lunes, 11 de diciembre de 2023

Llegó Ishtar

 


José Luis Vivar


Ante las miradas curiosas e inquietas ella avanzaba sonriente. Era difícil que pudiera escuchar los murmullos de quienes hablaban a sus espaldas, de quienes conocían su nombre pero jamás la habían visto en persona. Sí, como se había anunciado, Ishtar se presentó en la FIL de Guadalajara, acompañada de Mónica Soto Icaza, su autora. Es cierto que se trata de un personaje poco común, de alguien que existe solo al momento que se abre el libro y se leen sus páginas. Por eso se vuelve inolvidable.




En un stand de los muchos que estuvieron en esta feria del libro, El Beso de Ishtar estuvo disponible para quienes quisieran, además de conocerla, ser testigo de sus aventuras, de su rebeldía como estilo de vida, y sobre todo entender sus razones para explorar los diversos juegos eróticos que sacuden los sentidos.


Octavio Paz decía que el erotismo es exclusivamente humano, porque la sexualidad socializada es transfigurada por la imaginación y la voluntad de los hombres; y de las mujeres agregaría sin duda Ishtar, pues el cuerpo es el origen y el final: otorga y recibe placer, pero éste no se limita al físico sino a lo espiritual, por algo existen relaciones efímeras y las que perduran más allá de un encuentro.





El crimen, o más bien el parricidio se manifiesta desde la primera página: maté a mi mamá un lunes al mediodía, confiesa Ishtar, y de ahí cada lector se vuelve cómplice y confidente de quien expone los antecedentes de una difícil relación que tuvo como consecuencia un desenlace fatal. La mente de esta adolescente analiza con frialdad hechos que otros conmueven o incluso asustan.


El descubrimiento del placer se manifiesta de forma intempestiva, sin planearlo, como a veces ocurre en la realidad, y en el caso de la protagonista es el detonante de una vida al servicio del goce, sin vínculos, sin límites. Es ella frente a hombres hipócritas que la buscan para satisfacer su inconmensurable morbo. Pero sin darse cuenta ellos también caen porque son utilizados, y en más de una ocasión deshonrados, por carecer de capacidades amatorias, o presentar deficiencias fisiológicas.


La galería de amantes que desfilan en esta novela son de distintas edades, así como profesiones y oficios. También las relaciones que sostiene son pasajeras, igual que la brevedad de los encuentros. El misterio se revela: Ishtar quiere dilapidar el mundo masculino, devorarlo con la fuerza de sus entrañas aunque tiene enfrente una figura que la cuestiona y que en vano se esfuerza por tratar de controlarla: su padre, quien tal vez sea el último escollo, la última atadura que le impide dejar la orilla para adentrarse en los mares de la libertad absoluta y llegar más allá de donde Mónica Soto Icaza la imaginó, porque ahora le pertenece a los lectores.




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