martes, 16 de septiembre de 2025

Zona de tolerancia


 

Fernando G. Castolo*


Se tiene documentado que una de las profesiones más antiguas de la humanidad es la prostitución. En el caso de nuestra comunidad, no se evidencían este tipo de prácticas sino hasta el año de1925. Ello, por supuesto, no quiere decir que no haya existido, solamente que no había sido un asunto de tanta envergadura como para que se presentara en actas de Ayuntamiento.



En la sesión del 7 de julio se acuerda proceder a la reglamentación de esta profesión y a levantar un padrón de las casas de consignación y las damas que se encuentran en servicio dentro de cada local. Para el 4 de enero de 1930 se ventilan nuevas disposiciones: que se prohíba a las prostitutas deambular por el primer cuadro de la ciudad; así como que se evite el expendio de bebidas embriagantes en el radio inmediato de estos lugares, a fin de evitar los muchos escándalos que se suscitan por la ingesta de alcohol. Por esas mismas fechas, finalmente, se acuerda generar una "zona de tolerancia", es decir, donde se toleren estas prácticas, sin fastidiar al inmediato vecindario.

El entonces Presidente Municipal, don Ramón Paniagua, decide convertir el viejo barrio de la calle Sebastián Lerdo de Tejada en esta zona. Antes, los barrios que concentraban la prostitución en la ciudad se distribuían entre las calles de: Santos Degollado, Ignacio Zaragoza y la actual Pbro. José Manuel de Jesús Munguía y Vázquez (conocido por años como el Callejón del Diablo), principalmente. Juan José Arreola, a través de su novela "La feria" (1963), da cuenta de varias anécdotas suscitadas en estos lugares que le narraba su padre en sendas cartas que le remitía hasta la Ciudad de México.

Al barrio que concentró esta "zona de tolerancia", la comunidad rebautizó como "Las Glorias de Paniagua", en honor al Presidente Municipal que llevó a cabo la proeza. En esas "Glorias" existían varias cantinas, muchas de ellas icónicas, donde los varones coincidían para tomar la copa y, de paso, disfrutar de la compañía de alguna "mujer de la vida alegre", como les llamaban.

Hoy en día, a la calle de Lerdo, solamente le quedó la fama, dado que los servicios profesionales de la prostitución se han diversificado en zonas de la ciudad. Existen casas muy discretas y otras bastante evidentes.





Siempre he pensado que, dado que esta profesión pervive, es porque existe clientela que solicita sus servicios. "Los bules", o congales, o burdeles, suelen ser lugares muy recurrentes todavía y, seguramente, seguirán por los siglos de los siglos…

*Historiador e investigador.



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