Pedro Valderrama Villanueva
I
Mi búsqueda por entender las letras de Jalisco más allá de Guadalajara me ha llevado a recorrer los caminos que conducen a las diferentes regiones de nuestra entidad. Esta aventura literaria inició hace casi 25 años cuando un día, al lado de mi esposa e hijo (aún de brazos), abordamos un autobús hacia Ciudad Guzmán. Aquella vez arribamos a su central de camiones (cuando aún estaba localizada cerca del centro); pronto hallamos hospedaje en el Hotel Zapotlán, donde, muchas décadas atrás, nos enteramos, el laureado poeta chileno Pablo Neruda se hospedó (además de Pedro Garfias en los años cincuenta). Poco a poco empecé a percatarme de que nos encontrábamos en una ciudad con una fuerte tradición literaria.
Con el paso de
los años, además de visitar Ciudad Guzmán y otras poblaciones de
la región como San Sebastián del Sur, Sayula, Atoyac, Tapalpa, San
Gabriel, Apulco, Autlán. Tonila, San Sebastián del Oeste,
Tuxcuacuesco, Pihuamo, Villa Purificación y Tolimán, entre varios
más, comencé a frecuentar otras más como San Juanito de Escobedo,
Tequila, Tlajomulco, Cajititlán, La Barca, Jamay, Chapala (tras los
pasos de H. D. Lawrence y los beats
en Ajijic) y, desde luego, la región de los Altos como Teocaltiche,
Yahualica, Temacapulín, Jalostotitlán, Arandas, San Juan de los
Lagos y Lagos de Moreno, también en busca de información sobre
escritores alteños como Victoriano Salado Álvarez, Alfredo R.
Placencia, José Guadalupe de Anda, Pedro de Alba, Agustín Rivera,
Mariano Azuela, Francisco González León y Alfonso de Alba. En Lagos
de Moreno, por cierto, tuve la oportunidad de conocer a una
descendiente del crítico laguense Carlos González Peña, autor del
multi editado libro Historia
de la literatura mexicana: desde los orígenes hasta nuestros días
(1928), quien me mostró sus atesoradas primeras ediciones del
ensayista alteño celosamente guardadas en un ropero en el interior
de su comercio.
II
Recientemente, y continuando con esta búsqueda en los diferentes rincones de la entidad, tuve la oportunidad de volver al municipio de Jalostotitlán para la presentación del libro Un momento, una historia (2025), que compila las creaciones de los ganadores y algunos de los participantes (en las categorías de poesía y narrativa) del II Certamen Literario del Estado de Jalisco “Alfredo R. Placencia”, organizado por el recién creado Consejo de Escritores y Literatos Jaliscienses (CESLIJAL), integrado por un grupo de apasionados por la cultura alteña como Juan Ramón Álvarez Sánchez, José Manuel Jiménez Vázquez, Luis Jesús Ramírez Jiménez, Francisco Javier Sánchez Muñoz y Leticia de la Mora. El CESLIJAL, entre sus diversos objetivos, persigue promover los valores literarios de los Altos de Jalisco. La importancia de asociaciones como esta, las cuales existen en Jalisco y en otras partes de nuestro país desde el siglo antepasado, es invaluable para el estimulo de la escritura tanto de autores consolidados como en ciernes; es decir: al igual que los talleres literarios, los espacios culturales independientes, las revistas literarias y los colectivos de creadores que trabajan, de alguna forma, en conjunto, estas asociaciones literarias también desempeñan un papel primordial en el medio literario de una región.
Un
momento, una historia
reúne una nutrida cantidad de escritores, principalmente, oriundos
de los Altos; sin embargo, asimismo, hallamos autores originarios de
otras regiones como María Rocío Rentería Palafox, nacida en Ciudad
Guzmán y egresada del CREN, pero radicada, en la actualidad, en
Tepatitlán de Morelos, quien escribió un soneto inspirado en el
poeta de Jalostotitlán titulado “Soneto a Alfredo R. Placencia y
el Cristo de Temaca”. Rentería Palafox escribe: “Y aunque se
inunde Temaca en llantos siempre el Cristo/a su lado estará, y a su
piedad no me resisto,/porque es bien sabido que el sufrimiento lo
acongoja.”
Por su parte, Alejandro Moreno Merino, también de
Zapotlán el Grande y egresado del CREN, radicado, desde hace varios
años, en Arandas, contribuye con el relato “Ayer”, que narra el
desafortunado destino del joven Pedro Quintanar partícipe de la
Guerra Cristera. Aquí leemos: “Al comenzar el ajetreo de la
revuelta fue de los primeros que tomó su fusil y anduvo dando de
plomazos a cuanto desgraciado se le cruzaba enfrente, quería
defender su fe de los que le decían, querían robarla”.
Por
último, cabe destacar el texto de Samuel Gómez Luna Cortés, actual
cronista de la capital jalisciense, quien contribuye al presente
volumen con “Tiene Dios unas cosas…” referente a la vida de su
bisabuelo, Alfredo R. Placencia. Además de ofrecer un sensible
acercamiento a la vida del poeta, anexa algunas imágenes de
documentos personales poco conocidos hasta ahora que le pertenecieron
al padre Placencia.
III
¿Cuál será el próximo destino al que me conducirán los caminos de Jalisco? Desconozco. Tal vez hacia la región Costa en busca de los personajes que Agustín Yáñez plasmó en su novela La tierra pródiga (1960) o Augusto Orea Marín en Veredas de Costa Selva (1994). O a lo mejor hacia la región Norte en busca de los protagonistas de La bruma lo vuelve azul (1954), de Ramón Rubín, o a algún poblado de origen huichol: tema que tanto apasionó a Ramón Mata Torres. Mientras llega el momento, solo resta tomar apuntes, escribir algunos bosquejos y revisar detenidamente ese mapa casi infinito que es Jalisco y su literatura.
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