miércoles, 30 de abril de 2025

Estiaje

 



Mariano Cariño Méndez



Nuevamente, el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) enfrenta un severo estiaje, es decir, los cuerpos de agua que la abastecen presentan niveles bajos; los caudales están disminuidos desde noviembre de 2024 y se espera, según datos de CONAGUA, que concluya en el mes de mayo de 2025 con las primeras lluvias. Esta situación afecta a los 5 millones 268 mil 642 jaliscienses que residen en dicha zona, pero no todos padecen la escasez de la misma manera; por lo general y en su mayoría, los recortes en el suministro se dan, principalmente, en las colonias populares. La escasez no se distribuye por igual porque el acceso al agua sigue la misma lógica que la desigualdad social: quien puede pagar no padece escasez.



La carencia que hoy padece el AMG no es solo una crisis hídrica, sino la manifestación de un modelo que ha convertido el agua en mercancía. Mientras millones de habitantes en colonias populares sufren cortes intermitentes y tandeos, grandes corporaciones —desde cerveceras hasta desarrolladores inmobiliarios— siguen extrayendo el recurso sin restricciones. Veamos algunos ejemplos, según datos del Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (IMDEC): 12 inmobiliarias controlan 36,735 millones de litros anuales (agua para 1.6 millones de personas en el mismo periodo); 4 desarrollos inmobiliarios de lujo extraen 7,860 millones de litros, suficientes para el consumo de 215 mil habitantes; 4 cerveceras/refresqueras consumen 8,319 millones de litros, equivalente al consumo de 227 mil personas, y 4 empresas químicas acaparan 6,877 millones de litros (188 mil vidas). Mientras, miles en el AMG sobreviven con cubetas y pipas. El agua no falta: está concesionada a los que tienen el poder económico en el estado.

Podría pensarse que estas concesiones pagan tarifas altas por su uso intensivo del agua, pero la realidad es escandalosa: Urbi Construcciones del Pacífico S.A. de C.V. (Tonalá) extrae 15,600 millones de litros anuales, pero de 2018 a 2019 pagó $0 pesos según datos de CONAGUA y para continuar Reserva del Bosque S.A. de C.V., que consume 3,000 millones de litros al año, solo pagó $1,991 pesos en el mismo periodo. Mientras colonias populares sufren desabasto, estas empresas explotan el agua prácticamente gratis.






Hasta aquí se ha demostrado que los principales acaparadores del agua, sobre toda la población del AMG, son las embotelladoras de refrescos y agua, las acereras, las cerveceras, las grandes empresas agrícolas, ganaderas y avícolas, desarrollos inmobiliarios de lujo y compañías a las que se les ha concesionado la generación de electricidad. Tienen a su disposición tanta agua que, con ella, sería posible atender correctamente a los más de 5 millones de jaliscienses que viven en el Área Metropolitana de Guadalajara. Se continúa viendo al oro azul como una mercancía que se puede vender al que más ganancia represente y se le quita su valor de uso esencial: satisfacer la necesidad de la sociedad en su conjunto.

Frente a este acaparamiento, se insiste en culpar a la población y se le exige cuidar el recurso hídrico, tardarse menos en la regadera o usar una cubeta para ahorrar; sin embargo, no se pone el acento en quienes realmente acaparan toda el agua del AMG. En marzo de este año, se culpó a los campesinos de la zona de Atequiza por la falta de agua en Guadalajara, Tlaquepaque y Tlajomulco, ya que en su desesperación por sus cultivos famélicos abrieron las compuertas del acueducto que traslada el agua del lago de Chapala a la planta 1 de Miravalle. Se les satanizó hasta el cansancio en todos los medios de comunicación posibles. Con los datos hasta aquí descritos, ¿es culpa de los campesinos de Atequiza el desabasto de agua en el AMG? Usted tiene la respuesta.

El estiaje en el AMG no es un desastre natural, es una manifestación de la lucha de clases: por un lado, los que lo tienen todo y no sufren de nada; veamos el ejemplo de la colonia Puerta de Hierro, donde la presión del agua alcanza 4.5 bares (óptima para jacuzzis) y, en contrapartida, los que solo tienen su fuerza de trabajo, como en la colonia San Sebastián el Grande, donde apenas la presión llega a 0.8 bares, insuficientes para tener una distribución adecuada al interior del domicilio. El enfoque de favorecer a grandes empresas y minusvalorar a la clase trabajadora, mientras en promedio una persona gasta al día 250 litros de agua; la cervecera Heineken consume 20 millones de litros en el mismo lapso. Se ha legitimado el escandaloso saqueo del agua, que en el dicho le pertenece a la nación, pero en el hecho a unos cuantos privilegiados. Así es la triste realidad que padece la clase trabajadora.





En 2010, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció el agua como un derecho humano; sin embargo, en Jalisco sigue secuestrada por los privilegiados. A pesar de que han pasado más de diez años, el reconocimiento se ha quedado en papel. De hecho, seguimos siendo testigos de la expresión cruda de la contradicción inherente al modo de producción capitalista, en el cual el agua -como toda mercancía- es arrebatada a la clase trabajadora para ser convertida en fuente de ganancia. Así, se transforma en privilegio lo que debiera ser derecho universal: la clase rica tapatía ha mercantilizado hasta la subsistencia básica.

Frente a esto, es momento de que pongamos manos a la obra, de exigir lo que nos corresponde y de priorizar las necesidades de las colonias que, en pleno siglo XXI, carecen de agua potable entubada, mientras que quienes ya la reciben padecen de un servicio deficiente. En este contexto, la clase trabajadora del AMG debe poner un alto al saqueo desmedido del oro azul, pues a la mayoría le imponen tandeos o el abastecimiento mediante pipas. Mañana puede ser demasiado tarde. Que conste.




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