jueves, 18 de diciembre de 2025

Docta Ignorantia

 



Dr. Guillermo R. Aguilar Peralta*


En gratitud a la clarificación de la sapiencia de un maestro y amigo, en la que tuvo a bien ilustrarme con su benévolo y atingente comentario, y con la amable sugerencia referente a un concepto relacionado a la razón abstracta de Spinoza, siendo el segundo tipo de conocimiento que nos proporciona ideas generales o nociones comunes, mejor dicho universales, sobre las capacidades y propiedades compartidas por los objetos que capturan la esencia de ninguna cosa singular existente, sino que explican relaciones y acuerdos que existen entre ellas y son fundamentales para un conocimiento adecuado y fundamental en ese entramado de la realidad universal, conocida y reconocida como sustancia única también llamada Dios o naturaleza Deus Sirve Natura, que es infinita eterna y la realidad en su totalidad.



Todo lo existente, incluido los seres humanos, son modificaciones o modos de esta sustancia que se expresa a través de atributos infinitos; de los cuales, solo conocemos el pensamiento y la extensión, y que tuvo a bien compartirme una expresión de gratitud por haberle transportado a sus años de inquietud por esos temas, me honra y me halaga (dicho sea esto como un alimento banal a mi ego.)

Hablando en primera persona vino a mí entonces, un recuerdo de un texto leído en alguna ocasión de Nicolás de Cusa, Docta Ignorantia, y partiendo de ello, también vino a mi mente una frase recurrente en nuestras tertulias, "estamos en construcción”, formulación que asocio y temporalizo en el siglo XV que representa la inflexión histórica del pensamiento occidental, que en este momento comparado en mi particular proceso formativo, me asumo como el medioevo, que comenzaba a transitar hacia la modernidad marcada por la crisis de la escolástica y el auge del pensamiento humanista.

Nicolás de Cusa, plantea que el conocimiento humano, por estricto y riguroso que pudiera ser, esencialmente limitado frente a la infinitud de la verdad divina, no renuncia como propuesta al conocimiento, sino que establece una forma superior de saber reconocer los límites del entendimiento, como una premisa o condición, para acceder a la comprensión más profunda; hablamos de 1401 a 1464.

Esa época de transición de la Teología Escolástica representada por autores como Tomás de Aquino, es coto en la que se procuraba conciliar razón y fe dentro de un marco aristotélico; sin embargo, en los albores del siglo XV, ese paradigma empezaba a mostrar distensiones habiéndose redescubierto textos neoplatónicos y herméticos aunado a los avances científicos y el humanismo del renacimiento que impulsaban formas nuevas de pensar, del conocimiento y la divinidad en este contexto.





Cusa propone la conciliación de la síntesis de la razón y la fe, aunque diferente de la Tomista, no busca demostrativamente de manera racional procurar un Dios, sino mostrar que cualquier forma de razonamiento humano, es incapaz de abarcarlo.
Esta obra, temporalizada en 1440, introduce la idea del conocimiento real y auténtico, es comprender que no se puede conocer plenamente lo absoluto; la noción de Docta Ignorancia parte de distinguir entre dos tipos de ignorancia…

La ignorancia simple y la ignorancia docta. En ese orden de ideas, la ignorancia simple, es la ausencia de conocimiento, sin ser consciente de ello o de la ausencia del conocimiento; la ignorancia docta, es diferenciada como tal, como una conciencia reflexiva de los límites del saber, esa distinción es relevante -por no decir fundamental y clave- quien ignora sin saberlo está atrapado en el error; más quien reconoce que no sabe, en cambio, se aproxima al saber verdadero, puesto que el conocimiento humano es siempre relativo, mientras que la verdad divina es absoluta e infinita; por tanto, toda comprensión entre lo finito y lo infinito, es imposible.

Nicolás de Cusa recurre a la analogía matemática para explicarlo: así como ningún número finito puede igualar al infinito, ningún conocimiento humano puede ser comparable a la sabiduría divina, cuanto más se avanza en el conocimiento, más evidente se hace el insuficiente conocimiento al infinito; en sus términos la proporcionalidad entre lo finito y lo infinito es inexistente, para dar claridad a esta idea, empleó ejemplos geométricos en la cual precisa imaginar un polígono inscrito en un círculo, en la medida que el número de lados del polígono aumenta su forma se aproxima al círculo pero nunca lo iguala.







El círculo como figura perfecta, representa el conocimiento divino, y el polígono, es el saber humano. No importa cuántos lados se adicionen, la distancia entre ambas figuras geométricas siempre persistirá.

En la vida cotidiana, esta analogía se puede aplicar a cualquier proceso de investigación o aprendizaje, un intelectual en la ciencia que dedica años a un proceso de investigación y aprendizaje que estudia un fenómeno natural, podrá acumular datos, teorías y modelos que cada vez serán más precisos, pero su conocimiento será siempre limitativo con una aproximación, no a una totalidad.

Lo mismo acontece en la Filosofía, donde toda respuesta implícitamente e invariablemente generará nuevas preguntas; esto por consecuencia, conlleva a la ignorancia que no niega el progreso, sino que sitúa al conocimiento dentro de una estructura de límites.





Por ejemplo, en el campo de la cosmología actual considerando a Einstein desde la Teoría de la Relatividad general pasando hasta la actual Mecánica Cuántica, muestran avances notables, pero implícitamente… contradicciones no resueltas; esta situación encarna el principio Cusano, el cual crece en conciencia de su propia limitación e insuficiencia.

Cusa establece la coincidencia Opositurum o coincidencia de los opuestos, atendiendo este principio en Dios, entendido como el infinito absoluto; los contrarios coinciden lo máximo y lo mínimo, lo uno y lo múltiple, lo ser y lo no ser, unificándose en una totalidad que implica la trascendencia más allá de la lógica humana, equiparable a esto en la geometría finita el máximo y el mínimo son extremos opuestos en los que la infinitud de ambos coinciden, porque el infinito no tiene límites aplicado al conocimiento, esto conlleva que el significado del saber y del no saber se reconcilian, en el que, más sabio es aquel que comprende su ignorancia , -la verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia- atribuida a Sócrates: “solo sé, que no sé nada” y ni siquiera de eso estoy seguro.

  1. El ignorante afirma mientras que el sabio duda y reflexiona, -Aristóteles.

  2. La enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia, -Amos Bronson Alcott.

  3. No hay nada más fecundo que la ignorancia consciente de sí misma, -José Ortega y Gasset.


    "polígono inscrito en un círculo, en la medida que el número
    de lados del polígono aumenta su forma se aproxima al círculo
    pero nunca lo iguala."




Estas frases nos remiten al reconocimiento de la unidad intelectual y la conciencia de lo que nos falta por aprender: el conocimiento real y profundo.

Esta reflexión anticipa desarrollos posteriores en la filosofía dialéctica y en la epistemología moderna; por ejemplo, en Hegel, la contradicción es lo que impulsa el devenir del espíritu; en Cusa, este elemento contradictorio, es resolutivo en la infinitud divina en ambas circunstancias; la diferencia es constitutiva del conocimiento, adopta la ignorancia, y la define como una relación entre sujeto y objeto del conocimiento del saber humano, que no puede pretender una adecuación total a la realidad, sino una aproximación asintótica del conocimiento.

Es entonces, que se convierte en un proceso de infinitas correcciones y reformulaciones, implicando aceptar que toda teoría puede ser provisional, realizable en un ámbito filosófico, y presupone reconocer que toda verdad está mediada por el lenguaje y las categorías humanas en el ámbito teológico, que implica una forma de humildad cognitiva.

Por lo tanto, no se puede definir lo absoluto con conceptos finitos, cuando una persona intenta explicar una experiencia, ya sea estética, emocional o espiritual; su bagaje en relación a la expresividad, siempre encontrará límites en las palabras, puesto que el lenguaje puede aproximar, pero no agota la experiencia.


"coincidencia Opositurum o coincidencia de los opuestos".



El aporte principal de Nicolás de Cusa, consiste en haber formulado un modelo epistemológico basado en alimentación del conocimiento; no visto como una debilidad en su condición estructural, puesto que este enfoque influyó en el pensamiento renacentista y en el desarrollo posterior de la ciencia, el método hipotético y el reconocimiento de la falibilidad científica, en cierta medida pueden gastarse hasta la intuición Cusana en la educación.
El principio de docta ignorancia encuentra una aplicación en el aprendizaje reflexivo en el que comprender que no se sabe todo, permite mantener una actitud abierta y dinámica frente al conocimiento, la ignorancia reconocida, se convierte en motor de búsqueda, más no en un obstáculo en la vida cotidiana.


Quienes estamos en la disyuntiva de decisiones complejas cuando asumimos que no poseemos toda la información, es una tendencia obligada de liberar con mayor prudencia en la que procuramos contrastar fuentes y aceptar esa terrible incertidumbre como parte de un proceso racional, debemos atender a esa disposición práctica que constituye una aplicación moderna del principio Cusano.

Es por tanto, que día a día, cobra valor esa frase recurrente en la que estamos en construcción.

*Coordinador del Capítulo Sur de la BSGEEJ, A. C.



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