensatez, firmeza y capacidad de
respuesta; pero su similar ucraniano, apoyado por Occidente, se ha
negado a negociar pese a que resultó fallida su esperanza de que
derrotarían fácil y rápidamente al pueblo ruso.
El resultado
de este mal cálculo está a la vista: sanciones comerciales y otra
“guerra fría y sucia” efectuada con calumnias mediáticas en las
que los “malos de la película” son los rusos o los chinos. Un
mundo multipolar y distinto está naciendo. La Gran Guerra Patria es
un recordatorio del dolor que implica frenar a los fascistas; pero
también es un ejemplo de abnegación y disciplina cuando está de
por medio la defensa de los ideales supremos de la humanidad y la de
los intereses comunitarios, que siempre deben estar por encima de los
intereses individuales y egoístas. ¡Viva el Día de la Victoria!
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