jueves, 6 de noviembre de 2025

Pajarito




Salvador Encarnación


Un toro “voló” en la Plaza México —así lo festejó la prensa taurina— el 26 de enero de 2006. Fue noticia. Apenas si había salido Pajarito (nombre del animal) por la puerta de toriles al ruedo, cuando de un salto, pasando en vuelo el callejón llegó hasta la zona de tendidos. “Ahí va para arriba…”. “¡Uuuy! Llegó al público. ¡Llegó al público el toro!” Exclamaron los cronistas en tanto las cámaras de televisión, de video, fotográficas, inmortalizaban lo que nunca antes, en sesenta y ocho años —se dijo entonces—, en esa plaza se había visto. La gente gritó. Muchas personas brincaron entre las butacas intentando salvar la vida. En tanto Pajarito se movía con terror. Con horror. Lleno de miedo. Apenas cruzaba el minuto y catorce segundos cuando alguien llegó con un estoque de cruceta para descabellarlo en el tendido.



La cabeza del toro quedó inerte en el murete del ruedo. Hasta ahí llegó Pablo Hermoso de Mendoza, vestido en luces azul cobalto y plata. El diestro empuñó el estoque y remató al animal. En el callejón, una mujer era socorrida por los paramédicos. El cronista de televisa ofrece la impresión del rejoneador: “…la más violenta que he vivido en toda mi vida en el mundo de los toros”. Entre esa confusión, otro aficionado es cargado en camilla y cruza el ruedo y lo sacan por la puerta de cuadrillas. “Esto es histórico”. Insiste el narrador sobre el acontecimiento. Otro aficionado, de escaso pelo, va en brazos del personal de enfermería (visten bata blanca) y otros que portan uniformes. Por allá, una señora de la tercera edad, pelo cano y vestido negro, ella es la que enfrentó al toro entre las butacas, es trasladada en camilla…




Las cámaras captan, entre el mundo de chismosos, los amarres que le hacen al cuerpo inerte de Pajarito. Esas capturas permiten ver el modo en que el animal es subido al murete y después dejarlo caer al callejón. El brío con el que salió a la plaza está perdido. Su cuerpo es atado al arrastre de mulas para llevarlo a corrales. “Cómo ha sufrido el público” afirmó el cronista. Nadie tuvo una palabra de dolor para el animal.


De inmediato los ganaderos afirmaron que al toro se le acabó la plaza y por eso el brinco. Como si el coso fuera manga ganadera o pasillo. El diámetro de la Monumental mide 43 metros y su superficie llega a los 1, 452 metros cuadrados. El problema es que en el ambiente taurino “toro que brinca es manso”. Y la mansedumbre es el coco de las ganaderías.




Ese día sólo hubo heridos leves, unos lastimados y un muerto: Pajarito. Pasado el susto, la banda de música de la Monumental empezó a tocar Cielo andaluz. Entre el público empezaron a lucir los celulares, los puros y las cervezas.


Pasados veintiocho minutos, la corrida se reanuda. La gente en la plaza, con un lleno al cincuenta por ciento, mira cómo el torero espera a otro toro a portagayola.


Para consulta de este suceso, ver: La cinta del VHS (27 de enero de 2006). Toro "Pajarito" / 29 Enero 2006 - Plaza de Toros México (Fragmento).




La fiesta brava tiene cada día menos adeptos. El hacer sufrir a un animal para el divertimento de los humanos no es nada humano que digamos. Entre los antiguos aficionados a la fiesta brava se encontraban —entre otros—: Pablo Picazo y Goya; dos excelentes pintores. Y un poeta: García Lorca. A pesar de estas presencias, sostengo que por más que le busco no le encuentro nada de arte a la fiesta taurina. En México muy aficionados eran (por seguir citando a difuntos): María Félix y Agustín Lara. Este último compuso el pasodoble “Silverio” en honor al torero Silverio Pérez. Otro que no debe omitirse es Mario Moreno Cantinflas, quien toreó, entre otros sitios, en la plaza de Sayula, en el siglo pasado; y en la película El padrecito. La fiesta brava tiene, en el campo de la música, unos buenos pasosdobles. A manera de ejemplo, los dos citados más En er mundo o El gato montés. Los anteriores ejemplos demuestran que la tauromaquia dejó, sí, dejó, huellas en la pintura, la poesía y la música.


Imagínese (el probable lector) el tamaño del horror del toro Pajarito para salirse del anillo para conservar su vida. Hubo una escena lastimosa, en referencia al toro: cuando la televisión hizo un acercamiento para identificar a los notables asistentes, en los ojos del toro estaba la súplica por la clemencia.





Los cronistas taurinos sostienen que ya no se llenan las plazas por la falta de calidad de las ganaderías. No. El asunto es que cada vez más ciudadanos se percatan del dolor y el terror inunda al toro antes de su sacrificio. Y sólo para divertir a unos con el dolor de un animal.


El toro de lidia, o mejor dicho, utilizado en ella, es un animal en espera de la piedad. 


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