Víctor Hugo Prado
Alguien le atribuyó alguna vez a Albert Einsten la frase “es
el supremo arte del maestro despertar la curiosidad en la expresión creativa y
conocimiento”, no podría estar más de acuerdo. Siempre encontraremos en la
literatura, adulaciones a las y los docentes y la noble labor que desempeñan
para desterrar la ignorancia de las vidas de sus alumnos. Tarea de la que se
percibe la parte heroica por las batallas libradas en el aula, pero no por las
dificultades que implica ser docente y sobre todo ser un buen docente.