miércoles, 13 de septiembre de 2023

Los mal llamados buenos y malos


 

Víctor Hugo Prado



Lo que no debe suceder en el ámbito educativo es dividir a la sociedad mexicana en buenos y malos, amigos y enemigos, conmigo o contra mí, en camaradas y oponentes. De esas polarizadas visiones del mundo surgieron fenómenos sociales que afectaron a millones de personas en distintos países, me refiero a la llamada "Guerra Fría", una lucha ideológica entre el capitalismo en Occidente y el comunismo en Oriente, para sí mismos ambos eran los buenos, el otro encarnaba el mal. Fue una lucha por la dominación de los territorios y las ideas, por un lado, estaba la Unión Soviética, por el otro los Estados Unidos, los dos queriendo imponer un dominio que fue más allá del campo de las ideas, lo fue en lo armamentista, lo fue en lo territorial, en el ámbito de la cultura, la economía y el control social. De esas enormes diferencias surgieron invasiones y guerras en diversas partes del mundo. A nada se estuvo de una conflagración nuclear que hubiera traído consecuencias catastróficas para la humanidad.




Por eso, nadie deberá tener la razón en una artificial reducción de buenos y malos. Nadie tiene todos los valores y nadie tiene todos los contravalores. Ni los de izquierda, ni la derecha solo son honestos, capaces o trabajadores; como tampoco son uno u otro, hipócritas, insensibles o corruptos; no lo son, ni los liberales ni los conservadores, ni el pueblo bueno ni el pueblo malo, porque ni hay pueblo malo. No deja de ser una retórica añeja, un recurso retórico de los revolucionarios de izquierda trasnochados.


La escuela debe enseñar y cultivar la democracia tan necesaria para ofrecer ante las diversas visiones del mundo un cauce de expresión, de convivencia plural y de competencia entre la diversidad política. En la propuesta, en el programa, en la declaración de principios, debe marcarse la diferencia de las organizaciones, de las personas y de los partidos que los aglutinan, lo que significa que, de acuerdo con la paremia de origen bíblico, “por sus obras los conoceréis”.





México, es más, que un país de dos bandos. Como expresa José Woldenberg, en Lo que habrá que recuperar, publicado en su blog de la revista Nexos en agosto, coexisten grupos y clases sociales con “diversos intereses y diagnósticos, distintas propuestas de solución, filtros ideológicos, reclamos y agendas, prioridades y necesidades. Ninguna agrupación o persona tiene la verdad en un puño y menos aún de una vez y para siempre, y solo la mecánica democrática ofrece fórmulas para que la pluralidad se despliegue”.


Eso debe ser una prioridad de enseñanza en la escuela de hoy, con los libros del pasado, del presente o del futuro.




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