jueves, 28 de septiembre de 2023

¿Las perdidas o las pérdidas? Tanatología


Dra. Sandra Gómez



Estimado lector, en mi quehacer docente me encuentro con alumnos quienes me dicen que la ortografía no es importante, déjeme decirle que es tan importante como nuestros pensamientos, el correcto uso de las palabras teje las ideas. Tener claridad mental, es parte del proceso sanador, utilizar adecuadamente el vocabulario y ampliarlo ayuda a mitigar las pérdidas, no todo está perdido cuando nos hablamos “bonito” y para ello los sinónimos hacen su aporte.




En el presente escrito les comparto ideas para reflexionar sobre el tema de “la muerte digna”, en el artículo anterior escribí sobre las tareas fundamentales del duelo, hoy me centro en “la muerte en vida”; por ejemplo, cuando se tiene un diagnóstico de muerte terminal, o cuando se vive con alguna discapacidad física o intelectual. Las discapacidades en el núcleo familiar afectan la dinámica de ese hogar, únicamente quien la vivencia puede determinar la cantidad de estrés que el suceso le genera y con ello cuan profundo es ese dolor y cuánto sufrimiento nos vamos a permitir a nivel personal (si eres el enfermo) o a nivel cuidador.


El mundo de las discapacidades es tan amplio que debe ser revisado caso por caso, luego entonces las capacidades de aprendizaje no deben darse por perdidas. Nunca creas que no puede aprender y menos aún creas que, no es capaz de obtener un grado de autonomía. Aprender del mundo NEE (Necesidades Educativas Especiales), te sensibiliza, te hace reflexionar sobre la forma de vivir del otro y las necesidades adaptativas de su círculo cercano.
La frase: “Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido”; debería ser: “Siempre supe lo que tenía, pero jamás pensé que lo perdería”. Aplica para la vida misma y la salud integral (pérdida de las facultades físicas o mentales).







Un perdido es quien va sin rumbo mientras una pérdida es, una emoción real o imaginaria que alienta sentimientos de desesperanza y tristeza. El proceso del DUELO, debe encontrar una dirección segura, que le ofrezca al doliente certeza, paz interior y amor propio.


Un perdido se presenta siempre como
víctima, culpa a otros de sus emociones, es un “disco duro lleno de pretextos”. En cambio, quien asume el control de sí mismo, aprende en el camino a gestionar sus emociones y de manera intencional transita su dolor con prospectiva, visualiza crecer, toma acciones y acepta desafíos, por ejemplo: cuidar de sí mismo o cuidar a otro sin sufrir.


Encontrarle un sentido a la pérdida es el primer paso hacia enfrentar el desafío de “la soledad”.
La soledad es el estado ideal para encontrarnos y amarnos a nosotros mismos. Si bien es cierto que como seres humanos necesitamos de otros para desarrollarnos en la primera infancia, esto cambia en la medida que alcanzamos la autonomía. Si recordamos a Erickson en sus etapas del desarrollo psicosocial, la propia naturaleza nos encamina hacia la “soledad” en donde encontramos la autorrealización. En el caso de los padres o cuidadores primarios, nuestras acciones deben encaminar al paciente hacia la autonomía.






Hay quienes se pierden con las pérdidas. Esto no pasaría si trabajáramos en nuestro yo interno hasta encontrar el equilibrio con el YO-SOCIAL, esa pantalla que presentamos, debe ser congruente con quienes somos al interior.
En consulta, al hacer el interrogatorio puedo detectar signos de alerta que me indican que el paciente puede tener depresión, por ejemplo: cuando la persona consume alcohol, drogas y/o tiene problemas laborales o económicos, cambios recurrentes en las relaciones sentimentales; todos ellos son rasgos asociados a estrés agudo que en muchas ocasiones le condicionan a vivir con dolor permanente. Las acciones descritas son con frecuencia, conductas resultantes de baja autoestima; es decir, en muchos casos los pacientes descritos deciden evadir la realidad (perderse) y utilizan paliativos para calmar el dolor.


Las herramientas que te da una lectura o un mentor, no son la clave del éxito, lo que de verdad resulta es poner en practica cada nueva técnica o estrategia que conozca, y no hace falta que aprendas muchas, pero sí, por lo menos en una de estas acciones, se debe tener el nivel de experto. A continuación, le presento algunos ejemplos: Para la mayoría de mis pacientes,
el escribir para sí mismos, y releer les funciona; esta es la primer TAREA que les dejo; este pequeño ejercicio libera la mente de presión, y ayuda con el estrés agudo. La segunda TAREA es hacer algo por nuestro cuerpo, por ejemplo, hacer ejercicio, como mínimo caminar 20 minutos, realizarlos al aire libre, sin audífonos, “desconectarse”; bañarse con frecuencia y disfrutar del correr del agua permitiéndole sentir; asimismo, funciona ejecutar y recibir masajes corporales. La tercer TAREA es aprender a llevar la atención al presente, este es sin duda el ejercicio que más tiempo les lleva habituar, está en juego aprender a manejar de manera voluntaria en donde poner nuestra energía (foco). Aléjate de las noticias, de las canciones con mensajes que te desvaloran, aléjate de las novelas que te hacen llorar. Presta atención a mensajes plausibles. Las tareas anteriores son muy genéricas; con mis pacientes ha funcionado el 100% de las ocasiones, sin embargo, no he atendido a el 100% de la población…así que ¡Usted tiene la última palabra!, elegir llevarlas a la práctica o no. Recuerda cuidar la información que entra a través de tus sentidos (lo que veo, lo que escucho, lo que me digo internamente).





Cualquier discurso que le demos al “doliente” queda únicamente en eso, porque no conocemos su mundo interno, es decir su manera única de manejo del dolor, desconocemos las destrezas y habilidades internalizadas que le ayuden a pasar del SCHOK a la acción. No juzguemos y demos seguimiento, las aproximaciones sucesivas funcionan.


Por otra parte, y no menos importante a considerar es conocer que el manejo de la atención es una habilidad que se trabaja diariamente, y en el marco del “duelo = dolor agudo” tiene picos que
deben ser supervisados por alguien que trabaje el tema; los particularmente cualificados son los TANATÓLOGOS.






El objetivo fundamental de la tanatología es HUMANIZAR el proceso de la muerte y el duelo, proporcionar al enfermo y a la familia el apoyo emocional necesario para transitar su camino. La filosofía de un tanatólogo es trabajar con la familia el respeto, cariño, y comprensión por el “paciente” a la vez que se conserve su dignidad. La muerte digna incluye una atención adecuada que preserve la calidad de vida, permitir que muera rodeado de gente cariñosa, respetar y darle gusto al paciente sin alimentar expectativas falsas.
En conclusión, cuidemos lo que entra por nuestros sentidos (inputs), hablarnos bonito, implica saber qué, cómo y cuándo decirlo, tener un amplio vocabulario definitivamente
ayuda. La mentira no es opción, dar expectativas falsas no está permitido; sin embargo, hay que sensibilizarnos ante el “dolor ajeno”; centrarnos en lo que sí podemos hacer por esa persona amada, ofrecer CALIDAD DE VIDA, decirle una y otra vez, lo que representa para nosotros, ¡que lo escuche ahora mismo!, en el caso de no ser esto posible, escríbale una carta, cuéntele lo que ha representado para usted, el mero ejercicio de escribirla es una liberación emocional.

Hasta la próxima Historia de vida. Comente y comparta.

Dra. Sandra Gómez mde966@gmail.com




 

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