Víctor César Villalobos
Como homenaje a la revista más longeva que haya visto Guadalajara, el investigador Pedro Valderrama Villanueva detalla, para quienes así deseen, este compendio de autores, contenidos y referencias de la revista Et Caetera, dirigida por el intelectual de Lagos de Moreno Adalberto Navarro Sánchez. La relevancia de esta nueva edición por Keli radica en que viene a llenar un hueco que se aprecia en las bibliografías, hemerografías, repertorios biográficos e índices de los contenidos de suplementos y revistas culturales de nuestro terruño, en específico, de esta publicación icónica y tesonera que rondó desde mediados del siglo 20 hasta casi la década de los noventa dedicada a la reflexión de la palabra a través de la creación, la narrativa, la poesía, el teatro, las artes plásticas, la historia regional, la arqueología; así como estudios sobre autores extranjeros.
Este trabajo es la continuación de Et Caetera. Selección de textos (SC Jalisco, 2014), que, por razones que no vienen al caso aclarar, no se editaron en su momento y que finalmente vieron luz en la editorial zapotlense Ateneo Tzapotlatena hace unos años y ahora regresa en un formato más amigable y una edición más pulcra y aumentada.
Recurro al ensayo de Valderrama “Et
Caetera:
una empresa cultural de Adalberto Navarro Sánchez” para dotar de
contexto al presente volumen:
“Prueba del loable trabajo editorial de Navarro Sánchez es la creación de la revista cultural Et Caetera (1950-1988) sostenida por él a lo largo de 37 años; hazaña casi única en el contexto de la provincia mexicana… Et Caetera no cuenta, a lo largo de su existencia, con el apoyo continuo de alguna institución pública, aunque, dicho sea de paso frecuentemente se le asocia como órgano de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Guadalajara, y en otros momentos del Ayuntamiento de Guadalajara y el Gobierno del Estado de Jalisco, cuya participación más bien es de ocasional patrocinador.
En este sentido, el fenecido doctor Carlos Vevia Romero recuerda en sus palabras preliminares en este libro las penurias que para el editor Navarro Sánchez representaba buscar los apoyos de debajo de las piedras institucionales y escollos burocráticos a los que se tenía que enfrentar: incluso, tuvo que pelear para que no le gravasen tributariamente la revista para mantenerla a flote.
Sostiene
Pedro Valderrama que el valor de esta revista, yace, además de en su
longevidad, en su “cuidadosa edición y selección de textos,
numerosas monografías y singulares suplementos publicados en sus
páginas, además de la extensa nómina de colaboradores”, que
podemos atestiguar en esta nueva edición.
Para el investigador
tijuanense y tapatío por decisión, se trata “de una revista
atípica de su momento, pues a pesar de estar editada en provincia,
rompe con los vicios de la misma, ya que logra tender puentes entre
la capital del país y la de Jalisco”: en ella confluyen escritores
y académicos destacados como José Luis Martínez, Antonio Alatorre,
Agustín Yáñez o Juan José Arreola, por mencionar algunos; así
como nuevos valores de las letras locales de ese tiempo, recuerdo,
por ejemplo, a Miguel Reynoso.
La efervescencia cultural de
Guadalajara en esa época, reflejada en la publicación de Et
Caetera,
no surgió como un hongo, ya que hay un rico hummus que la nutrió:
la icónica Bandera
de Provincias (1929–1930),
fundada por Alfonso Gutiérrez Hermosillo, Emmanuel Palacios y
Agustín Yáñez, que estaba “al tanto de la vanguardia y las
novedades literarias del momento. También es heredera de Eos
(1943), de Arturo Rivas Sainz y Juan José Arreola y Pan
(1945
– 1946),
de
Antonio Alatorre, Arreola, Juan Rulfo y Navarro Sánchez.
Asimismo,
compartió cartelera con las revistas Ariel
(1949 – 1953) y Odiseo
(1952 – 1954), de Emmanuel Carballo; Xalistlico
(1950
– 1953) y Summa
(1953 – 1985), de Rivas Sainz y Creación
(1953
– 1955), de Ramón Rubín, por citar algunas.
Especializada
en temas jaliscienses, recuerda Valderrama que Antonio Alatorre
registra que Et
Caetera
“fue una buena revista, excelente en épocas y en otras un tanto
apagada…” En su primera época –para algunos críticos, la más
consolidada— consta de 34 números, de 1950 a 1963; la segunda
comienza en enero de 1966 y culmina en 1977. La última época, la
más breve, comienza en abril de 1985 y finaliza en 1988.
Pero
volvamos a nuestro libro: de acuerdo con la académica Silvia
Quesada, “Pedro
Valderrama Villanueva ha entregado con este volumen un valioso
material de investigación, cuyos alcances son múltiples, porque nos
permiten observar los tópicos de interés de cada uno de los
escritores, sus pulsiones intelectuales, el marco de referencia
geográfica y temporal en el que se movieron como estudiosos del
fenómeno literario y los géneros de su predilección”.
Recordemos que la manufactura de índices y glosas es una
parte fundamental de la cultura libresca desde la antigüedad: sin
ellas, mucho del conocimiento del mundo de las ideas se hubiera
perdido. Además, refleja madurez intelectual dado que estos
productos de investigación, si bien no lucen como las síntesis y
las propuestas innovadoras, nos sirven como sustrato que alimenta y
da brillo a las investigaciones sobre temas y literaturas escondidas
en el tiempo.
Celebremos, pues, que haya todavía intelectuales
autogestivos que se preocupen por la conservación y análisis de las
joyas culturales que alberga nuestro estado de Jalisco.
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