Fernando
G. Castolo*
Mi
madre me dijo que Señor San José llevaba en sus cienes el oro de la familia.
Eso me hacía sentir orgulloso. Con los años, en el ejercicio de la
investigación histórica de Zapotlán, supe que ello nunca fue posible.
Decepcionantemente el oro que mi abuela y muchas damas de la ciudad obsequiaran
al párroco don Adolfo Hernández Hurtado, acudiendo a la invitación que hizo
desde el púlpito: "Señor San José llevará a perpetuidad su oro, para mayor
la gloria de Dios Nuestro Señor", nunca llegó a manos del orfebre
fabricante... Después de que el 24 de octubre de 1956 se llevará a cabo la
tradicional rifa para elegir al nuevo mayordomo de las solemnidades, y saliera
electa doña Estela Sánchez de Arias, inmediatamente se pensó en cristalizar la
promesa que los zapotlenses hicieran en aquel año de 1926: coronar
pontificiamente a la taumaturga imagen josefina.