Pedro Vargas
Avalos
Cuando el ciudadano se pregunta por qué los rotundos fracasos
electorales de las oposiciones, a la vez que estas se anonadan al
sufrir los éxitos del lopezobradorismo, uno de los temas que surgen
es que los adversarios de AMLO han carecido de ofertas atractivas
para convencer a los votantes mexicanos, a la par que padecen
consecuencias por los errores sin cuento que cometieron cuando fueron
gobierno, llámese PRI o PAN, o la mezcla de ambos: PRIAN.
Grave situación es el de los impugnadores del régimen actual, autodenominado Cuatro T, al carecer de programas de nación pertinentes para atraer a las mayorías de los mexicanos. Ese vacío los hizo optar por caminos que más que sendas semejan atajos o trochas: de esta palabrita proviene el viejo dicho “a troche moche”, que es muy común utilizar en nuestro hablar popular. La expresión es típica del lenguaje español coloquial, significando hacer algo de forma indiscriminada, sin orden, sin cabeza, o en un descontrol total. Algo parecida a la infodemia.
Los enfrentamientos de las ahora oposiciones con los actuales dirigentes de la Cuatro T, duelo que hace años era al revés pues aquellos eran gobierno y estos sus adversarios, tienen larga historia. Para los prianistas, fue una obsesión descalificar a López obrador, por lo que fue tildado como “peligro para México” y lo igualaban con el sudamericano Hugo Chávez; por lo tanto, si AMLO llegaba al poder -sostenían los antes poderosos y ahora achicados opositores prianistas- convertiría a la republica en otro Venezuela, en un abrigo del comunismo con todo lo que eso significa desde sus sesgadas y muy intimidatorias propagandas.
Como ese objetivo era la preocupación suprema, urdieron el sonado cuanto siniestro desafuero, siendo el cabecilla visible el prosaico Fox y enseguida las huestes blanquiazules, actuando como cómplices los decadentes priistas y otros vergonzantes compinches. Así llegó a la presidencia, haiga sido como haiga sido, el virtual usurpador Felipe Calderón, quien se prestó para que regresara el indecente tricolor de Peña Nieto.
La reyerta prosiguió hasta que la perseverancia, ideas nacionalistas y eficiente organización Lopezobradorista, -con el respaldo de un pueblo decepcionado de sus anteriores gobernantes-, obtuvo el triunfo en 2018, a pesar de las invectivas y acusaciones contrahechas de sus contrincantes. Desde entonces, de plano optaron los otrora dueños del poder transformados en cariacontecida oposición, por contrariar todo lo que oliera a lopezobradorismo mutado ya como gobierno en Cuatro T. Tercos como son, en vez de esgrimir razones y proponer proyectos de nación, prefirieron dedicarse a observar errores (ciertos o imaginarios) de la administración federal guiada por AMLO y propalar falacias.
El sexenio del tabasqueño encaró graves situaciones, comenzando por sobreponerse a una república desfigurada por los neoliberales prianistas, un entorno internacional espinoso y para colmo de problemas encarar la pavorosa pandemia del COVID 19. Y todo lo supo sortear, incluyendo las campañas de odio, falsedades y arremetidas contra su gobierno y particularmente contra sus ideas.
Recordamos el falaz mensaje opositor sobre que AMLO recibía apoyos económicos de Rusia, inventiva que el por esos días candidato presidencial, supo vencer hasta con buen humor: de gira por la costa del Golfo de México, avistando el mar, a una pregunta sobre su estancia allí, respondió que estaba esperando el oro de Moscú. Y la risa apareció en su rostro y contagió a sus entrevistadores.
Para buscar de alguna manera disminuir la imagen del ya tremendo aspirante presidencial, se divulgó la inventiva de que “si López gana la elección, se va a reelegir”. Y como ya sabemos, jamás procuró tal meta y siempre él mismo la desautorizó.
Por cierto, los antagonistas del ahora expresidente decidieron en un gesto de pedantería, no pronunciar los dos apellidos de su detestado López Obrador: esos detractores se identifican porque solo mencionan el apelativo paterno: López.
Enseguida vino el asunto de la revocación de mandato. Esta figura fue introducida en nuestra Constitución por iniciativa del presidente López Obrador en 2019. Luego se expidió en 2021 la ley reglamentaria: las oposiciones clamaban “revoquemos a López”. El 10 de abril de 2022 se llevó a cabo el proceso correspondiente, votando más de 15 millones de ciudadanos, de los cuales casi el 92% aprobó que el mandatario continuara en su cargo. Los opositores se dedicaron a desacreditar la jornada comicial.
En abril de 2019 el gobernante mexicano visitó Estados Unidos. La oposición le criticó desde lenguaje, hasta zapatos e indumentaria: Pedro Ferriz sugirió que tuviera un asesor, consultara un sastre y diera una lustradita al calzado. Luego dijo:” Es una pena que alguien así…represente una nación”. Los usuarios de twitter se encargaron de defender al presidente, señalando que sus zapatos tenían desgaste por recorrer todo el país, lo que nunca hicieron los anteriores mandamases.
En las marchas implementadas y financiadas por Claudio X. González y sus huestes opositoras, algunos asistentes desafiantes gritaban “¡Ya renuncia López!”, pero eso sí, no participaron en la revocación y en tales gritos se consumía su encono.
Conforme avanzaba el tiempo del período presidencial, los oposicionistas comenzaron a vociferar: “Terminas y te vas López”. Se les quemaban las habas porque feneciera la etapa de la Cuatro T. Incluso, a la anterior frase le acomodaron otra: ¡López no se quiere ir!”.
Por fin fueron las elecciones de 2024 y para sufrimiento de las oposiciones, la derrota de su candidata fue devastadora y de pilón hasta su aliado de los sobrevivientes del PRD, desapareció. Y a la pesadumbre de que la Cuatro T continuaría, les alivió que tal como lo enunciara varias veces, AMLO se fuera a su finca del sureste. Y repetían sus tozudos críticos: Por fin se largó López.
Pero resultó que la sucesora del malquerido ya exmandatario, reiteró que era leal a los principios del lopezobradorismo y que nunca rompería con el fundador. Entonces los irredentos opositores mascullaron: “López sigue en Palacio”.
En razón de lo anterior, algunos prianistas murmuraban: “Da la cara López”, puesto que, para ellos, AMLO seguía dando las órdenes en el gobierno federal. Incluso, algunos murmuradores conjeturaban que en Palacio Nacional (¡¡!!) había un cuarto donde residía el exmandatario.
Así las cosas, de manera sorpresiva -no tanto, porque el 22 de noviembre la presidenta Claudia Sheinbaum había declarado que muy pronto estaría circulando el nuevo libro (es el número 21) de su antecesor- el domingo 30 del mes pasado, dio la cara el exmandatario. El motivo fue presentar su libro intitulado “Grandeza” y en el cual defiende a las culturas del México prehispánico. Es el primero de dos volúmenes sobre lo que el expresidente llama “el humanismo mexicano”. El libro pretende cuestionar la historia oficial, recuperar la memoria de los pueblos originarios y documentar lo que define como civilización prehispánica, muchas veces invisibilizada; mencionó que le gustaría que se leyera fuera de México y especialmente “Ojalá que lo lean los españoles”, para que entiendan la riqueza cultural indígena anterior a la conquista.
En cuanto a que él dirige la nación, tajante expresó, que Claudia Sheinbaum, es quien la “conduce y lo está haciendo muy bien; no hay que hacerle sombra a nuestra presidenta, no hay que dividirnos” enfatizando que es la mejor presidenta del mundo. Precisó, eso sí, que saldría a luchar de nueva cuenta por tres motivos: “si atentan contra la democracia, para defenderla a ella (a Claudia Sheinbaum); si hay intentos de golpe de Estado, … y para defender la soberanía de México, porque nuestro país es libre, independiente, soberano, no somos colonia de ningún país extranjero.”
Los opositores del lopezobradorismo, es decir de la Cuatro T y en lo personal de AMLO y hoy por hoy de la sucesora de él, deben rehacerse y desplegar acciones que beneficien a la democracia mexicana, con lo cual también alcanzarán a tener más seguidores. Por lo pronto siguen moralmente derrotados, y hacen pensar que es cierto lo que se dice de ellos: que buscan recuperar privilegios, y por ello van perdiendo la guerra legal (lawfare) y solo les queda la refriega con desinformación y la calumnia que muchos denominan infodemia.

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