Fernando
G. Castolo*
No. No fue “Sueño de Navidad” el
primer texto publicado por el literato Juan José Arreola; él mismo
lo dejó registrado en una carta que rescatara Orso Arreola y que se
transcribe al interior de su libro "El último Juglar"
(1998):
«Martes 15 de enero [1939]. Hace unas semanas
publiqué en "Vigía" un artículo que firmé con el
seudónimo Tartufo, para escudar en este personaje, símbolo de la
hipocresía, mi primer engendro periodístico. Lo expresado en ese
artículo no tiene ningún valor ideológico o literario. Espero que
su contenido desconcierte a esa media docena de persignados que
dirigen ese periódico, y a sus más fieles lectores.
Mi
trabajo ha sido manufacturado con frases que llevan el sello
inconfundible de lo doctrinario, digno solamente de los otros
semanarios católicos de Zapotlán: "Omega" y "Hombre
libre".
Es casi una burla para mí mismo haber consentido
en escribir algo semejante, pero llevo dentro de mí la certeza de
que solamente lo hice como un gesto de humor para desconcertar a los
que me han oído hablar lo contrario. Me tiene sin cuidado la buena
acogida dispensada por los censores de "Vigía" a mis
gateaduras periodísticas. Tan es así que he aceptado de buena gana
seguir diciendo idioteces por el estilo en las columnas del
mencionado diario.
Más que politiquerías, me interesa
escribir sobre otros asuntos menos vulgares y mucho más serios, pero
por lo pronto no me siento con la capacidad para escribir algo que
vaya más allá de lo mediano. Para medianías prefiero meterme con
los tópicos de vacua actualidad que todos profanan, y así dejo
intacto el terreno de la verdadera literatura, al que quiero penetrar
a sabiendas de mi fortuna». [Arreola, Orso: "El último juglar,
memorias de Juan José Arreola", Editorial Diana, México, D.
F., 1998, pp. 85-86].
La fecha de la carta es errónea ―debe
de ser―, dado que "Vigía" nace el 22 de enero de 1939.
En efecto, gracias a las gentilezas del historiador Adrián Gil
Pérez, cronista de Tamazula de Gordiano, quien posee una
extraordinaria colección del medio periodístico fundado y dirigido
por el también historiador Esteban Cibrián Guzmán, tuvimos acceso
al primer artículo firmado por “Tartufo”, que aparece en la
página 6, de la edición número 3, correspondiente al 5 de febrero
de 1939.
Juan José Arreola tiene 21 años. Es un joven
perspicaz que pretende burlarse de sí mismo. Es capaz de acercarse a
temas de interés universal gracias a los periódicos que a diario
lee en su casa; aunado a que acaba de retornar a Zapotlán después
de una breve estadía en la Ciudad de México; eso le dio horizonte y
tuvo herramientas para redactar lo que él llama “mi primer
engendro periodístico”:
«La bancarrota del Comunismo
Una de las más evidentes pruebas de la derrota mundial del
comunismo es la entrada triunfal a Barcelona de las tropas
restauradoras de la paz y de la integridad de España, ya que esta
plaza constituía uno de sus más significativos baluartes. Nadie
desconoce que entre el pueblo Catalán encontró el bolchevismo
algunos de sus más sanguinarios dirigentes, y que desde el principio
fue denominada la plaza de Barcelona como la capital del Comunismo
español. Se tenía esta ciudad como refugio inexpugnable de las
huestes destructoras de España, se creyó por todo el tiempo que ha
durado la lucha que el triunfo más difícil sería su captura, y he
aquí que las defensas de Barcelona han sido aniquiladas en medio del
desorden, y la ciudad ha sido conquistada, más bien que por medio de
las armas, con la fuerza incontenible de la verdad.
Solo
quedan ahora escasos reductos donde los rojos todavía luchas por
conservar su tiranía, donde el calabozo y el fusilamiento siguen
siendo el sistema para mantener el obrero engañado en el frente de
combate, como defensor propicio de una causa innoble y destructora.
Porque la prueba más conmovedora de que el pueblo Catalán era
obligado a resistir el ataque de sus libertadores, a pesar de ser el
más contaminado de España, la constituye esa delirante recepción
con la victimada ciudad, simuló el paso victorioso del ejército
franquista.
Más que como éxito militar, debe ser considerada
la toma de Barcelona, como un triunfo de la verdad sobre el error
comunista. Porque ahí donde los rojos mantuvieron una más
organizada propaganda, ahí donde pudieron arrastrar más hombres a
la lucha, ahí es donde la derrota ha sido más completa y
aplastante.
La escasa defensa presentada al ejército
conquistador, da la idea de una deserción unánime de los soldados
rojos, y hace pensar en que los obreros y campesinos españoles han
dado cuenta de su error, han comprendido que la causa que defendían
les traicionaba a ellos mismos, y les hacía traidores a su patria;
España misma, desangrada y destruida, es la prueba más evidente de
esta traición. Solo queda esperar que esta terrible experiencia del
pueblo español, sea un remedio ejemplar para el mal de otros países
que parecen condenados a sufrir un idéntico destino, que el dolor de
España al ver saqueados sus templos y sus muesos, al ver envueltas
en llamas las joyas más valiosas de su arquitectura, sea un aviso y
una lección para los pueblos amenazados por el comunismo.
El
desastre de España, concebido por perversas inteligencias y
consumada por manos irresponsables, parece llegado a su fin, sólo
una porción mínima de España queda por conquistar, y es hora ya de
que principie su reconstrucción. Reconstrucción doblemente
meritoria y difícil; erigir de nuevo las ciudades devastadas, y
orientar el criterio de los hombres engañados, hacer que vuelva a
resucitar en el espíritu de todos sus hijos el aliento patriótico
de España, para unirlos en la organización de la nueva sociedad
construida sobre principio de equidad y de justicia.
Hagamos
nuestro el regocijo de Barcelona y el de todo el mundo que lucha
contra el comunismo, porque el reciente triunfo logrado por el pueblo
español, es un triunfo para todo aquel que espera el resurgimiento y
el progreso de la humanidad.
Tartufo»
*Historiador e investigador.
TAMBIÉN PUEDES LEER:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario