miércoles, 3 de diciembre de 2025

Impunidad: el cáncer que debilita al Estado

 



Víctor Hugo Prado


De acuerdo con la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la impunidad es la ausencia de castigo ante un delito o la imposibilidad del Estado para sancionarlo. Surge cuando quienes infringen la ley no enfrentan las consecuencias de sus actos, ya sea por fallas estructurales en el sistema de justicia, corrupción o pura falta de voluntad política. La impunidad no solo vulnera la justicia: erosiona el estado de derecho y alimenta la repetición de crímenes y violaciones a los derechos humanos.



El investigador Héctor Sebastián Arcos Robledo ofrece un diagnóstico contundente sobre este fenómeno en México, a partir de los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2025. La encuesta revela que 93.2% de los delitos cometidos el año pasado no fueron denunciados ni investigados, lo que se conoce como
cifra negra. Este porcentaje creció respecto de los dos años previos, regresando a los niveles registrados en 2021.

Las cifras no dejan lugar a dudas: de cada 1,000 delitos, únicamente 68 fueron denunciados y dieron origen a una carpeta de investigación. Y de esos casos, en 85% la autoridad no llegó a nada o los expedientes siguen estancados. En términos reales, solo ocho de cada 1,000 delitos (0.8%) tuvieron una resolución: recuperación de bienes, consignación ante un juez, reparación del daño o el otorgamiento del perdón.

Traducido al total anual, México registró 33.5 millones de delitos, de los cuales 33.1 millones —el 98.8%— quedaron impunes. El Estado no investigó o, cuando lo hizo, no resolvió.

Ante este panorama devastador, es urgente reivindicar la necesidad de instituciones sólidas, comprometidas con el estado de derecho. Entre ellas, la Fiscalía General de la República, cuya autonomía resulta indispensable para garantizar investigaciones imparciales, proteger los derechos humanos y blindar la justicia frente a intereses políticos o fácticos. Sin autonomía, no hay independencia; sin independencia, no hay justicia posible.





En un contexto gubernamental tenso y complejo, esta aspiración parece lejana. Sin embargo, los ciudadanos no podemos ceder en la exigencia: México necesita una fiscalía realmente autónoma, despojada de intereses partidarios y guiada estrictamente por la Ley. Solo así podremos comenzar a desmontar el andamiaje de impunidad que asfixia al país.

No quiero desaprovechar la oportunidad de recordarle que en esta semana se lleva a cabo la FIL 2025 teniendo como invitado a Barcelona, decirle que en un país que aspira a ser libre la lectura no es un lujo: es la herramienta que permite formar ciudadanos críticos y verdaderamente democráticos.




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