miércoles, 4 de junio de 2025

Destruir la confianza en el voto

 



Víctor Hugo Prado


¿Qué ha hecho el gobierno para destruir la confianza en el voto ganada en no menos de siete décadas del siglo 20? Lo que ha hecho es lo que vimos en la pasada elección del Poder Judicial del primero de junio, sustituir las elecciones libres, democráticas y transparentes para regresar a las prácticas clientelares y corporativistas. Generar un régimen de lealtades, favores y privilegios. Eliminar la certeza y objetividad de los resultados, con conteos no directos por parte de los ciudadanos, sino en lo oscurito, en las oficinas de un INE que ha perdido credibilidad electoral. Enviando a votar en muchos de los casos a los adultos mayores beneficiarios de los apoyos sociales, con un acordeón para que su voto beneficiara a los que Morena, el PT, el Verde y los gobernadores de las entidades donde son gobierno lograran el objetivo de quedar instalados en este Poder, para defender los intereses de los que los postularon.




Sin duda hemos tenido un enorme retroceso al alterar en sentido de la voluntad ciudadana y el concepto de ciudadanía que se fue acuñando en la lucha contra los fraudes electorales, como el de 1988. Hoy en esta desafortunada elección las fuerzas políticas en el poder, las han convertido en un remedo de elección, en una farsa, en un ejercicio electivo manipulado. Con lo sucedido el domingo 1 de junio no somos el país más democrático del mundo. No somos ejemplo internacional. No somos una referencia democrática. No, cuando apenas acudió uno de cada 10 mexicanos.

Lo visto el domingo pasado no fue la integración de un poder judicial técnico, como debió ser, profesional al que aspiramos la mayoría de los mexicanos, la elección suscitada no nos habla de la calidad del Poder Judicial y su compromiso con la justicia, lo que nos dice es que tendremos representantes de partido en el poder judicial, impulsados con la fuerza del gobierno y sus partidos, con la complacencia del árbitro electoral.

Como lo refiere Mauricio Merino, Profesor de la UdeG y columnista en el Universal, votó una masa movilizada y disciplinada que no abonó a la democracia. Un sustantivo colectivo que anula la singularidad de cada individuo. Un pueblo que si te sumas y respondes con disciplina a las palancas de un partido y sigues las consignas que te ordenan eres pueblo bueno. Más bueno, cuando jala parejo, cuando llena las plazas, cuando corea los lemas y cuando se mueve como una masa.

No salió a votar, en mucho por inconformidad el ciudadano, el titular de derechos y responsable de sus obligaciones y, en tal sentido ejerció el derecho a la disidencia, a la libertad de no expresarse y no convalidar esos que llamaron elecciones del poder judicial.


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