Mercedes
Imelda Avalos Ruiz
La
evolución de la sociedad a través del tiempo, de manera especial en la última
década ha vivido vertiginosos cambios. Esto es más perceptible con la
inundación de redes sociales que se cuentan en la actualidad. Para los jóvenes
y no tan jóvenes, menores de 30 años, es casi inconcebible estar sin internet,
sin televisión, sin aplicaciones para la computadora, etc.
A
este primer punto, le agregamos que la necesidad de supervivencia y realización
personal, además del progreso, han provocado que, en un clan cualquiera, ambos
padres de familia trabajen para colaborar con la economía y adelanto de la
estirpe.
Tomando
en cuenta estas dinámicas que suceden en los diferentes núcleos sociales en que
nos desenvolvemos e interactuamos de manera constante, no es difícil
percatarnos de que los progenitores se encuentran ocupados en jornadas
laborales, en las actividades prioritarias de cada día; como el vestir, calzar,
cocinar, alimentar y muy pocas veces pasear, socializar y especialmente educar.
Los
hijos han aprendido a ser “responsables” con sus tareas, autónomos en sus
actividades y hasta independientes en sus pensamientos. Tanto así que, en la
gran mayoría de los casos, se hacen acompañar de amigos “on line”, buscar
experiencias que en el núcleo familiar ni se viven, se comparten o por lo menos
se comentan. La “presencia ausente” de los padres, es carente de comunicación,
empatía, atención y cuidado de las emociones. Sólo se comparte un espacio
físico ciertas horas del día, pero se conocen lo mínimo los miembros que
cohabitan.
Al
final del día, cada quien siguió su ritmo, sus necesidades e intereses y
empieza a acumularse cierto vacío, un dejo de soledad, ausencia y poca o nula
convivencia.
La
American Academy of Pediatrics (2016) afirma que, es importante tener en mente
que el estrés del trabajo puede encontrar su camino a casa. Cuando los padres
sienten que trabajan mucho o que no se les aprecia en su trabajo, podrían ventilar
su frustración y enojo con sus hijos o entre ellos. Con frecuencia, la forma en
que se supervisa a los padres en el trabajo se vuelve en la forma como ellos
"supervisan" a sus hijos en el hogar. Finalmente, los padres tienden
a animar a sus hijos para que desarrollen destrezas similares a los que ellos
usan en su trabajo. Por ejemplo, los padres cuyos trabajos implican autonomía y
la solución creativa de problemas, es probable que guíen a sus hijos hacia el
mismo tipo de comportamiento, mientras que los padres cuyo trabajo recompensa
la organización de la información o materiales, pueden valorar esas destrezas
en casa.
Otro
punto a considerar en la dinámica de interacciones familiar, laboral y
educativa, es la participación de terceras personas en el proceso educativo de
los menores. En el mejor de los casos, esos otros involucrados, son las
personas de una estancia infantil o cuidadores que suplen y cubren la ausencia
de los padres de familia y podemos decir que colaboran en su educación. Al fin
que, suele suceder que pasen más horas en esos espacios que con sus padres.
Otra vez se torna relevante e indispensable la participación de un agente
educativo como los docentes o educadores de estancias infantiles o
“guarderías”, para cuando ya cubren los pequeños el horario de una escuela
formal o las actividades extraclase que se imponen al chico, para que aprenda
algo más y ocupe su tiempo. Ahora, cuando el adulto con el que queda a manera
de resguardo los menores en que los papás trabajan, puede ser la vecina, tía o
las abuelas; por demás cariñosas, de buena voluntad, pero no siempre con
estrategias educativas ni correctivas para el aprendizaje y la conducta.
Por
lo tanto, en esta reflexión se invita a los padres de familia a implementar
estrategias de convivencia de calidad con sus frutos, dedicación para el apoyo
a sus tareas escolares, acercamiento afectivo, atención a sus intereses y
necesidades no sólo físicas y fisiológicas. De sobra sabemos la necesidad de
que ambos padres trabajen, por infinidad de razones, y que requieren que
alguien comparta y ayude con el cuidado de los hijos.
Pero,
si se requiere más conciencia sobre la relevancia que adquiere la calidad del
tiempo que dedican a sus descendencias, conocer sus preferencias, intereses,
amigos, responsabilidades, ambiciones, etc. Tratando de evitar el mal humor,
revisar tareas, escuchar a los pequeños, compartir experiencias y haciendo a un
lado los problemas laborales para atender de la mejor manera las necesidades de
la familia en general, de cada chico en particular, demostrando el afecto que
les une con cariño y atención.
En
un momento dado, si los padres de familia no se les ocurre como atender a sus
hijos después de un día cansado en el
trabajo, con tanta demanda de atención que ellos requieren y dejando de lado
los problemas laborales y las diferencias entre parejas, agrego aquí una breve
lista de sugerencias y también, si se acercan con los maestros de sus hijos, de
seguro les ayudarán a elegir la más acertada para los intereses de ellos,
dependiendo su edad madurativa e incluso a inventar cosas simples para hacer y
disfrutar en familia.
Ver
una película del interés de los hijos con unas palomitas
Elaborar
su postre favorito y degustarlo en compañía unos de otros
Usar
libros de colorear de manera colaborativa
Leerles
un cuento antes de dormir
Ayudarles
a hacer una casa de campaña en el patio de la casa
Dormir
todos juntos en la sala
Hacer
una pijamada
Elaborar
alguna manualidad, como pintar, recortar, cocer
Ponerse
a cocinar juntos algo sencillo
Llevarlos
a visitar algún amigo o familiar del agrado de los hijos, no sólo de los
adultos
Revisar
juntos el closet, para desechar lo que ya no les queda y canjearlo con alguien
Elaborar
y jugar con aviones y barcos de papiroflexia, plastilina o masa
Enseñarles
a divertirse con juegos tradicionales, como escondidas, bebeleche, cuerda,
trompo, etc.
Hacer
pinturas con elementos naturales como hojas, flores, cáscaras de frutas
Hacer
títeres con guantes o calcetines y platicar con los hijos por medio de los
personajes
Competir
en la resolución de operaciones matemáticas, crucigramas, palabragramas,
códigos secretos
Participar
en una sesión de juegos de mesa
Hablar
de “cosas de susto”, fantasías, leyendas, historias familiares
Espero
sea de utilidad las sugerencias, que de verdad los padres de familia hagan un
esfuerzo por compartir tiempo de calidad a los hijos para poder apoyarles en su
desarrollo emocional equilibrado y no sólo preocuparse por lo intelectual.
Apoyarle en su integración a la sociedad de una manera amable, despertando sus
intereses cimentados en valores y con la confianza de que sus papás,
independientemente de sus problemas y ocupaciones, harán un espacio para estar
y departir con ellos, que les quede claro que su lugar seguro durante la
infancia es al lado de sus padres y en ellos encontrarán la fortaleza y
seguridad que necesitan para desarrollarse de manera plena y feliz. Y así,
cuando lleguen a la edad adulta, puedan no sólo ser sus padres, sino sus amigos
y un buen ejemplo a seguir.
Cerremos
con la opinión de Ángela Villalobos, Psicóloga infantil que en su plataforma
PsicoEduca (2018) dice de ser padres y el tiempo de calidad: “Para los adultos
el tiempo de calidad produce satisfacción y nos aleja del ajetreo y movimiento
de la vida cotidiana. Por si eso no fuera suficiente para los más pequeños
pasar tiempo de calidad en familia les proporciona la tranquilidad y sensación
de confort que se genera cuando el adulto le atiende en exclusiva, además,
también reduce sus posibles preocupaciones. En definitiva, revisemos nuestros
hábitos y la manera en que enfocamos el tiempo compartido y modifiquemos todo
aquello que pueda suponer tiempo vacío que da la falsa sensación de tiempo en
familia y que en realidad nos deja con la sensación de tiempo perdido y no nos
reporta nada. Cambiemos este tiempo y llenémoslo de tiempo de calidad con
sonrisas, afecto y ganas de disfrutar juntos.”
*Asesora
en el Centro de Actualización del Magisterio
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