Existe un encadenamiento directo entre
el examen de conciencia, la meditación, y la oración. Cada una de
estas prácticas, por sí sola, puede producir un gran alivio y
grandes beneficios.
Si hago primero mi autoexamen, entonces
tendré, sin duda, la suficiente humildad para orar y meditar porque
veré y sentiré la necesidad de hacerlo.
Algunos prefieren empezar y
terminar con la oración, dejando un intervalo para el autoexamen y
la meditación, mientras que hay otros que empiezan con la
meditación, esperando el consejo de Dios respecto a sus aún
desconocidos o no reconocidos defectos. Hay todavía otros que hacen
su trabajo por escrito y terminan con una oración de alabanza y
gratitud. Estos tres: el autoexamen, la meditación y la oración,
forman un círculo sin principio ni fin. Dondequiera o comoquiera que
empiece, acabo llegando a mi destino: una vida mejor.


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