Brasil Acosta Peña*
Un
gobierno que no es capaz de ofrecer a los niños una alimentación adecuada y
seguridad física durante sus primeros meses de vida, escuela que desarrolle sus
capacidades intelectuales, la visión del mundo objetiva y científica y el
bagaje cultural mínimo necesario para que pueda defenderse de las inclemencias
socioeconómicas y aspirar a la construcción de una sociedad más justa, es un
gobierno fallido que no merece la posición de mando que le ha conferido la
sociedad. Un régimen que no centra buena parte de sus esfuerzos y recursos en
el desarrollo integral de los infantes, sobre todo en los que viven en
condiciones de vulnerabilidad elevada, es un gobierno atrasado e infame que
debe cambiarse.
En
el famoso discurso que el médico y presidente de Chile, Salvador Allende,
pronunció en los años 70 del siglo pasado en la Universidad de Guadalajara,
advierte que, si un niño no consume las proteínas necesarias en los primeros
ocho meses de su vida, su cerebro no crece adecuadamente y esa carencia puede
provocarle un daño irreversible que le impedirá alcanzar un nivel de vida
normal o idóneo. En esta situación se hallan muchos países, entre ellos México,
donde hay miles de niños sin acceso a la leche materna o a la sucedánea, así
como a otros alimentos de calidad.
En los pasados cinco años, en
nuestro país, la atención a la niñez ha retrocedido debido a la incompetencia
del gobierno actual. Los males que más afectan a millones de niños son la
pobreza y la marginación, de las que derivan el hambre, la desnutrición y
múltiples problemas de salud. Pero también los afecta la ignorancia por la
falta de educación adecuada, como lo evidenciaron los resultados más recientes
de la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA),
que mostraron problemas de lectura y muy bajos niveles de aprendizaje de
matemáticas y ciencias.
Pero
cuando este gobierno se enteró de tal informe, su reacción fue la misma del mal
médico enojado que destruye el termómetro con el que mide la temperatura de su
paciente y cree que con eso remedia el problema de salud; pues de inmediato, su
principal responsable dejó entrever que el sistema educativo mexicano ya no
será evaluado por esa instancia con el argumento de que proviene de un
organismo “neoliberal”; argumento torpe y truculento con el que pretende culpar
a la prueba de PISA de los malos resultados y no al deficiente modelo educativo
mexicano.
La pobreza infantil, como ya
escribimos, conlleva mala o inadecuada alimentación, obesidad y enfermedades
crónico-degenerativas (llamadas también “enfermedades de la pobreza”) como
diabetes, hipertensión, cáncer, entre otros males, que condenan a los niños a
un futuro desastroso. La obesidad, además, provoca en sus pacientes terribles
problemas psicológicos de inconformidad personal, falta de aceptación social y,
en los casos más graves, frustración que lleva a algunos niños a quitarse la
vida.
En el inicio de este sexenio, un
informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) reveló que,
en México, “la pobreza afecta a más de la mitad de los niños, niñas y
adolescentes; más de la mitad de los casi 40 millones de niños, niñas y
adolescentes se encuentran en situación de pobreza y cuatro millones viven en
pobreza extrema; el 91 por ciento de niñas, niños y adolescentes indígenas
viven en condiciones de pobreza; uno de cada tres niñas y niños de seis a 11
años presenta sobrepeso y obesidad; ocho de cada 10 niñas y niños de 6° de
primaria no alcanzan los logros esperados en las áreas de lenguaje y
comunicación; seis de cada 10 niñas y niños de uno a 14 años han experimentado
algún método de disciplina violenta; uno de cada 10 niños y niñas menores de
cinco años registra desnutrición crónica; y casi tres de cada 10 adolescentes
de entre 15 y 17 años se encuentran fuera de la escuela”.
Pero
hay otros problemas que aquejan a la niñez mexicana, como los que abordan El
informe sobre prácticas de derechos humanos en México, emitido en 2023 por el
Departamento de Estado, y un reporte de la Oficina de Democracia, Derechos
Humanos y Trabajo del gobierno de Estados Unidos (EE. UU.), entre los que
destacan el matrimonio infantil forzado y el secuestro de niños con fines de
explotación sexual. Estas prácticas reclaman una inmediata “reacción
institucional del gobierno mexicano”, recomendó el abogado constitucionalista
Miguel Ángel Ortiz Gómez. (Excelsior, Ivonne Melgar).
Según el Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo (Coneval), en 2023 “dos de cada cinco
de las niñas, niños y adolescentes en el país vivían en situación de pobreza o
sin acceso a servicios de salud. Uno de cada cinco presentaba carencias de
alimentación nutritiva y de calidad. Uno de cada diez presentaba rezago
educativo… uno de cuatro había sido discriminado el último año. Uno de cada
ocho estaba en situación de trabajo infantil”.
La Secretaría de Salud (SS) informó
que “el número de personas entre uno y 17 años que habían sido hospitalizadas
en México por violencia de tipo familiar, sexual, física, abandono o
negligencia, también mostró un crecimiento entre 2021 y 2022”. “En nuestro país
el sobrepeso y la obesidad afectan a más del 75 por ciento de las personas
adultas, y al 35.6 por ciento de la población infantil. Cifras que nos ubican
como el primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil, y el segundo en
adultos, superado solamente por EE. UU.” (El blog de CANIFARMA, marzo 2023).
Pero
además de las carencias de alimentación, salud, educación, etc. y los problemas
de obesidad, explotación sexual y violencia intrafamiliar, destaca otro flagelo
que golpea a nuestra niñez: el uso pandémico, enajenante y manipulador de los
teléfonos celulares. “En México, de un total de 131.1 millones de personas, una
proporción de aproximadamente 10 por ciento tiene edades entre seis y 11 años,
de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo) a la mitad de 2023. El
63.8 por ciento de los niños entre seis y 11 años cuenta con acceso a Internet,
15 puntos porcentuales más que en 2019. El 53 por ciento es usuario regular de
videojuegos, precisamente atribuible a que 59.2 por ciento disponen de un
teléfono celular con plenas capacidades de juego”.
Es por todo lo anterior que se
requiere un cambio de modelo económico y social en México, donde se valore
mejor y brinde mayor atención a la niñez. Llamo a los antorchistas de México a
que crezcamos como movimiento político para alcanzar el poder político y poner
en práctica un nuevo modelo de desarrollo que les garantice a ellos y a todos los
mexicanos una patria libre de carencias y violencia. Luchemos para que, en
México, nuestra niñez no tenga razones para sufrir y llorar, para que se
alimente, juegue y eduque bien y, sobre todo, para que sea feliz y construya
una sociedad más justa y mejor.
*Diputado
Federal.
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