Víctor
Hugo Prado
En la revista Nexos del mes de octubre, me encontré un artículo que publica José Manuel Valenzuela, Investigador en El Colegio de la Frontera Norte, que debería llamar poderosamente la atención de gobiernos de todos los niveles de nuestro país.
Este asesinato persistente, el
investigador lo define como “juvenicidio”: una condición límite
de diversos procesos: precarización económica, social, cultural y
simbólica; identidades estigmatizadas que producen vidas
vulnerables, vidas proscritas, vidas carcelarias, vidas secuestradas,
vidas desaparecidas, vidas desechables, vidas fugitivas, vidas
sacrificables, vidas desubjetivadas, vidas desplazadas. En síntesis,
vidas arrebatadas por la escasez de oportunidades en materia de
empleo y educación principalmente.
En el “juvenicidio”
hay inoperancia de las instituciones gubernamentales que producen y
reproducen desigualdad social en relaciones subalternas donde el
orden dominante amplía las condiciones de precariedad,
vulnerabilidad e indefensión, profundizando en modelos de relación
social clasistas, racistas, sexistas, homofóbicos.
El
“juvenicidio” también alude a la condición límite en la cual
se asesina a sectores o grupos específicos de la población joven.
Sin embargo, los procesos sociales que derivan en la posibilidad de
que miles de ellos sean asesinados, implica colocar estas muertes en
escenarios sociales más amplios que incluyen la responsabilidad del
Estado, orillándolos a territorios juveniles como ámbitos
privilegiados de muerte, el narcomundo y el despliegue de corrupción,
impunidad, violencia y aniquilamiento. Donde el caldo de cultivo es
la “complicidad gubernamental con las fuerzas criminales dentro y
fuera de las instituciones: un imbricado colaboracionismo de figuras
institucionales, empresarios y miembros del crimen organizado”.
El
“Juvenicidio” que inicia muchas veces en la precariedad
económica y social, lo que produce vidas proscritas, prescindibles,
sacrificables, ubicadas en los márgenes. Son subalternos sin voz y
sin escucha.
Valenzuela los referencia: Son los homo
sacer y las vidas
nudas de Giorgio Agamben. Los hundidos de Primo Levi y los nadies de
Eduardo Galeano, cuyas vidas valen menos que las balas que los matan.
Esos, puedes ser nuestros hijos o hermanos, de no generar las
oportunidades que deben provenir desde las instituciones y del Estado
mismo.
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