miércoles, 20 de septiembre de 2023

Etapas del duelo


 

Dra. Sandra Gómez*



Estimado lector, el día de hoy les comparto la temática de las “etapas del duelo”. El duelo se relaciona a la perdida por muerte de un ser querido, pero no es la única ocasión en la que estas etapas se revelan; también suceden cuando se pierde por ejemplo la salud; o cuando se rompe una relación interpersonal ya sea el amor de pareja, amor de amigos; o, laboral: relaciones con socios, compañeros; o bien la perdida del estatus, prestigio, dinero. Es decir, algo o alguien que APRECIAS, esta pérdida te ocasiona una profunda herida relacionada con el apego.



El apego a grandes rasgos se divide en dos áreas: la meta biológica relacionada a la supervivencia y la meta psicológica relacionada con la seguridad. El apego es un vínculo afectivo; por ejemplo, en los niños el apego es el encargado de proporcionar seguridad en situaciones de amenaza a la supervivencia y en los adultos además de la seguridad se suma la dicha de estar cerca de esa persona.


De aquí la relación con los grados de pérdidas que varían a lo largo de nuestra vida; siendo los mayores “dolores” las pérdidas de la madre, un hijo, una pareja entre otras, esto es debido a la calidad del vínculo afectivo. Cada persona es diferente, y sus relaciones interpersonales evolucionan, tienen una parte sociocultural, es decir nuestro conjunto de creencias respecto a la muerte pueden o no ayudar en el PROCESO.


Hay que reagruparnos, reflexionar y atender la raíz del dolor como solución inequívoca para recordar la situación o persona a la vez que se viva con ELLO sin sufrir, que nos preguntemos ¿para qué? vs. ¿por qué a mí? Recordando que el sufrir es una elección relacionada con la forma de ver la situación; es parte de la historia que te cuentas, los hechos no varían, las interpretaciones sí: “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional” Buda Sakymuni.





La escritora y psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross, menciona cinco etapas de duelo. 1. Negación. Son la serie de reacciones primarias ante la noticia; expresiones que se asocian son: “aun no me creo que sea verdad”; “es como si estuviera en una pesadilla”; o bien se actúa como si no hubiera pasado nada.


2. Ira. Tras activarse emociones con la negación, surgen sentimientos asociados a la frustración e impotencia que algunas veces se vuelca sobre un tercero, es decir se “echan culpas” y si no se trabajan, corren el riesgo de quedarse en una “reclamación” que impide una despedida correcta (sana).


3. Negociación. Es una fase de exploración en la que se intenta revertir la situación.


4. Depresión. Es el paso del contacto con las emociones con la ausencia; dicho acercamiento razón/corazón se manifiesta de modos diversos, cada persona es un mundo único de soluciones (mentales), lo que se puede observar es pena, nostalgia, tristeza; que puede expresarse a través del aislamiento social y/o la perdida de interés por lo cotidiano. “De algún modo, a través de dejar fluir el dolor se puede EMPEZAR el camino para seguir viviendo a pesar de la desaparición”.


5. Aceptación. Aceptar la ausencia, supone llegar a un estado de calma asociado a la comprensión, no únicamente racional, sino también emocional. Es aceptar que la muerte y otras pérdidas son fenómenos inherentes a la vida humana.





Estos cinco estadios se pueden comparar con la metáfora de una herida que acaba de cicatrizar; lo que no implica dejar de recordar el evento traumático, sino poder seguir viviendo con ello.


Es importante mencionar que cuando el duelo se complica, es necesaria la intervención de ayuda profesional. Los grupos de apoyo en tanatología, especialistas en salud mental, se encuentran en los Hospitales, e incluso en algunas Iglesias; así que pregunta a tu médico, psicólogo o pastor (sacerdote) a dónde acudir por ayuda.


¡A cualquier edad se puede tener una pérdida!, las habilidades para saber manejar los cinco estadios se deben entrenar desde la primera infancia. Siempre recuerde que hay una relación directa entre la intensidad del dolor con el apego; es importante no minimizarlo, sino más bien, entender al doliente sin juzgar. La empatía no es suficiente, cada “cabeza es un mundo”, es decir cada uno de nosotros entendemos y expresamos nuestras emociones de formas diversas.


Como especialista recomiendo que dentro de la educación de los niños se les permita trabajar con sus emociones y se les dé la oportunidad de vivir su duelo. Aun cuando no es lo mismo perder a un cuidador que a una mascota, busque ocasiones para simular las pérdidas y dar seguimiento a los estadios.





Hable con sus seres amados, muéstrese vulnerable… eso le hace humano.


En conclusión, ofrezca oportunidades a sus hijos o alumnos de vivenciar estos estadios. Eduque sus emociones. Recuerde que la meta de la conducta del APEGO es mantener un vínculo afectivo y cuando se “rompe” es un “trauma”; si no se atiende en tiempo y forma esa emoción, la cicatriz se hace tan profunda que afecta el estado generalizado de la salud física.


Hay que aprender a vivir “de nuevo”, lo que implica APRENDER a vivir sin ese algo o ese alguien, aprender una forma distinta que sea positiva para nosotros. Redefinir nuestro significado con respecto a la muerte, volver a nuestra FE; estar atentos a las oportunidades que se nos están presentando; compartir con otros nuestra propia experiencia frente a la muerte y seguir con el PROCESO del duelo.


Hasta la próxima entrega… comenta y comparte.

*Dra. Sandra Gómez. mde966@gmail.com





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