A Deana Molina
Arreola
fue, ante todo, un experimentador de registros narrativos y un consumado
fabulador satírico de la existencia humana. Sus cuentos ofrecen la oportunidad
de mirar y de mirarnos, y da cuenta de cada detalle de nuestros actos y hace de
una sola vez una crítica, y eso lo convierte en un autor moralista muy cercano
a Esopo. En cada uno de sus cuentos parecería que el lector se hallara ante el
descubrimiento de un escritor nuevo: Arreola crea y pule —cada vez que escribe—
un mundo.