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lunes, 17 de noviembre de 2025

La Generación Z(enil)

 


Salvador Encarnación


Se cumplió la profecía. Días antes de efectuarse la marcha de la Generación Z, a realizarse el sábado 15 de noviembre, se vaticinó que habría violencia. Y la hubo. Otra vez hicieron presencia los encapuchados y mancharon con su actuar, la protesta. Eran dos marchas en una en la ahora CDMX. Ambas desembocaron en el Zócalo. La primera para urgir justicia por el asesinato del expresidente de Uruapan, don Carlos Manzo y exigir seguridad para ese municipio y en todo el Estado. Horas antes al día convocado, la señora Grecia Quiroz García viuda de Manzo, presidenta municipal sustituta de Uruapan, expresó en conferencia de prensa: “Nosotros no estamos encabezando esa marcha”. La otra, más publicitada, fue organizada por la Generación Z, que imita las protestas en otras naciones.



Solícitos llegaron los apoyos de muchos dolientes por la pérdida del poder. Uno a destacar fue Vicente Fox (el perdedor de la pensión económica). De corazón aún joven (pertenece a la Generación de Posguerra, 1928—1945), invitó a los ciudadanos a participar: “…como un gran homenaje a un gran héroe, a don Carlos Manzo, por quien me quito nuevamente el sombrero…” La primera vez que se lo quitó fue días antes, con una imagen de la Virgen de Guadalupe de fondo más una fotografía donde se intuye la imagen de un Papa. Católico él a conveniencia.

La Generación Z estuvo apenas representada el día 15. Los nacidos entre 1997 y 2012 fueron una minoría. La mayoría de participantes fueron adultos causando que un usuario de internet la señalara como la “La Generación Z(enil)”, y otro de igual humor ácido, como “La marcha del INAPAM” (Instituto Nacional para los Adultos Mayores). La manifestación recordó a la Marea Rosa (en apoyo a Xóchitl Gálvez) o la de Yo defiendo a mi INE, aunque en esta vez, bastante disminuidas.



Horas antes, la prensa, entre ellas TV Azteca, pasó imágenes en donde se veía el Palacio Nacional resguardado, blindado por una valla metálica de tres metros de altura. Manos anónimas pintaron la palabra: narcoestado. La nota cargaba un deje de felicidad.

Las imágenes de televisión dejaron ver a los manifestantes entrando a un Zócalo prácticamente vacío. Conforme pasaron los minutos, la llegada de los marchistas ocuparon ese espacio en un poco menos de la mitad. En las tomas de cámaras instaladas en un hotel se observa que el momento más concurrido fue de 12:00 a 13:00 h. De ahí en adelante los encapuchados hicieron de las suyas. A partir de las 16:00 h, el Zócalo estaba vacío, resguardado por la fuerza del orden. Las autoridades capitalinas informaron que asistieron 17 mil personas. La prensa sólo dijo “cientos de manifestantes”.

Al no haber responsables visibles de la convocatoria se demostró la capacidad de manipulación hecha desde los medios. Intereses de todos lados hicieron convergencia. Los encapuchados iniciaron el derribamiento de las vallas de acero y la violencia afloró de inmediato. Desde Palacio, la fuerza del orden les arrojó gas pimienta, en tanto los encapuchados les lanzaron piedras, cohetones y gritos altisonantes. Fueron horas de tensión.





El Palacio de gobierno de Jalisco sufrió daños severos causados por algunos de los marchistas, los encapuchados. Ellos derribaron la antiquísima puerta y hubo detenidos. También los hubo en la Capital.

Las demandas nunca fueron expuestas oficialmente. La excepción, en Casa Jalisco sí se entregó un pliego petitorio.





Por la lectura de las pancartas que llevaban los manifestantes, sus declaraciones, la violencia, las declaraciones de los políticos de oposición, se concluye que el fin último de esta convocatoria es recobrar el poder. Al no poderlo recuperar en las urnas, en la democracia, están apostando por la violencia. Esa actitud es reprobable. Se debe de señalar que otras pancartas que pedían justicia y medicinas entre otras, fueron opacadas.

En marchas organizadas a favor de la derecha en política, los encapuchados brillan por su ausencia.




Si se hacer un recuento de los gastos de propaganda en internet, televisión, pancartas y tiempo hombre entre los asistentes, la marcha fue un fracaso. El costo es altísimo.

Amenazan con volver. ¿Quiénes? Esperemos que no sea la violencia.



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