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martes, 1 de julio de 2025

Peligros externos e internos acechan al pueblo de México

 



Homero Aguirre Enríquez


México fue incluido oficialmente entre los países considerados como adversarios de Estados Unidos. La fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, hizo esta tonante declaración: “Trump lo ha dicho alto y claro: ¡No nos dejaremos intimidar y mantendremos a Estados Unidos seguro! No solo de Irán, sino también de Rusia, China y México, de cualquier adversario extranjero, ya sea que intente matarnos físicamente o mediante la sobredosis de nuestros hijos con drogas”.




Cualquiera medianamente informado sabe que la incorporación de México a esa lista de “enemigos de Estados Unidos” implica el riesgo de sufrir agresiones de todo tipo a nuestra integridad territorial y reducir aún más los escasos márgenes que tenemos de vida independiente y pacífica, por parte de la aún poderosa, aunque menguada, cabeza del imperialismo mundial que siempre ha hecho preceder sus incursiones territoriales en otros países de campañas para fabricarse un enemigo a modo. A pesar de eso, la respuesta oficial se limitó a sostener que la influyente funcionaria declarante “no está muy informada”. De ahí en fuera, se extrañaron las voces de los dirigentes del partido en el poder, del Congreso, que ahora dominan, de los intelectuales morenistas, que en otras épocas pregonaron ser críticos del imperialismo y revolucionarios a toda prueba, de los altos mandatarios del sistema educativo y del Servicio Exterior, entre otros antaño muy activos con la lengua.

Todos callaron y voltearon hacia otro lado antes de que les cancelaran sus visas a Estados Unidos.




En vez de una respuesta enérgica y un plan profundo y realista para enfrentar la posible embestida que se adivina en la postura de los vecinos del norte, en Morena avanza a todo galope una política para controlar a la población mexicana (con entregas de dinero para crear incondicionalidad en vez de consciencia), vigilarla sin que lo sepa, congelar cualquier intento de organización independiente, sumado al amenazante control que han logrado del Poder Judicial. Así, mientras en el mundo los países, aún a riesgo de grandes complicaciones, se definen y actúan abiertamente como antiimperialistas o por lo menos partidarios de un mundo que no sea dominado por una sola potencia, los mexicanos nos enfrentamos a una política gubernamental y a un partido en el poder (Morena) que arrincona cada vez más a la gente, la despolitiza al no hablarles de los grandes problemas nacionales y mundiales, la inmoviliza al no alertarla ni animarla a la resistencia de ningún tipo, limitándola a llevarla a votar cuando se le requiere, oponiéndoles barreras, que pueden llegar a convertirse en brutales, a las capacidades organizativas de los movimientos reivindicatorios que han surgido del seno del pueblo mexicano.

Un reciente paquete de nuevas iniciativas de ley, aprobadas o en camino de ser aprobadas por la aplanadora morenista en el Congreso, significarán someter a los mexicanos a mayor vigilancia de sus movimientos, rutinas y lista de amigos o conocidos. Por ejemplo, la Ley de la Guardia Nacional recientemente aprobada en la Cámara de Diputados, por iniciativa de la presidenta de la República, elimina el requisito de autorización judicial para consultar datos conservados de comunicaciones (por ejemplo, la lista de llamadas que entran y salen de un celular) y geolocalización de dispositivos móviles (en dónde y a qué hora estuvo cada uno de los mexicanos que usan teléfono móvil). Igualmente, se autorizan las operaciones encubiertas sin autorización judicial.






Junto con eso, se aprobó la Ley de Investigación e Inteligencia, que “permite a las instituciones de seguridad la interconexión, el acceso, la consulta e integración de la información contenida en las bases de datos y registros públicos y particulares que componen la Plataforma Central de Inteligencia (…) En ese sentido, incluye a los particulares que tengan a su cargo sistemas de inteligencia, bases de datos y registros administrativos como datos vehiculares y de placas, biométricos, telefónicos, de la propiedad y del comercio, de personas morales, catastros, fiscales, de armas de fuego aseguradas o decomisadas y de personas prestadoras de servicios de seguridad privada”. Así pues, sin forzar la lógica, se aprueba y moderniza un sistema de espionaje de libre acceso para las autoridades morenistas, lo que además incluye que la Cédula Única de Identificación Personal (CURP) será rediseñada para que todos proporcionemos algunos datos biométricos como fotografía, huellas digitales y en algunos casos escaneo del iris.





Así, pues, la política interna de nuestro país se enrumba cada vez más hacia acciones de control, adormecimiento y abusiva vigilancia de la población, en vez de dirigirse a diseñar y aplicar una política de educación y liberación económica y espiritual masivas de los mexicanos, que nos permita explicarnos la pobreza y la desigualdad que padecemos, así como las causas de los riesgos y amenazas que enfrenta México en el mundo actual, que tienen como componentes básicos la dependencia económica e ideológica respecto a Estados Unidos; la fragilidad de nuestras capacidades de defensa, no por falta de valor militar del pueblo de México, sino como consecuencia de las dependencia arriba señaladas, que otros países ahora señalados como adversarios de EEUU sí han superado mediante sus luchas históricas.




Ha quedado claro que una tarea de ese tamaño no podrá desempeñarla Morena ni está en su naturaleza como partido que es el receptáculo de una buena cantidad de integrantes de la tradicional clase política mexicana, casi en su totalidad sometida a los hombres y mujeres del dinero, mexicanos, estadounidenses y de otras nacionalidades. No hay plan ni acciones para volver a México independiente, vigoroso, culto, bien preparado científica, cultural y militarmente para mirarse cara a cara como iguales con otros países del orbe. En vez de eso, se está creando una maquinaria para espiar, amedrentar y censurar (ahí están para demostrarlo las llamadas leyes censura de Puebla, Tamaulipas y Campeche) a quien proteste o piense distinto, lo que facilitará el trabajo a los que nos acechan desde el extranjero. Es nuestro deber saberlo, entenderlo, difundirlo y, mediante la organización masiva de millones de mexicanos conscientizados, resistirnos a los tiranos locales y extranjeros.





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