Abel Pérez Zamorano
El fascismo no
puede reducirse a una simple ideología, y no podía desaparecer al
concluir la Segunda Guerra Mundial, porque tiene sus raíces más
profundas en el sistema imperialista, del cual es su expresión más
brutal; es, por decir así, su superficie política y,
consecuentemente, existirá mientras este exista.
La obra de
Hitler fue haber dado forma ideológica y convertir en acción
militar los intereses de los monopolios alemanes que buscaban lo que
denominaban su “espacio vital” (el Lebensraum) hacia el cual
expandirse; primero hacia el Este, hacia la Unión Soviética, pero
llevando como meta final adueñarse del mundo entero (como veremos en
otra ocasión).
Los fascistas actuales son continuación
histórica del nazismo alemán, con sus mismas raíces. Y para poner
esto de relieve basta echar un vistazo al pedigrí de sus personeros
más belicosos: la cúpula dirigente de la Unión Europea que hoy
ensangrienta Ucrania, así como Trump y el sionismo asesino de
Israel, que masacran a los palestinos en Gaza y bombardean Irán.
Todos ellos son sacerdotes del gran capital y su ferocidad es
motivada por el afán de acumulación. Veamos quiénes son esos
angelitos.
El presidente francés Emmanuel Macron ha sido
empleado de la banca Rothschild, la más representativa del capital
judío, aquella que promovió y financió la creación del Estado de
Israel. En aquel entonces, el gobierno inglés representado por el
ministro de Relaciones Exteriores, el conde Arthur James Balfour,
dirigió al también noble, barón Lionel Walter Rothschild la famosa
“Declaración Balfour”, en carta del 2 de noviembre de 1917,
donde su majestad británica “autorizaba” la creación del Estado
de Israel. Autorizaba (véase el eufemismo) el establecimiento de “un
hogar nacional” para el pueblo judío, pero… en tierras de los
árabes de Palestina.
La tal carta tenía como destinataria
final a la Federación Sionista de Gran Bretaña e Irlanda. Es decir,
se concedió a la familia Rothschild la franquicia para invadir
Palestina y crear allí un nuevo Estado. Rothschild financió el
traslado de las Aliyot, marejadas de judíos inmigrantes, a tierras
palestinas, y a su amparo y tutela opera hoy la diabólica alianza
entre Israel y Estados Unidos, que tienen el mismo dueño que los une
y coordina junto con Macron, que atiza la guerra de Ucrania y es
cómplice de los sionistas en la masacre de Gaza.
Macron fue
alto ejecutivo del banco de inversión Rothschild & Co entre 2008
y 2012. Y de las tropelías de esta “honorable” institución
podemos leer: “El poder financiero de la dinastía Rothschild le
permitió financiar la derrota británica de las fuerzas de Napoleón
en la Guerra de la Independencia y Waterloo.
En 1814, el rey
Luis XVIII regresó a Francia del exilio inglés con dinero británico
prestado por los Rothschild. De igual manera, Luis Felipe, rey de
Francia entre 1830 y 1848, regresó del exilio británico con el
apoyo financiero de los Rothschild. La bella Eugenia de Montijo,
quien se casó con el emperador Napoleón III en 1853, fue amiga y
aliada de Jaime de Rothschild” (Foreign Policy, 18 de mayo de
2017)
Otro siniestro personaje representante del gran capital y
fiero promotor de la guerra, es el flamante canciller alemán
Friedrich Merz, él mismo un multimillonario, y representante de
BlackRock (el mayor fondo de inversión del mundo) en Alemania entre
2016 y 2020; y recuérdese, BlackRock adquirió ya la mitad de las
tierras agrícolas de Ucrania, mismas que ahora defiende (con ayuda
de Merz y otros), con la guerra. Además: “En 2004 [Merz] fue
contratado como consultor senior por la firma internacional de
abogados y lobby Mayer Brown, un peso pesado en la industria con
ingresos anuales de miles de millones […] formó parte de los
consejos de supervisión y administración de varias grandes
empresas.
Y entonces BlackRock llamó a su puerta […] Bajo la
influencia de Merz, BlackRock se ha convertido en uno de los mayores
accionistas no alemanes de muchas de las empresas más importantes
del país, desde Deutsche Bank hasta Volkswagen, desde BMW hasta
Siemens. Sin embargo, su trabajo no consistía sólo en aumentar las
ganancias para los accionistas; también se trataba de definir un
entorno político en el que los intereses corporativos estuvieran
alineados con la política gubernamental […] Es un firme defensor
de la privatización de los sistemas de seguridad social, en
beneficio de empresas como BlackRock, líder en sistemas de pensiones
privadas […] bajo el liderazgo de Merz, la CDU recibió millones de
euros en donaciones de campaña de los mismos intereses empresariales
que él una vez representó, más que cualquier otro partido. Por
eso, para los lobistas corporativos alemanes y mundiales, tener a
Merz, un excolega, como canciller es un sueño hecho realidad. O,
como dice Rügemer: “Esto es poner al zorro a cuidar el gallinero”
(Tomas Fazi, El Viejo Topo, 6 de marzo de 2025).
Tan pronto
asumió el cargo de canciller, lo primero que hizo fue visitar a
Macron para juntos coordinar la guerra, y acto seguido viajaron ambos
a Kiev, junto con Sir Keir Starmer, primer ministro británico, a dar
oxígeno a Zelenski y reclamar su parte del botín. Así, Merz se
posiciona ipso facto como uno de los más agresivos señores de la
guerra europeos.
Otra alemana representante de la oligarquía y
miembro de la realeza, que también bate frenéticamente tambores de
guerra es Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea y
quien “usa los privilegios del título de baronesa […] En la
residencia familiar de los Von der Leyen en Krefeld (Renania) se
hospedó Napoleón cuando y tan impresionado quedó por la
hospitalidad recibida que concedió al patriarca el título de barón
en 1813. Tres años más tarde se le concedió el mismo título en
Prusia…” (El Mundo, 4 de julio de 2019).
Al otro lado del
Atlántico, otros magnates controlan el gobierno de Estados Unidos y
pelean por la plusvalía. “Nombres como Elon Musk, Vivek Ramaswamy,
Linda McMahon y Howard Lutnick componen la Administración más rica
de la historia, con un valor acumulado de más de 300,000 millones de
dólares […] Trump se ha rodeado del 1% más rico de Estados Unidos
para gobernar el país […] en su próximo equipo presidencial, al
menos 11 de ellos tienen varios miles de millones de dólares […]
el segundo Gobierno del magnate republicano se vislumbra con sostener
una estrategia económica, política y social construida por los más
ricos, pero también que solo beneficia a los más ricos […] el
equipo planteado para la segunda Administración de Donald Trump
pinta como el más rico en toda la historia estadounidense, con
alrededor de 340,000 millones de dólares acumulados entre todos […]
Trump tiene una fortuna personal valorada en unos 5,500 millones de
dólares, confirmándose como el mandatario más rico en la historia
del país […] Elon Musk tiene unos 300,000 millones” (France 24,
17 de diciembre de 2024). Estos son los que masacran pueblos para
acumular más riqueza.
Pues bien, a pesar de los pleitos de
lavadero, este dueto ha obligado a Zelenski a entregarles los
recursos naturales ucranianos, como tierras raras, tan preciadas en
el sector industrial donde reina Musk; ello mediante un “acuerdo de
coinversión”, que enmascara el despojo. No es casual que el texto
completo y sus términos exactos se guardan en la más absoluta
secrecía.
A la luz de todo esto, no debe caber duda de que el
conflicto mundial es una lucha de clases: de un lado el gran capital
global, y del otro, los pueblos en lucha por su independencia frente
al imperialismo. Los mexicanos debemos entender el conflicto global y
tomar partido; y como país pobre y explotado, nuestro lugar está
indudablemente junto a los que luchan por su independencia frente al
capitalismo mundial. Y en esa tesitura, el triunfo de Rusia en
Ucrania será el triunfo de la humanidad entera sobre el gran capital
depredador, y ello habrá de propiciar las condiciones para que,
mediante su propia lucha, México pueda conquistar su verdadera y
definitiva independencia. Asimismo, la defensa de Irán, brutalmente
atacado por Israel, simboliza la defensa de los pueblos que luchan
por la libertad.
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